Historias de superación, Charles Chaplin

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Hace exactamente una semana, el martes 16 de abril, Charles Chaplin hubiera cumplido 130 años. Ha sido sin duda uno de los iconos del cine y mito fundamental de la cultura del siglo XX. La genialidad de su obra, capaz de hacerte reír a carcajadas y al mismo tiempo conmoverte hasta la lágrima, expresó su rechazo al mundo y una feroz crítica política y social.

Dentro de ese hombrecito perfeccionista de los mil rostros y andares raros, se ocultaba un chico criado en un humilde barrio londinense. Su infancia complicada marcada por el abandono de un padre alcohólico y una madre que acabó internada en un manicomio por un grave trastorno mental, necesitó de una historia de superación hasta llegar al éxito.

Y es posiblemente de esa base de donde nazcan sus profundas reflexiones y lecciones de vida como las que se plasman en esta poesía que queremos compartir hoy en el blog. La verdad es que me ha sorprendido esta versión de un Chaplin que desconocía.

Cuando me amé de verdad me ha cautivado desde el título. Y es que no sé si algún día llegaré a amarme de verdad. Cada verso, cada bloque que finaliza en un concepto, ha exigido de mi máxima concentración, incluso releerlo varias veces, para reflexionar y llevarlo a mi terreno.

 

Cuando me amé de verdad

«Cuando me amé de verdad

comprendí que en cualquier circunstancia,

yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta,

y en el momento exacto, y entonces, pude relajarme.

Hoy sé que eso tiene un nombre… Autoestima

 Aquí Chaplin fundamenta la autoestima basándose en la aceptación del momento que vivimos. Y para mí ha tenido mucho sentido. Sin duda mi vida está más asentada desde que me centro en vivir lo que me está pasando como es y con lo que hay. Sí que me planteo escenarios en lo que todo puede ser mejor y voy a trabajar para conseguirlos, pero el centrarme en disfrutar de todo lo que tengo me da un punto de tranquilidad.

Este fin de semana hablando con mi madre, comentaba la suerte que siempre habíamos tenido en nuestra familia viendo pasar de largo todo lo que otros les tocaba de pleno. Pero un día nos tocó, y fue a mí. Nunca conseguiré comprender porque tuve que ser yo el que estuviera ese día debajo del tsunami. Pero ya he aceptado que no tiene sentido preguntárselo y por eso ya no le doy vueltas. Desde el momento en que dejé de cuestionarme ¿por qué a mí? he aprendido a quererme más y mi auto estima no ha dejado de aumentar.

 

Cuando me amé de verdad,

pude percibir que mi angustia,

y mi sufrimiento emocional, no es sino una señal

de que voy contra mis propias verdades.

Hoy sé que eso es… Autenticidad

Según Chaplin, hay que llegar a percibir esas señales de angustia y sufrimiento para ser auténtico y saber que estás haciendo cosas que van en contra de tus verdades.

Durante muchos años, he estado dejando la vida pasar sin hacer lo que realmente quería. Ni tan si quiera llegar a planteármelo por qué no me sentía seguro de mí mismo. Quizás porqué ni lo tuviera claro. Ir en contra de mi autenticidad tuvo un precio alto. Me he llegado a sentir vacío y frustrado de forma continuada hiciera lo que hiciera. Pero eso quedó atrás simplemente siendo más sincero conmigo mismo. Empecé a respetarme y las relaciones sociales mejoraron. Empecé a dejar de jugar papeles que no me correspondían y a dirigir mi vida.

 

Cuando me amé de verdad,

dejé de desear que mi vida fuera diferente,

y comencé a aceptar todo lo que acontece,

y que contribuye a mi crecimiento.

Hoy eso se llama… Madurez

 Los que me conocen saben que en los últimos años no he dejado de crecer. Un cúmulo de experiencias durante este tiempo me han hecho ir avanzando, a veces mucho más lento y de una forma más hostil de lo que hubiera deseado. Pero todo este camino es parte de mi crecimiento personal y conforma la persona que soy ahora. Sí que hay veces en las que me planteo cómo hubiera sido mi camino sin tsunami, pero ya lo debo de tener tan interiorizado que realmente no quiero que mi vida sea diferente. En este punto he conseguido quitarme muchas capas de miedos e inseguridades. ¿Quizás sea un síntoma de madurez?

