Todos necesitamos energía positiva para seguir adelante, esta son mis claves para conseguirla.

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A lo largo de estos años posteriores al tsunami, de asumir la discapacidad y en todas y cada una de las diferentes etapas de avance, ha sido fundamental el poseer la energía que me ha facilitado impulsar todos los cambios que he ido dando. Ha habido muchos momentos en los que he querido cambiar mi vida, mejorarla, sacarle un mayor partido y alcanzar mi máximo potencial pero no he podido. No he tenido fuerzas ni para empezar o lo he intentado una y otra vez, pero he acabado abandonando. Me sentía motivado y no entendía por qué no encontraba la energía suficiente para llevarlo a cabo. Hasta que entendí que esa energía debe partir de mi fuerza de voluntad. Prácticamente todo lo que he avanzado se ha fraguado a base de esa fuerza de voluntad. Es la que realmente me ayuda a superarme y no tirar la toalla. El encontrar esta energía en cada momento ha sido un aspecto clave para mí. Ya sea en momentos duros en los que me he tenido que levantar y volver a empezar o cuando me he enfrentado a un reto.

Para situarme con niveles altos de energía he tenido que provocar cambios en mí. He tenido que reconstruirme y lo he hecho a base de habituarme a ser distinto en algunos aspectos. El mismo Sergio de siempre que se ha desarrollado para cimentar una nueva base sobre la que volver a generarse ilusiones. Una base que se ha formado a partir de una serie de hábitos que ya forman parte de mí y que funcionan como resortes para recuperar la energía.

Y es aquí cuando hago un ejercicio de preguntarme, ¿qué factores han cambiado en mi para atraer más energía?

El principal ha sido la plena aceptación. Esto ha supuesto el dejar de anclarme en el pasado. Evidentemente los recuerdos de todo tipo están ahí presentes y mi memoria fotográfica los visualiza como si fuese ayer. No sería justo si solo me marcaran los años de tsunami, cuando mi infancia, adolescencia y posteriores fueron tan felices. Incluso hasta de los años de tsunami, rescato muchas cosas positivas. Son en parte los que también me han hecho evolucionar y crecer. Pero desde hace unos años siento que me centro cada vez más en el presente y en vivir cada momento disfrutando con lo que hay. Ya no desgasto mi energía combatiendo contra lo que soy y en el momento en el que me encuentro. Esto hace que lo afronte todo sin lastres y con más fuerza.

Otro factor muy importante es el de ser más honesto conmigo mismo. Esa cualidad que tanto había practicado en mis relaciones con los demás, pero no había ejercitado conmigo. Además, mi vida se vio truncada un día y me vi inmerso en un pozo. Esa mala experiencia me generó más baja autoestima, malestar y miedos que camuflé con una sonrisa como si lo llevara como si nada. Uno lo afronta como le sale en ese momento. No estaba siendo honesto conmigo mismo y lo he pagado durante años a posteriori. Ahora eso ha cambiado. Actúo según lo que creo y me escucho más a mí a la hora de mover ficha en mi vida. Reconozco las cosas como son y los diálogos conmigo mismo son más sinceros. Esto me da equilibrio y eso inevitablemente desde fuera se debe de notar.

Dedico más tiempo a conocerme. Son ratos de reflexión acerca de mí. No implica necesariamente hacer ejercicios de meditación. Sólo se trata de entender que todo lo que hago trae consecuencias en mi vida. Sobre todo, en cómo reacciono a lo que va sucediendo en el exterior. De siempre, el hablar de mi mismo me causaba demasiado rubor. Nunca me ha gustado escarbar en mi interior. No he querido conocerme a fondo durante muchos años. Pero cada vez identifico más mis emociones y permito que fluyan. Así puedo identificarlas y gestionarlas mejor. Esto me aporta muchos detalles acerca de mí. Nunca todo es como querría y reconozco sigo teniendo ciertas “malas energías” dentro como tristezas o rabias. Lo importante es aprender a expulsarlas y crear espacio para la energía positiva. Me está ayudando a ser más consciente de mi presente, a verlo todo más claro y lograr tranquilidad para encontrar solución a los problemas que antes parecían no tenerlos o afrontar de forma más calmada todos los retos que se presentan.

