Aprender a cerrar etapas para avanzar

capitulo.jpg

Después de casi dos semanas de aclimatación a la nueva rutina, se puede decir que inicio mi nueva vida a velocidad de crucero. Los días iniciales de mudanza invadidos por cajas y con la casa patas arriba por fin son historia. Menos mal que ésto se hace de forma ocasional porque ha acabado siendo agotador. Dejarme unas primeras palabras para agradecer a los que tengo cerca por su ayuda. Mi madre en Madrid para empaquetar todo de forma brillante y aquí en Valencia, Marta y su familia se han pegado literalmente panzadas a desembalar, colocar, montar y limpiar. Yo he echado, nunca mejor dicho, “una mano” en todo lo que he podido.

Ahora sí puedo decir, que estoy instalado del todo en mi nueva ciudad.

Han sido unas semanas muy intensas, no sólo por el lío de la mudanza y el cambio de escenario en mi vida, sino que anímicamente, he tenido que gestionar de la mejor manera el cierre de un ciclo de 7 años en Madrid. Pasados los días, puedo describir mejor los sentimientos encontrados. Se ciñe bastante a eso que llaman una dulce pena. Tristeza por lo que dejas con una mezcla de ilusión y expectación por lo que llega. Por muy bueno y deseado que sea el cambio, he vivido aferrado a mi vida en Madrid y a la gente que me ha acompañado. He tenido muchos días para ir haciéndome a la idea de que me tenía que ir desenganchando de todo y por mucho que lo he intentado controlar, ha habido momentos tristes. Posiblemente hayan sido necesarios y hayan cumplido su papel. Favoreciendo a la reflexión y la introspección. Dentro de estos sentimientos de tristeza se juntaban los de nostalgia por acordarte de buenos momentos, pero también los desagradables al recordar fases de hundimiento y soledad. Seguramente en ese punto es donde me he dado cuenta de lo superado y de lo fortalecido que he salido para seguir adelante y responder a todo lo que esté por venir. Se podría decir que la tristeza hizo su trabajo.

La verdad es que disfruté mucho de mis últimos días en Madrid. Llegué a ese punto de apreciar esa misma realidad que conforma tu rutina de forma distinta. Me dediqué a contemplar todo lo que me rodeaba sin estar inmerso en la monotonía para darme cuenta conscientemente de lo que dejaba atrás.

En muchos momentos ha sido difícil manejar todas las emociones y no derrumbarse, sobre todo en las despedidas. Esta vez se trataba de cerrar una gran etapa de mi vida en muchos sentidos. Una etapa clave que me ha ayudado a impulsarme. Una etapa que me ha marcado y siempre me va a acompañar y va a incidir en lo que soy de cara al futuro. Pero por muy bueno que haya sido y por mucho que me haya reportado, es un ciclo que tenía que cerrar de alguna manera. Considero que solo así podía comenzar de una forma óptima esta nueva etapa.

Quise cerrar este ciclo volviendo al punto donde empezó todo. No es la primera vez que lo hago así. Es mi manera de despedirme y hacer balance construyendo en mi cabeza un momento de memoria rápido sobre lo vivido. Entregué las llaves del piso y de camino al metro para ir a Atocha, me acerqué al lugar donde llegué de Barcelona en enero de 2012. A la calle Padre Jesús Ordóñez con López de Hoyos. Allí pasé mis primeros meses en la capital. Durante ese corto trayecto a pie, me dio para repasar, de forma rápida, el comienzo y los momentos más relevantes que conformaron mis años en Madrid. En un instante se te pasan por la cabeza cantidad de vivencias positivas y también complicadas. ¿Qué he aprendido y qué me falta aprender?. Todo lo que me ha aportado en mi crecimiento y en la superación de mis limitaciones. Esa fue la mejor manera de decir adiós.

Pero el motivo no solo era ese, también quise aprovechar para despedirme de alguien especial. En la portería de al lado de mi antiguo piso, como si nada hubiera cambiado, sigue trabajando aquella simpática mujer que conocí casi al llegar y con la que he seguido manteniendo relación todos estos años. Siempre nos hemos tenido mucho cariño que se ha conservado a pesar de no vernos muy a menudo. Ella era la última persona de la que me iba a despedir. En esa conversación llena de recuerdos empecé a notar la dificultad para gestionar los sentimientos que te vienen de golpe. La puntilla vino cuando me dijo lo que había mejorado durante estos años y que me deseaba lo mejor en mi nueva vida. En ese instante no lo pude evitar y me desmoroné. Me puse a llorar como un niño. Seguramente me hacía falta por todo lo que había estado aguantándome durante días. Entiendo que era lo que le faltaba a todo ese proceso de aceptación, de dejar ir. No quise alargarlo más y entre lágrimas, cogí mi maleta y emprendí el mismo trayecto repetido durante los últimos años.

Quiero seguir ligado de alguna forma a Madrid y por supuesto seguir en contacto con mucha gente, pero mi primera tarea es dejar ir de forma consciente durante un tiempo para encarar de pleno todos los sentimientos y la incertidumbre que me provoca mi nueva realidad. Quiero que este comienzo sea mi foco de atención y no quiero perderme ni un instante.