 

Cuando me amé de verdad,

comencé a percibir que es ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona,

sólo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento,

o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.

Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto

 Me doy cuenta de que he aprendido a conocerme y respetarme más a mí mismo. He sabido esperar y no forzarme a afrontar muchos de los retos que tenía por delante hasta que no me sintiera preparado. Y así voy a seguir actuando. Y lo mismo que me aplico a mí, lo intento trasladar a los demás. Me gustaría cambiar muchas cosas de las que me rodean, seguro que inconscientemente para mi propio beneficio. Posiblemente no sirva de nada porque o bien no sea el momento o la persona no esté preparada para ese cambio.

 

Cuando me amé de verdad,

comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable:

personas, situaciones y cualquier cosa

que me empujara hacia abajo.

De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.

Hoy se llama… Amor Propio

No me he considerado nunca una persona egoísta. Este concepto de Amor Propio que nos traslada Chaplin, más que como una liberación de personas o cosas que no nos son saludables, lo interpreto como el intento de salir de forma continuada de la dinámica de trabajo y obligaciones para trazar nuevas rutas basadas en actividades diferentes que realmente siento que me apasionan. Seguro que me llevo más sorpresas positivas de las que espero.

Si eso es amarme más a mí mismo, lo estoy empezando a practicar.

 

Cuando me amé de verdad,

dejé de temer al tiempo libre

y desistí de hacer grandes planes,

abandoné los mega-proyectos de futuro.

Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta,

cuando quiero, y a mi propio ritmo.

Hoy sé que eso es… Simplicidad y Sencillez

Aquí me quedo solo con parte del verso de Chaplin. En estos últimos meses si me he dedicado mucho más a hacer lo que me gusta y me apetece en cada momento. Si eso es ser simple, soy un simplón. Ahora bien, no he abandonado ni un momento mis proyectos de futuro. Mis planes a largo plazo se mantienen en mi horizonte.

Considero también que abrirme más a la gente, por ejemplo, con el blog, es un ejercicio de simplicidad. Una simplicidad o sencillez asociada a naturalidad y transparencia que me ha dado la oportunidad de darme a conocer tal y como soy.

 

Cuando me amé de verdad,

desistí de querer tener siempre la razón,

y así erré menos veces.

Hoy descubrí que eso es… Humildad

Pocas cosas me definen tanto como persona. Reconozco que a veces peco de ser incluso demasiado humilde. Soy lo opuesto a un perfil de persona con un gran ego y poca empatía que quieren tener siempre la razón. No me especializo tampoco en generar disputas continuas ni en desestabilizar la armonía de un grupo. El saber escuchar, saber entender los silencios, ser receptivo, cercano, cómplice, es algo que me ha ayudado durante estos años a ser agradable en la convivencia y a que mucha gente esté a gusto compartiendo momentos conmigo.

En mis propósitos está el que mi humildad no se confunda con ser débil o ingenuo. Todo lo contrario, me ha de aportar lucidez y una fuerza particular para ver las cosas en toda su realidad.

 

Cuando me amé de verdad,

desistí de quedarme reviviendo el pasado,

y preocupándome por el futuro.

Ahora, me mantengo en el presente,

que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.

Y eso se llama… Plenitud

Para mí vivir en plenitud está siendo tomar conciencia y disfrutar de todo lo que me está pasando sintiéndome fuerte y capacitado para lo que pueda venir. Está siendo ante todo una actitud que me permite valorar lo que tengo después de todo lo que he vivido. Es sentirme también capacitado para aceptar lo que no se puede cambiar, atreverme a cambiar lo que sí se puede y seguir progresando sin perder mi equilibrio personal.

 

Cuando me amé de verdad,

percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme.

Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón,

ella tiene una gran y valioso aliado.

Todo eso es… Saber Vivir

 

No debemos tener miedo de cuestionarnos,

de hecho hasta los planetas chocan,

y del caos suelen nacer la mayoría de las estrellas.»

 

Charles Chaplin

Estrenar la paternidad y enfrentarse a lo nunca esperado

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Imagino que debe haber diferencia entre debutar como padres de un niño sin ningún tipo de dificultad, que hacerlo con uno que tiene alguna discapacidad. Todo lo que nos resulta nuevo como padres, es doblemente nuevo y más aún desconocido por la sola razón de no tener punto de comparación alguno. Y no me refiero a que nuestros hijos sean de otro planeta, pero en nuestro caso, el solo hecho de no preparar una mamadera/biberón para alimentar a Luján o no tener que cambiar un pañal sino una bolsita de colostomía, hacían que todo lo visto anteriormente no sirviera de mucho. Era todo nuevo y un tanto extraño.