Y a medida que eso se ha ido produciendo, mi relación con los demás está siendo más plena desde una posición de confianza y seguridad. Ahora este factor que odiaba se está convirtiendo en el punto de partida para conseguir mis metas. Esto me hace ser más responsable de lo que me pasa y no centrar las culpas en los demás. No busco tantas justificaciones fuera. Yo decido más lo que me pasa y me doy cuenta que tengo que ponerme las pilas.

Hay gente que me dice que transmito energía positiva y supongo que eso les hace sentirse a gusto a mi lado. Algunas de las cosas que he aprendido, ya lo he mencionado en más de un post y no me importa repetirme, es cómo lo afronto todo, lo decido yo. En cierto modo, me he intentado convertir en un imán de energía positiva simplemente con predisposición. Trato de generar positividad allí donde voy y en todo lo que hago. Suena muy fácil en palabras, pero esto ha requerido crear un hábito, un entrenamiento. Se trata de acostumbrar a mi cuerpo a proyectar mi energía al exterior. A mí me ha empezado a ir todo mejor desde que trato de transmitir positivismo a los demás.

No demonizo tanto mis errores y tiendo a arriesgarme más. He asumido que la vida va de que las cosas salgan muchas veces mal, de muchos intentos fallidos hasta que se consigue algo. He cambiado mi enfoque y ahora lo veo todo con más perspectiva, reconociendo lo bueno incluso en situaciones adversas. Por eso estoy yendo con más fuerza a por lo que me apasiona, mis metas, mis sueños. No los voy a perder nunca de vista. Eso me da la energía para seguir y es la que debo transmitir.

Valoro mucho más a los demás y tengo menos prejuicios. Soy más agradecido con todo lo que me rodea, hasta con las cosas más pequeñas e insignificantes.

Otro aspecto ineludible es el de la condición física. Para mí que he practicado deporte durante muchos años, el no poder realizarlo al mismo nivel me ha afectado. Aquí reconozco que puedo y debería hacer más porque haría aumentar mis niveles de energía. A día de hoy, las sesiones con el fisio y mis puntuales visitas al gimnasio simplemente hacen que me mantenga con los mínimos necesarios. El mantenerme bien físicamente y tener constancia en mi rehabilitación me ha ayudado mucho a afrontar todo de una manera más enérgica.

Uno de mis hábitos favoritos es reírme. Ni en los momentos más duros o que pueden llevar a enfado, he tratado siempre que no se me borre mi sonrisa. Reír es mi activo vital para ser una persona más positiva que ha hecho que mis relaciones interpersonales sean más llevaderas. He aprendido a reírme de casi todo, de mí mismo principalmente. Cuesta tan poco sonreír y eso crea el ambiente propicio para encararlo todo de otra manera. Una sonrisa hace que se quiten las corazas y se genere la situación más distendida en la que, sin quererlo, somos menos reacios a hacer cosas. La energía empieza a fluir. Me estoy habituando a estar de buen rollo y no lo voy a cambiar porqué esa actitud positiva repercute en mi estado de ánimo. Y es que me es muy difícil estar de mala leche sonriendo.

Mis niveles de energía están condicionando cada vez más todas las áreas de mi vida. Son los que me ha posibilitado avanzar de forma continuada y dejar de estar apático y desganado. Es por eso que, para mantener mi estado energético alto, además de rodearme de personas positivas, no dejo de trabajar a nivel interno.

Estrenar la paternidad y enfrentarse a lo nunca esperado

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Imagino que debe haber diferencia entre debutar como padres de un niño sin ningún tipo de dificultad, que hacerlo con uno que tiene alguna discapacidad. Todo lo que nos resulta nuevo como padres, es doblemente nuevo y más aún desconocido por la sola razón de no tener punto de comparación alguno. Y no me refiero a que nuestros hijos sean de otro planeta, pero en nuestro caso, el solo hecho de no preparar una mamadera/biberón para alimentar a Luján o no tener que cambiar un pañal sino una bolsita de colostomía, hacían que todo lo visto anteriormente no sirviera de mucho. Era todo nuevo y un tanto extraño.