Tengo que reconocer que cerrar este ciclo me hacía falta y ha sido vital para mi salud mental. Y no solo porque seguir con el ritmo de vida que llevaba de viajes, “soledad” y monotonía, mucho tiempo más, seguro que hubiera sido perjudicial. Se había convertido en algo imprescindible porqué mi presente ya no avanzaba. De alguna forma me había estancado y era necesario este cambio para dar pasos adelante tanto en lo personal como en lo profesional. Este cierre de ciclo lo enfoco como una gran oportunidad para poner en práctica lo aprendido hasta el momento, para evolucionar en los logros y seguir puliendo lo que aún está en bruto.

Me siento en calma y con muchas ganas de disfrutar de cada momento que me brinde el camino, gracias a todos los que seguís cada publicación del blog, dar pasos sintiendo que estáis ahí es el mejor apoyo para hacer un largo recorrido.

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando la sociedad empiece a ver a la persona antes que a la silla seguro que se acabará la discriminación, entrevista a Mari Paz Jiménez

portada historias mari paz.jpg

Cuéntanos un poco acerca de ti, ¿Quién es Mari Paz?

Nací  un 15 de diciembre de 1988 me considero una chica de lo más normal, que me encanta el deporte, me aburre la monotonía y súper positiva, que el día 23 de Julio de 2004, a la edad de 15 años, dejé de andar para empezar a rodar. Sufrí un accidente de tráfico que me produjo una lesión medular que me postró en un silla de ruedas de por vida. Pero con trabajo y esfuerzo conseguí ser una mujer independiente y totalmente realizada. Que no tiene intención de que nada le frene y conseguir todos los objetivos que me propongo, a pesar de mi situación.

maripaz.jpg

De qué estás más orgullosa? ¿Te arrepientes de algo?

De lo que siempre puedo presumir es de la gente que tengo alrededor. De mis padres, mí hermana y la familia que he escogido,  que son mis amigas, que pase lo que pase siempre puedo contar con todos ellos.

No creo en eso de arrepentirse, sí  hice algo en ese momento y me salió bien, seguro que lo disfruté y si me salió mal, algo aprendería.

Cual ha sido el momento negativo más impactante en tu vida?

Quizás no el más negativo, sino el más impactante fue el día que entré a quirófano para realizarme la operación después de padecer el accidente.

Qué pasó?¿Cómo te marcó?

Estaba esperando en la camilla junto con mis padres a que me llevaran para quirófano y de repente me fijé que mi padre empezó a llorar, en mi vida lo había visto así y ese fue un momento que me marco mucho.

Cómo has superado esa adversidad que te ha puesto la vida? ¿Qué papel han jugado los que te rodean?

Pues nunca lo he pensado demasiado, solo asumí que mi situación había cambiado y que tenía dos opciones o padecerme de mí misma y regodearme en el dolor o luchar y conseguir que mi vida volviese a ser la de antes. Así que me puse a pelear.

Mi familia en todo esto tiene el papel principal, siempre han estado apoyándome y animándome en todo, y si algún día se vuelve un poco gris pues ahí están ellos para no dejarme caer.

53008514_331901634125378_1761717807256436736_n

Qué te enfada y que te devuelve la sonrisa?

Pues soy muy difícil de enfadar, no me gusta perder el tiempo en ese tipo de nimiedades y concentrarme en cosas que no me hacen bien. Así que me enfado poco y si lo hago, no me dura mucho.

Y la sonrisa, pues soy de risa fácil y una cerveza al sol con amigas devuelve la sonrisa a cualquiera.

Qué crees que les hace falta a muchas personas para encarar la vida con más optimismo?¿Cuál sería tu consejo?

Mi consejo sería en que realmente se concentren en las cosas importantes y que cuando algo nos sale mal no centrarse en el problema, si no en buscar la solución y si no la tiene pues a otra cosa.

Cómo crees que el deporte puede ayudar a la gente que pasa por dificultades o que se enfrenta a una discapacidad?

El deporte a mi me a ayudado a confiar mucho mas en mí y en mis posibilidades, a ser más independiente a ver que soy capaz de realizar cualquier cosa que me proponga, yo animo a cualquier persona que tenga una discapacidad o que pase por alguna dificultad, a probar algún tipo deporte, te sientes más animado,  te sociabilizas y tu cuerpo se siente mucho mejor.

54433171_395894381190143_3124416148938948608_n

Te has sentido alguna vez discriminado?¿Cómo reaccionaste?

Quizás he tenido mucha suerte pero nunca he sentido ninguna discriminación. Bajo mi humilde opinión si que veo que falta en la sociedad más normalización e inclusión con el tema de la movilidad reducida,  que yo me considero una persona de lo más normal, supongo como todo el mundo que esté en mi situación y cuando la sociedad empiece a ver a la persona antes que a la silla seguro que se acabará la discriminación.

53723663_2299618593643027_7627202107640119296_n

Qué te hubiera gustado hacer y sabes que ya no podrás?

Pues por ahora no he encontrado nada que no pueda realizar, así que nada.

Qué te genera ansiedad?¿Cómo lo afrontas?

A mí ansiedad hay pocas cosas que me las generen, quizás cuando tengo que guardar reposo por algún tipo de situación o dolencia, porque me considero “un culo inquieto” como me dicen mis amigas y ahí es cuando me desespero un poco, pero nada, aprovecho para ponerme al día con libros que me interesan y que no me da tiempo a leer, a ver series y a tener mucha paciencia.