A pesar de que todos se imaginarán que lo lógico es estrenar la paternidad con el nacimiento del primer hijo, en nuestro caso, siento que tuvimos tres ocasiones muy marcadas en ese debut, algo poco común para la gran mayoría de la gente. La primera vez fue ese día, con el shock del parto prematuro y la noticia de su grave estado de salud, con el corazón alegre y a su vez destrozado, teniendo esperanza, ilusión, desconcierto y miles de sentimientos encontrados que nos acompañaban en nuestro nuevo rol. Este tiempo duro dos meses y medio, donde visitábamos a Luján dos veces al día, solo podíamos tocarla a través de la incubadora y ya en el último tiempo nos permitieron sacarla y tenerla en brazos (eso fue recién al mes de nacida).

La segunda vez, sucedió con el traslado desde la Neonatología de Tucumán a la Terapia Intensiva Pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires. Traíamos encima el cansancio y el estrés enorme de haber realizado un viaje de emergencia y nos informaron que del cuidado de Luján debíamos encargarnos nosotros sus padres y que los enfermeros solo le darían la medicación y nos asistirían. Pasamos de verla dos veces en el día muy bien puestita en su incubadora, a tener que aprender en menos de 24 hs. como cambiar la bolsa de colostomía, a alimentarla por el botón gástrico y a aspirar su saliva cada 15 minutos para que no se ahogara… Pienso que ese fue el verdadero debut. Lo recuerdo y mis pensamientos se cargan de sentimientos, no solo de imágenes. Sentimos temor. Pedimos que la enfermera la cuidara por media hora y nos cruzamos al bar del frente del hospital a tomar algo más que un café… nos cargamos de coraje, nos pusimos el equipo al hombro, aceptamos la nueva misión, nos encomendamos a Dios y volvimos con Luján. Los siguientes dos meses fueron muy duros y merecen otro capítulo.

Y, por último, lo que la mayoría vive a las 48 hs. de tener un bebé, nosotros lo vivimos a días de que nuestra hija cumpliera el quinto mes y que fue lograr el alta, que viera la luz del día y llevarla a casa. Antes de salir, recuerdo que pedimos que le pusieran los aritos que teníamos muy bien preparados, y recién así, muy felices, salimos a la calle. Nos sacamos una hermosa foto en la esquina con el hospital de fondo. Pasamos esa primera noche los tres juntos en el que era nuestro hogar en Buenos Aires y finalmente a las pocas semanas volvimos a Tucumán.

Quisiera volver al punto inicial. ¿cómo encaramos este nuevo desafío de ser padres primerizos con todas estas particularidades? Pienso que la clave está en aceptar y afrontar día a día cada nuevo desafío.

Y me detengo en la palabra ACEPTAR. «La mayoría de las ocasiones la resolución del problema se basa siempre en la aceptación de éste, es decir, en amar la situación y entonces ésta comenzará a resolverse mágicamente» dice Ignacio Huerta, un conferencista motivacional. Nosotros creemos que los planes de Dios son perfectos y que aceptarlos es el camino que nos conducirá a buen puerto, a pesar de que todo parezca un tanto caótico o ilógico… Es poder confiar, y aparecerá la ayuda divina siempre oportuna o la mágica solución como la llama Huerta.

Me toca a diario compartir con otros padres que tienen hijos con discapacidad. La gran mayoría los acompañan, abogan por su bienestar, aceptan la realidad y mejoran junto a sus hijos. Sin embargo, hay otros menos, que no pueden avanzar, que quedan detenidos en ese diagnóstico que no pueden aceptar y todo se vuelve caótico, tanto para el niño como para toda la familia. No todos somos iguales y por ende tampoco reaccionamos de igual modo, pero ratifico que el punto en común y determinante para lograr la armonía y la felicidad de una familia con un hijo con discapacidad es ACEPTAR y saber que tenemos un gran tesoro, con diferencias, como todos al fin y al cabo, pero con un gran potencial para desarrollar otras capacidades que nos sorprenderán día a día, nos emocionarán y nos darán el sabor a recompensa por todo el amor y el esfuerzo invertido en la tarea bien realizada (sólo la voluntad basta) para sabernos capaces de ser esos «padres diferentes y comunes» a la vez. Es dejar de lado el miedo a equivocarnos y animarnos a fallar, levantarnos, re direccionar y avanzar, y así miles de veces. Estoy segura que nuestros hijos nos van a agradecer tal acto de valentía.