A pesar de que todos se imaginarán que lo lógico es estrenar la paternidad con el nacimiento del primer hijo, en nuestro caso, siento que tuvimos tres ocasiones muy marcadas en ese debut, algo poco común para la gran mayoría de la gente. La primera vez fue ese día, con el shock del parto prematuro y la noticia de su grave estado de salud, con el corazón alegre y a su vez destrozado, teniendo esperanza, ilusión, desconcierto y miles de sentimientos encontrados que nos acompañaban en nuestro nuevo rol. Este tiempo duro dos meses y medio, donde visitábamos a Luján dos veces al día, solo podíamos tocarla a través de la incubadora y ya en el último tiempo nos permitieron sacarla y tenerla en brazos (eso fue recién al mes de nacida).

La segunda vez, sucedió con el traslado desde la Neonatología de Tucumán a la Terapia Intensiva Pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires. Traíamos encima el cansancio y el estrés enorme de haber realizado un viaje de emergencia y nos informaron que del cuidado de Luján debíamos encargarnos nosotros sus padres y que los enfermeros solo le darían la medicación y nos asistirían. Pasamos de verla dos veces en el día muy bien puestita en su incubadora, a tener que aprender en menos de 24 hs. como cambiar la bolsa de colostomía, a alimentarla por el botón gástrico y a aspirar su saliva cada 15 minutos para que no se ahogara… Pienso que ese fue el verdadero debut. Lo recuerdo y mis pensamientos se cargan de sentimientos, no solo de imágenes. Sentimos temor. Pedimos que la enfermera la cuidara por media hora y nos cruzamos al bar del frente del hospital a tomar algo más que un café… nos cargamos de coraje, nos pusimos el equipo al hombro, aceptamos la nueva misión, nos encomendamos a Dios y volvimos con Luján. Los siguientes dos meses fueron muy duros y merecen otro capítulo.

Y, por último, lo que la mayoría vive a las 48 hs. de tener un bebé, nosotros lo vivimos a días de que nuestra hija cumpliera el quinto mes y que fue lograr el alta, que viera la luz del día y llevarla a casa. Antes de salir, recuerdo que pedimos que le pusieran los aritos que teníamos muy bien preparados, y recién así, muy felices, salimos a la calle. Nos sacamos una hermosa foto en la esquina con el hospital de fondo. Pasamos esa primera noche los tres juntos en el que era nuestro hogar en Buenos Aires y finalmente a las pocas semanas volvimos a Tucumán.

Quisiera volver al punto inicial. ¿cómo encaramos este nuevo desafío de ser padres primerizos con todas estas particularidades? Pienso que la clave está en aceptar y afrontar día a día cada nuevo desafío.

Y me detengo en la palabra ACEPTAR. «La mayoría de las ocasiones la resolución del problema se basa siempre en la aceptación de éste, es decir, en amar la situación y entonces ésta comenzará a resolverse mágicamente» dice Ignacio Huerta, un conferencista motivacional. Nosotros creemos que los planes de Dios son perfectos y que aceptarlos es el camino que nos conducirá a buen puerto, a pesar de que todo parezca un tanto caótico o ilógico… Es poder confiar, y aparecerá la ayuda divina siempre oportuna o la mágica solución como la llama Huerta.

Me toca a diario compartir con otros padres que tienen hijos con discapacidad. La gran mayoría los acompañan, abogan por su bienestar, aceptan la realidad y mejoran junto a sus hijos. Sin embargo, hay otros menos, que no pueden avanzar, que quedan detenidos en ese diagnóstico que no pueden aceptar y todo se vuelve caótico, tanto para el niño como para toda la familia. No todos somos iguales y por ende tampoco reaccionamos de igual modo, pero ratifico que el punto en común y determinante para lograr la armonía y la felicidad de una familia con un hijo con discapacidad es ACEPTAR y saber que tenemos un gran tesoro, con diferencias, como todos al fin y al cabo, pero con un gran potencial para desarrollar otras capacidades que nos sorprenderán día a día, nos emocionarán y nos darán el sabor a recompensa por todo el amor y el esfuerzo invertido en la tarea bien realizada (sólo la voluntad basta) para sabernos capaces de ser esos «padres diferentes y comunes» a la vez. Es dejar de lado el miedo a equivocarnos y animarnos a fallar, levantarnos, re direccionar y avanzar, y así miles de veces. Estoy segura que nuestros hijos nos van a agradecer tal acto de valentía.