Cómo valoras a la sociedad en la que vivimos?¿Qué nos falta para que la consideres mejor?

A mi parecer lo que le falta a la sociedad es un poco más de empatía y de concienciación, que dejemos de mirarnos nuestro propio ombligo y miremos un poco mas allá. Así conoceremos más al que tenemos a nuestro lado, sus necesidades y podremos ayudarnos un poco más los unos a los otros.

Si pudieras organizar con antelación tu último día de vida, ¿Qué harías? ¿Cómo lo pasarías?

Pues me encantaría realizar tantas cosas que espero hacerlo antes de que  llegue ese día y el  último, dedicárselo por completo a los que mas quiero que son mi familia y amigos,  disfrutando de su buena compañía y con muchas risas.

Un libro, una película, un lugar, un plato, alguien a quien admiras? Explica el porqué los recomiendas.

Me encanta la literatura romántica, recomendaría cualquier libro de la escritora Elisabeth Benavent, pero mis favoritos sin ninguna duda son la “Saga de Valeria”, son cuatro libros en los que me reí y me divertí  leyéndolos y releyéndolos un montón.

Mi película mi favorita aunque  sea de dibujos animados sigue siendo ”Buscando a Nemo”, a pesar de que el pececito tiene una discapacidad él no la tiene en cuenta y se ve capaz de todo.

Pues no he viajado todo lo que me gustaría, pero donde siempre me gusta volver por supuesto es a mi casa, a Medina-Sidonia, que a pesar que no es muy accesible por sus empinadas cuestas, es un pueblo precioso y con muy buena gente además de su estupenda gastronomía, así que por que no recomendarlo.

Disfruto mucho con la comida y me encanta probar cosas nuevas, pero el mejor plato de todos sin ninguna duda es el puchero de mi madre, inigualable.

Pues estoy rodeada de personas admirables así que es muy difícil quedarme con alguna, pero mi madre es una de ellas, es la persona con más fuerza que conozco, siempre está luchando y nunca desfallece, a parte de ser increíble como mujer y amiga.

Un momento perfecto y con quien compartirlo.

Para mí un momento perfecto, amigos,  sol y una copa de vino, no se me ocurre nada mejor.

Con qué odias perder el tiempo?

Con cosas que realmente que no tienen importancia, por eso suelo enfadarme poco, y quedarme siempre con lo bueno.

Cual es tu próximo reto?

Mi reto a largo plazo, aprobar las oposiciones de auxiliar administrativo,  llevo dos años estudiando y a pesar de aprobar en algunas ocasiones, nunca he conseguido plaza, pero se que esto es una carrera de fondo y no de velocidad así que seguiré estudiando hasta conseguir mi objetivo.

Mi reto a corto plazo tiene que ver con el deporte, soy una enamorada de él, así probar todos los deportes adaptados que estén dentro de mis posibilidades, he probado el Padel,  en el  que ya estoy Federada y juego en convocatorias de campeonatos por toda España, también he probado el esquí y es increíble la sensación de libertad y velocidad que siento al practicarlo, y ahora quiero seguir con el ciclismo y el paddel surf.

Qué contenidos te gustaría encontrar en un blog como este? Animarías a mas gente a participar en el? Como?

Pues gente que cuente su historia y que ayude al lector que este pasando por alguna mala situación que nada es para siempre y que hay que luchar, que si no será siempre batalla perdida.

Animaría a todo el mundo, a leer las entrevistas o que se atreviera a contar su historia.

 

Cómo dar el primer paso hacia lo que de verdad te apasiona

IMG_2740.jpg

No debí aprender la lección de que todo se puede esfumar en un instante después del tsunami. Cuando fui capaz de volver a la normalidad, proseguí con mi vida de forma monótona y sin pasión. Te levantas, vas al trabajo, pasas el día de jornada laboral, regresas a casa para ver la televisión algunas horas, te vas a la cama y repites esta rutina cada día. Este hábito solo se ve alterado por un mínimo de vida social y el gimnasio. Podría haber seguido tranquilamente con ese ritmo durante mucho tiempo y no niego que sigan habiendo días así, pero llegó el momento en el que no me era suficiente.

En estos últimos años esa tendencia ha cambiado. Yo estoy cambiando. En algún momento hubo un punto de inflexión. No sé deciros el momento exacto en el que se produjo porque ha sido más bien una evolución que ya no la para nadie. Creo que la solución ha estado en empezar a vivir la vida con pasión. Sin duda el factor clave llegó en el momento que empecé a estar al lado de alguien maravilloso que pone mucha pasión en todo lo que hace y la transmite a los demás. A mí no deja de ponerme las pilas. Cuando estoy con ella disfruto mucho más intensamente de lo que hago, creo que esto de la pasión se contagia.

En un post anterior ya os comenté que dentro de mis objetivos de este año está el empezar a encarar mi vida hacía lo que tenga sentido. Y es tan “sencillo” como conseguir que mis pasiones se sitúen en el centro de mi vida. Me ha costado lo mío meditar y pasar a la acción. Nunca he sido demasiado rápido en este sentido. Le doy muchas vueltas a todo y pierdo mucho tiempo valorando pros y contras en vez de lanzarme de cabeza sin pensar.