salida del hospital

Para finalizar y viendo el título del post, pienso quizás que, de algún modo ante la discapacidad de un hijo, sea éste el primero o el último, todos nos sintamos en ese momento padres primerizos. Lo importante será abrazarnos a esa situación, amarla y aceptarla. Les aseguro que esa es y será la llave de la primera puerta que nos conducirá hacia una paternidad y una vida maravillosa.

Mariana Prado

Cómo amar a alguien mas que a nosotros mismos

por que

Ese es el primer pensamiento que me invadió cuando llegó el tsunami y sigue acompañándome, porque no hay mayor dolor para una madre que cualquier cosa negativa, en cualquier sentido, que les pueda suceder a los hijos.

Creo que solo dejas de ser egoísta cuando tienes hijos y te das cuenta de cuanto se puede querer a alguien.

Fue una época dura sobre todo para Sergio yo no voy a quejarme, no tengo derecho.

En esa primera etapa yo no actué como médico, esa carga se la echó a la espalda su padre que lidiaba con las informaciones médicas incomprensibles y durante mucho tiempo sin justificación científica clara. Con una delicadeza y un mimo especial me las transmitía a mi y entre los dos intentábamos explicarle a Sergio lo inexplicable dándole siempre un aspecto positivo, difícil de encontrar a veces por lo que teníamos que ponerle mucha imaginación.

Así que yo solo tuve que ejercer de madre, solo tuve que amar y no hay mayor demostración de amor que entregarle a alguien lo mas preciado que tenemos » dedicarle todo tu tiempo»

Mi misión era que Sergio se sintiera seguro y protegido, eso es siempre una madre : refugio y retaguardia

Lo difícil era intentar ocultar toda la preocupación, la tristeza y la incertidumbre por la evolución de «eso» que estaba pasando. ahora leyendo el blog de Sergio me doy mas cuenta de todo el cariño que había en nuestra familia, nosotros disimulábamos por él y él que era consciente de ello  a su vez hacia lo mismo.

Un día paró aquel monstruo que crecía en la cabeza de Sergio, no sabemos  muy bien porqué, pero bien venida aquella resonancia magnética que demostraba que el tsunami se retiraba.

Entonces empezó otra etapa, darle naturalidad al absurdo de tener que ayudar a tu hijo de 29 años a reaprender las cosas sencillas que ya le habías enseñado en la infancia como vestirse solo, hablar, atarse los zapatos con una mano, abrir y cerrar objetos…en definitiva ponerte muy pesada (como solo sabemos hacer las madres) en todo lo relacionado con su rehabilitación, en como ayudarlo en su aceptación de la situación, la difícil reincorporación laboral y aprender tu misma a dejarle volar solo de nuevo.

Todo esto es muy largo y si Sergio me lo permite se merece un capítulo a parte en el que me gustaría también incluir a todas las personas que estuvieron siempre ahi ayudando, cada uno a su manera, con paciencia y respetando un cierto aislamiento familiar intimo, necesario y al que nos auto sometimos durante un tiempo.

Que sencillo me resultó ejercer de madre, Sergio me lo puso muy fácil es una persona de 10!

Igual que mis otros dos hijos y su padre, que quizás tuvieron sensación de un cierto abandono, pero que sin ellos todo hubiera sido mucho mas difícil. Ojalá los 4 se sientan tan orgullosos de mí como yo me sentí de ellos.

Sergio sigue así y no hagas planes pequeños, no tienen magia !!!

Quisiera concluir, por hoy, compartiendo la definición que hace José Saramago de lo que es un hijo, no hay nada que añadir:

«Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de como amar a alguien mas que a nosotros mismos, de como cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros,aprender a tener coraje. Si, ¡Eso es! Ser padre o madres el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado

¿perder? ¿como? No es nuestro, fue apenas un préstamo….el mas preciado y maravilloso préstamo ya que son nuestros solo mientras no pueden valerse por si mismos, luego le pertenecen a la vida, al destino y a sus propias familias. Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros YA NOS BENDIJO CON ELLOS»

Montse González