salida del hospital

Para finalizar y viendo el título del post, pienso quizás que, de algún modo ante la discapacidad de un hijo, sea éste el primero o el último, todos nos sintamos en ese momento padres primerizos. Lo importante será abrazarnos a esa situación, amarla y aceptarla. Les aseguro que esa es y será la llave de la primera puerta que nos conducirá hacia una paternidad y una vida maravillosa.

Mariana Prado

Desperté del coma con una inquietud espiritual, que me llevó a mirar al cielo y a encontrar la paz, entrevista a Piki Pfaff

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Una de las mayores satisfacciones en el camino que voy recorriendo gracias a este blog es que me ha dado la oportunidad de conocer a gente maravillosa. Y este pasado fin de semana he tenido la suerte de que se cruzara en mi camino Elena De Pfaff, Piki para los amigos.

En cuanto me contactó por el blog, conocí cuatro pinceladas de su historia y que además había escrito un libro, no dudé en buscarlo y conseguir un ejemplar. Buffff! que difícil no emocionarse al leerlo, más en mi caso porqué me he visto muy identificado en muchos momentos. La única diferencia es que a mí me pasó en lado derecho. Me revolvió muchos sentimientos por dentro como ningún relato desde hace tiempo. Que suerte la nuestra que Piki se “desinhibiera” y se lanzara a escribir este libro titulado Un árbol en mi camino. ¡Yo ya lo tengo firmado! A partir de ahora, lo voy a recomendar para valorar la vida.

De verdad conecta de lleno con la idea de mimitadalcuadrado, la idea de que cuando se corta un camino hay que buscar la manera de ir por otro, afrontar de forma distinta la discapacidad. Es, en esencia, una verdadera historia de superación. Siempre tan vitalista sin dejar de dar las gracias a todos los que te rodean y con la suerte de saber aprovechar  la suerte de una nueva oportunidad. Sus hijos la esperaban en casa, y ya lo creo que Piki volvió. Volvió a luchar por sus sueños e ilusiones.

Desde el primer momento me entraron ganas de conocerla. Ese rato en una cafetería de Barcelona con su marido Miguel se nos pasó volando. Seguro que vamos a compartir más momentos. Es de esa gente que sientes que ha venido a sumar y ya forma parte de las mitades que me he encontrado.

Lo último que nos regala Piki viene en forma de la entrevista que ha concedido a nuestro blog. ¿Qué mejor forma de conocerla un poco más?. Os dejo con ella

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piki

  • Cuéntanos un poco acerca de ti, ¿Quién es Elena o “Piki”?

Nací en Barcelona el 9 de octubre de 1965, mi profesión ejecutiva de cuentas en una agencia de publicidad. Soy una madre de familia numerosa (e hija de familia numerosa, la pequeña de 10 hermanos), tengo 3 hijos,  y llevo 20 años casada con Miguel, un chico de Navarra.

 

  • En tu vida ¿De qué estás más orgullosa? ¿Te arrepientes de algo?

Estoy orgullosa de muchas cosas pero sobre todo de mis hijos, de mi marido y de mi familia. También lo estoy de mi capacidad de superación y la gran fuerza de voluntad que he demostrado tener durante este proceso de recuperación de mi ictus.

 

  • El momento negativo más impactante en tu vida ha sido…. ¿Qué pasó? ¿Cómo te marcó?

El momento mas impactante de mi vida fue a la vez uno de los mas felices, estaba naciendo nuestro tercer hijo cuando tuve un ictus en el parto, a consecuencia del cual estuve 20 días en coma y varias operaciones a vida o muerte, me marcó, dejándome una minusvalía del 74% esto se traduce en una hemiplejia de toda la parte izquierda de mi cuerpo (es decir parálisis de todo el lado izquierdo de mi cuerpo).

 

  • Cómo has superado la adversidad que te ha puesto la vida? ¿Qué papel han jugado los que te rodean? ¿Te sigue afectando a día de hoy? ¿Cómo?