Y es que dedico la mayor parte de las horas del día a mi trabajo. Doy lo mejor de mí. Hay muchas cosas de las que hago que no se me dan mal y que no me desagradan. Pero afirmar que me apasiona lo que hago ya son palabras mayores. Dentro de lo que yo considero como vivir una vida apasionada está el dedicarte profesionalmente a lo que ames y te auto realice. Por eso siento que parte de mis metas personales han de estar alineadas con las profesionales. De lo contrario es difícil llegar a un equilibrio y sentirme plenamente realizado. Seguro, muchos estáis pensando, que quizás el hacer esta reflexión a estas alturas llegue tarde. Son incontables las veces que me he preguntado ¿qué pasaría si me dedicara a algo que me llenara y diera más sentido a mi día a día?.

Mucha gente no sabe cuál es su verdadera pasión. No siempre es fácil tenerlo claro y tampoco es nada malo. A veces es la vida la que te guía hacía algo que, sin saberlo de antemano, se convierte en lo que amas. A otros, no nos ha pasado lo mismo. Lo hemos tenido bastante claro de siempre, pero hemos seguido nuestra vida rígida dejándonos arrastrar por las obligaciones diarias. Mientras nuestra verdadera pasión ha ido por otro camino paralelo con el que nunca nos vamos a cruzar a no ser que pongamos remedio. Nos vamos cargando de creencias que nos limitan y nos desconectan de nuestra esencia más natural y espontánea. No nos hemos atrevido a apostar ni arriesgar de verdad por nuestra pasión. Algunos hemos intentado empezar el proceso de dedicarte a lo que te gusta de forma recurrente, pero con muchas dudas y sin creer en nosotros mismos, lo que hace que al final el proceso se complique y sea más factible darnos por vencidos.

A mí no me ha resultado complicado encontrar mi pasión. No me ha hecho falta eso que aconsejan los manuales de darte un tiempo de reflexión para indagar en tu interior y verificar qué es lo que te hace vibrar. Y sé que no me estoy confundiendo con lo que me entretiene o se me dé bien. Evidentemente os estoy hablando del fútbol. Es sin duda mi pasión. Y la forma de sentirla es mía, única e irrepetible. Los que me conocen bien lo saben.

Sin ir más lejos, un ejemplo. Hace unas semanas tuve la oportunidad de asistir a un partido de la tercera división catalana donde el Santfeliuenc consiguió un meritorio empate contra el Llagostera. Al acceder a las instalaciones ya notaba cómo me llegaban una inmensidad de sensaciones de mis años de fútbol. Es como cuando sientes que vuelves a un lugar al que perteneces. En el que te sientes a gusto. La práctica del fútbol es algo que el tsunami si se llevó. Pero no me arrebató el seguir sintiendo la pasión por este deporte. Todos estos años lo he compensado viendo mucho fútbol como espectador. Hace tiempo que dejé de estar anclado por la nostalgia de no poder practicarlo. Mi abuelo decía que siempre se sentiría joven cuando viera un balón y tuviera ganas de chutarlo. A mí, esas ganas no se me han ido y creo que nunca se irán, simplemente he aprendido a llevarlo.

Ahí estaba ese frío sábado por la tarde disfrutando como un niño. Gritando, animando, concentrado para analizar el juego y corregir tácticamente lo que no me cuadraba. Qué necesidad de vivir de forma tan intensa y con ese despliegue de energía, ¿verdad? No lo puedo evitar. Mi hermana y mi padre veían como el rostro se me iluminaba y dejaba de hacerles caso. Me absorbe el juego de tal manera que no existe nada más. Es como si entraras en un estado en que tu mente fluye y todo toma sentido entre todas las variables que componen el juego. Me despreocupo y los problemas que se me van planteando me parecen apasionantes desafíos a los que me enfrento con gusto. No creo que haya dudas de que ésta es mi gran pasión.

Por un momento me imagino qué representaría incluir el fútbol de nuevo en mi vida. Significaría volver a disfrutar saboreando cada momento como si fuera el último. Sé que  podría alcanzar una plenitud interior que me permitiría desarrollar todo mi potencial. En ese escenario es donde reconocería mis miedos que aún resuenan diciéndome que la discapacidad me limita, me enfrentaría a ellos y no permitiría que me sobrepasasen ni por un instante. Sé que solo en ese estado conseguiría tomar el control de mi vida. Y es que cuando me apasiono por algo, casi sin pensarlo adquiero una infinidad de herramientas para lograr lo que se me ponga por delante. Soy consciente de que siempre encontraré motivos para enojarme, estar triste o darme por vencido y que llegaré a pensar que esto que inicio no llevará a ninguna parte. En esos momentos, requerirán que me obligue a sacar la mejor actitud y a afrontar todo con la mejor de mis sonrisas.

Lo siguiente que tengo que plantearme es a dónde quiero llegar en ese terreno de forma profesional. En realidad, tampoco estaría tan alejado si intentara aplicar mi perfil de analista en este campo del deporte. Sería una forma de llegar a formar parte de un equipo técnico.

Siguiendo mi línea de cambio ya me he puesto manos a la obra, recientemente he empezado a cursar un Master de Dirección Metodológica, Análisis y Scouting en Futbol. Que subidón me da sólo al escribirlo. ¡Lo que voy a disfrutar! No sé hasta dónde me llevará esto. Por ahora seguirá siendo un hobbie que ocupará mi tiempo libre pero que quiero que vaya ganando fuerza y a lo que deseo algún día poder dedicarme profesionalmente. En paralelo y en función de mi tiempo, también quiero sacarme el título de entrenador que lo complementará todo.

Dicen que pasión y éxito son dos ingredientes inseparables, vamos a ver si es verdad. Espero que esto sea el combustible que mantenga mi energía para no dejar de dar pasos y no tirar la toalla a la primera de cambio. Soy consciente de que me lo tengo que tomar muy en serio para ser cada vez mejor en este ámbito y que todo esto va a demandar mucho tiempo que intentaré sacar de donde sea.

Es ahora cuando quiero darme otra oportunidad. Es ahora cuando estoy recuperando mi actitud más soñadora que conecta con aquel niño al que su abuelo le inculcó los valores de este deporte. Voy a apartar todas las limitaciones mentales que me he auto impuesto y no ser conformista. ¿Por qué tengo que poner límites a mis sueños? Para mantener esta inercia tendré que ser tenaz y apostar realmente por ello cuando llegue el momento. Lo que si tengo claro es que voy a empezar a invertir mi tiempo y energías en lo que realmente me reporte.

El blog me está enseñando que pocas cosas son tan estimulantes como compartir con los demás. Hoy os descubro mi verdadera mi pasión.

¿Qué supondría ser padre?

paternidad.jpg

La verdad es que antes del tsunami nunca me había planteado seriamente la idea de ser padre. Estaba tan centrado en disfrutar intensamente del día a día que ni se me pasaba por la cabeza. Bien, pues de eso hace ya diez años. Es curioso que empieces a pensar en la paternidad después que te suceda algo así. Y que lo tengas que hacer con unos condicionantes añadidos con los que antes no contabas. ¿Por qué ahora? Esta sociedad lo vende como el único y siguiente paso hacia tu felicidad, puede ser el factor de la edad el que provoque que me diga a mí mismo que si me lo planteo ha de ser ahora o simplemente será porqué tengo ganas de lanzarme a vivir una nueva experiencia.

Dicen que ser padre te cambia la vida, que cambian tus prioridades. Eso al menos es lo que me llega de los padres de mi entorno. Siempre se ha dicho que ser madre o padre no es una tarea fácil, la pregunta que me hago es: ¿cuánto más se complica teniendo una discapacidad?.

Durante estos últimos años se ha ido produciendo una lucha interna cada vez que este tema ha aflorado en mi cabeza, ganaban más las voces negativas. Esas que me formulaban preguntas que parecían aterradoras. ¿Cómo vas a tener un hijo si no le podrás coger en brazos? ¿Cómo te las apañarías para cambiarle el pañal, bañarle o vestirle? ¿Cómo saldrías corriendo detrás suyo? ¿Cómo se lo vas a contar cuando crezca y note algo diferente en ti? Etc. He pasado por épocas de llegar a infravalorarme y cuestionarme tanto a mí mismo que posiblemente he estado descartando algo que me apetecía vivir. Me parece que esas voces no se van a callar y siempre van a estar ahí.

Al fin y al cabo, no son más que los miedos a los que me sigo enfrentando cada día. Miedos a no poder desempeñar ciertas actividades o sentirme vulnerable. Son ese tipo de mensajes que estoy aprendiendo a ignorar. Pero supongo que estos monstruos se hacen mucho más grandes porque el plantearte ser padre son palabras mayores. Es una gran responsabilidad. Si se diese el caso, ya no importarían los obstáculos y no habría más opción que hacerlo bien. ¿Pero qué es hacerlo bien? Cada persona lo afrontará a su manera, esto depende de mil circunstancias. Si das todo lo que tienes, ¿qué puede salir mal? Y entonces me pregunto si mis miedos son realmente tan distintos a los de los demás.

Lo fácil sería plantearlo desde los múltiples inconvenientes añadidos y acabar descartándolo, pero quiero hacerlo de una forma diferente y poner por delante todo lo bueno que me traería esta nueva etapa en mi vida. Si quiero ser honesto conmigo y con todo el camino que llevo recorrido, lo tengo que enfocar desde la normalidad y no desde la discapacidad.

Es en estos momentos cuando te cuestionas acerca de la paternidad que, inevitablemente, haces un recorrido visualizando la figura de los padres que he ido conociendo. Empezando por el mío que tanto me ha aportado. Alguien tan distinto a mí que me llenó de cariño pero que no dejaba de ponerme las pilas cada vez que hacía falta. Y en paralelo el papel más comprensivo que jugaba mi abuelo. ¿Hubiera cambiado algo si ellos hubieran tenido algún tipo de discapacidad? La verdad es que estoy seguro de que no.

Y entonces cuando tenía quince años llegó un bebé a casa que llenó aún más si cabe nuestras vidas. Mi hermana pequeña fue un subidón para toda la familia. Esos años pude experimentar muy de cerca lo que representa cuidar de un bebé y también lo puedo tener como referencia.

Otro momento muy significativo de mi vida está también vinculado con la llegada al mundo de otro niño. Fue cuando me propusieron ser padrino, a los años de pasar el tsunami. En el momento que te dicen que te escogen a ti para jugar el rol de padre si a ellos les pasará algo me llenó de emoción. ¿Qué habrían visto en mi?