Lo he superado, porque no tenía mas opción, tenía tres bebes que sacar adelante, y una familia que empezaba su camino, el papel de los que me rodean ha sido fundamental, sobretodo de mi marido, que desde el primer día tuvo clarísimo que su prioridad era su familia, y estuvo y sigue estando después de tantos años al pie del cañón, y también muchas amigas, que me animaron a mirar al cielo, me sigue afectando pero solo a nivel físico, camino con un bastón, no puedo cerrar cremalleras, ni atarme los cordones, ni jugar a tenis con mis hijos, pero puedo, ahora que ya son adolescentes, sentarme y escucharles, abrirles la puerta cuando llegan del cole… pero no me afecta a nivel, psicológico, mi vida cambió, y tuve que adaptarme, no hay otra ….

 

  • Qué crees que les hace falta a muchas personas para encarar la vida con más optimismo? ¿Qué consejo nos darías?

Imposible, dar consejos, cada uno es un mundo, pero como me has dicho que me sienta libre en las respuestas, te diré que tener fe, me ha ayudado, ha sido un proceso dentro de mi recuperación, me desperté del coma con una inquietud espiritual, que me llevó a mirar al cielo y a encontrar la paz, si Dios me ha metido en este lío ya me sacará o por lo menos me dará fuerzas para llevarlo lo mejor posible,” todo es para bien”,

por si la primera respuesta la consideras demasiado heavy, ahí va otra opción.

no se pueden dar consejos, cada uno tiene sus circunstancias, lo que si diré es que se armen de paciencia y cuando se les acabe, busquen diez sacos mas, porque es lento muuuy lento, que busquen lo positivo que les puede aportar su nueva situación que seguro que lo tiene, en un principio no lo verán pero poco a poco todo se va ordenando y poniendo en su sitio.

 

  • Te has sentido alguna vez discriminada? ¿Cómo reaccionaste?

No nunca, si me ha sorprendido lo solidaria que es la gente, como me intentan ayudar siempre, siempre hay alguien que te ayuda.

 

  • Qué te hubiera gustado hacer y sabes que ya no podrás? ¿Qué te genera ansiedad? ¿Cómo lo afrontas?

Me hubiera gustado poder abrazar a mis hijos, cuando eran tres bebés, jugar mas con ellos, y no sólo estar con ellos, que es lo único que podía hacer los primeros años.

 Ansiedad me generaba las primeras veces que iba yo sola con ellos por la calle y empezaban a correr, sin saber si pararían con el semáforo… ahora que ya son mas mayores, todo es mucho mas fácil

 

  • Cómo valoras a la sociedad en la que vivimos? ¿Qué nos falta para que la consideres mejor?

Puede dar la percepción actualmente que la sociedad es “individualista”, pero me ha sorprendido lo solidaria que es la gente y como te intentan ayudar ante una dificultad, como puede ser ayudarte a cruzar la calle cuando el semáforo se pone en rojo y no te da tiempo a llegar al otro lado y otros muchos ejemplos.

 

  • Si supieras que mañana es tu último día de vida, ¿Qué harías? ¿Cómo lo pasarías?

Lo pasaría con mi familia con mi marido y mis hijos, viendo el mar o jugando en la playa.

 

  • Un libro, una película, un sitio, un plato, alguien a quien admiras

Libro: La paz interior de Jacques Philippe

Sitio: Cualquiera que se vea el mar aunque debido a mi discapacidad, cambiamos el mar por la montaña, y mis hijos prefieren la montaña, pero yo soy de mar.

Mi cena preferida: es pan con tomate y tortilla a la francesa y cualquier postre con chocolate.

Alguien a quien admiro: A mi marido y a mis hijos por su fortaleza y su capacidad de adaptarse a este “tsunami” que nos cambió la vida

Un momento perfecto y con quien compartirlo: Cualquier momento en familia disfrutando.

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Si quieres conocer mejor la historia de Piki Pfaff entra en el enlace: https://www.amazon.com/%C3%A1rbol-camino-despu%C3%A9s-ictus-Spanish-ebook/dp/B072HCXQ94