En estos últimos años, lo que me ha tocado más de cerca ha sido el goteo incesante de bebés que han llegado a los hogares de las parejas que me rodean. Cada vez te fijas más en todos los detalles y la forma de actuar de los padres. Me intento imaginar en esas situaciones ¿Cómo sería yo jugando ese papel?

Quizás tenga dificultades para hacer ciertas cosas que ‘tradicionalmente’ hacen otros padres sin pensar. Quiero creer que, como en tantos otros aspectos, con paciencia, imaginación y ayuda de mi pareja me iría adaptando y llegaría el momento en que podría con todo lo que viniese.

Para mi representaría un nuevo gran salto al vacío. Representaría aprender más que nunca. Seguro que me encontraría con cosas que no esperaba. Seguro que la vida se reduciría a instantes de los que disfrutar. Con certeza, todo superaría mis expectativas. Y es que seguramente ser padre implica mucho más que tener un hijo, es algo que te transforma como persona y define un nuevo punto de partida.

Lo que tengo claro es que ahora si me doy la licencia de imaginar con ilusión cómo encajaría este cambio en mi vida. Sin duda sería positivo.

Aquí os dejo un video que demuestra que todos los miedos, incertidumbres e indecisiones tienen que desaparecer cuando hay alguien que te necesita.

 

Tenemos las mejores ofertas en el blog

blackpost

black-photo.jpg

Estamos en el fin de semana post-Black Friday, día de compras frenéticas, colas para pagar, carreras para conseguir los mejores precios y descuentos… fecha que me hace parar y reflexionar acerca de lo que no tiene precio, ¿es realmente necesario dejarnos llevar por el afán consumista y acumular cosas que creemos que nos hacen falta y sobretodo pensar que todos esos productos nos pueden llegar a hacer felices?. No seré yo el que haga una valoración sobre ello.

Pero si que os voy a dejar algunas alternativas al Back Friday que creo que habría que valorar si nos podrían aportar otras muchas cosas.

lista.jpg

¿De que medios disponemos para controlar el mal humor?

enfado.jpg

Hoy quería hablaros del mal humor, algo que nos toca muy de cerca a todos en nuestro día a día. Ya sea porqué llegamos a este estado en ocasiones o porque lo sufrimos por parte de los que nos rodean.

De forma frecuente en mi etapa de enfermedad, pero sobre todo en los años posteriores, los momentos en los que tenía que gestionar el mal humor se multiplicaron. Es verdad que lo llevaba por dentro, pero en muchas ocasiones mi irritabilidad se hacía presente. Estás enfadado con el mundo. ¿Cómo no vas a estar cabreado? Y es que aún estaba inmerso en una etapa de hundimiento anímico, de empezar a ser consciente de lo que se te venía encima y de no valerte por ti mismo. Tienes la sensación de querer estar solo y que te dejen un poco en paz. Por delante me quedaba mucho tiempo de rehabilitación en todos los sentidos y no fue para volver a ser el que era. Creo de verdad que desde ese punto de partida nació algo diferente en mí. Me ha costado mis años aprender a gestionar esas emociones y a día de hoy sigo lidiando con todas ellas, que eso siempre quede claro. Pero considero que tengo herramientas para afrontarlas de forma distinta y que como resultado, consigo no llegar a estar de mal humor.

Para controlar y activar los resortes para combatir y no llegar al mal humor no viene mal darse cuenta de que es lo que lo origina o los síntomas que lo acompañan. Si me fijo en la coctelera de sensaciones que me llevan a estar de mal humor, podría encontrar situaciones de ansiedad, cuando me pongo nervioso, cuando estoy triste o de bajón o cuando tengo miedo ante algo desconocido. Se pueden dar varias a la vez. No se me ocurren más ahora mismo. Todas estas situaciones a las que me enfrento en mi vida cotidiana me provocan cansancio, desgaste e irritabilidad.

Partiendo de la base que cada uno tiene derecho a estar de mal humor en determinados momentos, faltaría más, y que cada uno afronta su día como le viene en gana, personalmente creo que estar frecuentemente de mal humor es poco sano. Que de verdad conlleva consecuencias sobre tu cuerpo y mente que debemos evitar. Por otra parte, el que estés de mal humor, por lo general, va a crear un clima de malestar a tu alrededor. Puede llevar al deterioro de nuestras relaciones, tanto las afectivas, como las sociales y laborales. Y hasta hacer o decir cosas de las que después nos arrepentiremos. ¡Qué necesidad! ¿Verdaderamente somos tan masoquistas? No sólo tú eres el que está de mal humor, sino que otras personas a tu alrededor se van a ver influenciadas por ese estado de ánimo tóxico.

¿Realmente el estarlo es una elección personal? ¿Tenemos medios para controlarlo? Mi respuesta es un SI cómo una casa. Y os quiero hablar de lo que a mí me funciona o me suele funcionar, esto no es una ciencia exacta.

Evidentemente cuando te diviertes, difícilmente vas a estar de mal humor. Entonces blanco y en botella. Haz cosas con las que disfrutes. Que fácil se dice, ¿verdad? Pero obviamente durante todo el santo día no vamos a estar realizando actividades placenteras. Desde que nos levantamos por la mañana se dan muchas que no lo son. Y aquí es donde, en el centro de todo y como en tantos otros aspectos de la vida, sin duda está la actitud. Y tienes que hacerte a ti mismo la pregunta, ¿realmente quiero estar de mal humor? Y es que enfrentarse al día con una sonrisa es una elección personal. Las circunstancias que te rodean y que pueden llegar a irritarte no las puedes controlar y van a estar siempre ahí, algunos días serán unas y otros días otras, “cómo va a ser tu día lo decides tú(Miriam Fernández, 2018).

Es un poco un juego de palabras, pero para combatir al mal humor, nada mejor que ponerle más humor. Y ésta, sin duda, ha sido otra de mis claves y los que han estado cerca lo saben. Para afrontar un sinfín de momentos complicados, no han hecho falta palabras de aliento sino una buena carcajada después de una mirada cómplice. Y es que de nada sirve agravar la situación con el mal humor. Lo mejor es recurrir al sentido del humor y a la energía positiva que te invade, es como si te transportara a otro estado. A menudo, las mismas cosas que te causan disgusto, tienen su lado gracioso, depende cómo y de dónde las mires. De verdad. Llévalas al lado más ridículo hasta que no puedas evitar reirte y te destenses. Siempre hay expresiones divertidas que te arrancan una sonrisa y cambian tu humor por lo que significan o quien las ha dicho y en qué momento. Yo las utilizo de soporte y me las repito cuando veo que llega el ofuscamiento.

Es importante darse cuenta de cuáles son las situaciones que causan el mal humor o que nos molesten (en todos los ámbitos) y tratar de encontrar una solución o distracción antes que la ira se apodere de ti. Si veo que en ese momento con lo que sea entro en bucle y empiezo a sentir esos síntomas que inevitablemente me van a llevar a un calentón, intento por todos los medios dejar lo que hago lo antes posible y cambiar rápido de escenario. Aunque solo sea por un rato. Eso me ayuda a restablecer mi estado de ánimo.

Yo no soy de ir al choque y crear conflictos. Por lo general tiendo a evitar la confrontación. Así trato de evitar muchas situaciones tensas que me pueden enervar. Quizás en este sentido, tengo uno de mis puntos de mejora. Evitar menos y acostumbrarme más a gestionar los momentos conflictivos donde sabes que hay conflicto de intereses. Seguro que será saludable si tiendo más a enfrentarme y manejar ese tipo de situaciones.

Es fundamental estar en un estado de equilibrio y dedicarte tu tiempo. Para mí era el deporte, y el hecho de no haberlo practicado, seguro que me ha generado mal estar interior que no me ha ayudado. Ese mal humor seguro se lo trasladas a gente que te rodea que no tiene la culpa. No sé si es peor eso o no sacarlo y guardártelo para que te escueza dentro.

Aunque en esta mi nueva etapa debería ponerme las pilas y realizar más actividades (estoy en ello) sí que me reservo mi tiempo para hacer cosas que me gustan y que me ayudan a desconectar. Simplemente con pasar un rato con la gente con la que me siento cómodo o salir a dar un paseo para mi es de gran utilidad. También me encanta ver fútbol en la TV, ya sea en un bar viviendo el ambiente o en casa con un cuenco de palomitas. Es algo muy simplón, lo sé. Es mi momento para evadirme. Veo a mucha gente que me rodea que realizan muchas actividades. Meditación, baile, la cocina, hacer deporte, etc. todas ellas seguro que les hacen reencontrar el equilibrio. O que se envuelven de su vida familiar, seguro que no hay nada cómo dedicarte a tus hijos para que se te curen todos los males.

Otro aspecto básico para mí, es mantener un grado de tranquilidad y amabilidad durante el día, me ayuda a mejorar las relaciones con las personas que me rodean. Me facilita el no llegar a situaciones que me pueden provocar mal humor. Cuando las cosas se salen de este estado, se empiezan a torcer.

Particularmente creo que juego con una ventaja y reconozco que estoy dejando de sacarle partido porque la monotonía te acaba invadiendo. Es la de haber visto de cerca que todo esto cambia en un segundo. Muchas veces este factor te hace cambiar el enfoque y relativizas la cantidad de problemas banales que desencadenan en mal humor. Me doy cuenta de que no merece la pena llegar hasta este punto. No se consigue nada.

Os animo a tomaros unos minutos para analizar y poder cambiar vuestro estado de ánimo, la meta es alejarse del innecesario mal humor. Porque, en definitiva, es una elección personal.

Irene Maculé: Lo recuerdo como si fuese ayer

sister.jpg

Hola lectores/as de mimitadalcuadrado, soy la hermana pequeña de Sergio. Me ha pedido que escriba este post para “cerrar el círculo”, ya que todos se han animado a escribir, así que aquí estoy. 

Sabía que este momento llegaría y, a decir verdad, lo temía un poco, no porque no tenga ganas de escribirlo, sino porque no se muy bien cómo explicarlo ni por dónde empezar. Quizás porque lo viví de pequeña, todavía iba al colegio cuando todo pasó, y hay muchas cosas que no entendí en su momento.

Recuerdo como si fuese ayer cuando hicimos una escapada a la casa del pueblo, en Valencia, y un día al mediodía mientras comíamos en un restaurante, mis padres hablaban con Sergio sobre los primeros síntomas que tuvo (los cuales nadie imaginaba, ni de lejos, que iban a provocar lo que vino después). Comentaban que Sergio había perdido un poco de fuerza en la pierna derecha, parecía que era algo relacionado con la columna vertebral…no lo tenían nada claro así que iban a hacerle algunas pruebas al volver a Barcelona.

Al volver a Barcelona, una mañana en la que Sergio tenía que ir a trabajar y estaba vistiéndose, mi madre le preguntó por qué usaba para ponerse los zapatos la mano izquierda, y no la derecha. Sergio le respondió que le era más cómodo, que notaba un poco de “flojera” en la mano derecha. A partir de ahí, todo empeoró muy rápido. Ahora que tengo que parar a pensar en cómo lo vivi, me doy cuenta de que sólo recuerdo momentos, un poco borroso, pero los momentos que recuerdo, puedo revivir a la perfección cómo me sentí. Lo que explicó Raúl en su post, por ejemplo, ha sido algo que no pude olvidar por la frustración de no poder ayudar a Sergio de ninguna manera, y esa frustración la he tenido en muchas más ocasiones, por el hecho de ser la pequeña de la casa, que poco puede hacer o aportar, sólo mirar y preguntarse ¿Por qué está ocurriendo esto? ¿Cuando dejará “eso” que Sergio empiece a mejorar?

Como habréis leído en los otros posts del blog, Sergio estuvo muy mal, pero creo que sólo los más cercanos sabemos exactamente cómo de mal. Y, a pesar de lo duro que ha sido, sobretodo para él, me alegro infinitamente de verle feliz ahora y me alegra escuchar como gente que acaba de conocerle, a quienes les explicas por encima qué ocurrió, responden con un “¡Ah, pues apenas había notado nada!”. Y esto se debe, a parte de que la enfermedad por suerte paró, a todo el trabajo que Sergio ha hecho desde entonces, a todas las ganas y la fuerza que ha puesto en mejorar. Y por supuesto también, a mis padres y mi hermano, quienes estuvieron a su lado en todo momento buscando una solución para todo.

No me cansaré de repetir lo orgullosa que estoy de Sergio, de lo fuerte que es y de lo que ha conseguido. Cómo decíroslo…mi hermano es un superhéroe. 

Irene Maculé

«Mi vida cambió», disfruta del reportaje completo de la revista LECTURAS

Si el pasado mes de agosto no pudiste conseguir un ejemplar de la revista LECTURAS, en la que cuento lo que me pasó y cómo cambió mi vida, aquí os dejo el reportaje completo.

Captura de pantalla 2018-08-01 a las 15.57.07

3461_AMIMEPASO.jpg

Nunca se es demasiado mayor para que tu ‘big brother’ te enseñe una lección

problema.jpg

Hola gente – aquí el hermano pequeño de Sergio 

Hace ya tiempo que tenia ganas de escribir en el blog de mi ‘bro’ pero siempre entre unas cosas y otras lo terminaba dejando para otro momento. Finalmente, el momento ha llegado. Hay varias historias que podría contar de como vivi yo todo lo que paso pero como pretendo que ésta no sea la última aportación que hago en el blog y tampoco quiero extenderme mucho pues había que escoger una. Para hoy pensaba contar tal vez una de las mas duras para mi, por no decir la que mas. Ni siquiera estoy seguro de que el recuerde este incidente o de si alguien se lo habrá contado a posteriori – yo personalmente nunca lo he comentado con él. ¿Qué mejor momento que ‘ahora’?.

Pongámonos en situación. Era tal vez el principio del momento mas peliagudo de toda esta historia. Sergio iba cada vez a peor y no parecía que lo cosa fuese a parar. La parte derecha de su cuerpo ya se había rendido y ahora venia su mente. El empezaba a tener problemas con el habla y con el paso de los días ya solo substituía frases completas por palabras sueltas. ‘Sed’, ‘Cansado’ o ‘Sueño’ era como él se estaba acostumbrando a comunicarse. En esos momentos solo se me venia a la cabeza un pensamiento tan esperanzador como escalofriante: que aunque el habla le fallara mi hermano mayor seguía ahí dentro – atrapado en un cuerpo que no era capaz de responder a sus instrucciones. Por una parte mi hermano seguía ahí. Por otra no quería ni pensar lo que estaría pasando por su cabeza si estaba en lo cierto.

Mi madre diría que soy un ‘tozudico’ y que siempre ando buscando la solución a cualquier problema o reto que se me pone por delante. Y eso mismo hice. Le di vueltas a la cabeza y pensé – OK, a lo mejor no es capaz de decir todo lo que quiere pero,¿ seria capaz de escribirlo? Me levante, fui a la habitación, cogí mi ordenador portátil y se lo puse delante. Le dije  – Sergio, usa el ordenador para comunicarte, dinos lo que quieras. El me miro, miro al ordenador y empezó a teclear con la mano izquierda. Al fin, un atisbo de esperanza. Un atisbo que resulto durar bien poco. Porque yo, junto todos los que estábamos allí, éramos testigos de como el apretaba una tecla… otra tecla… otra más… para luego borrarlas inmediatamente. Cerraba los ojos, nos miraba, pensaba y volvía a escribir un par de letras – para luego borrarlas de nuevo. Al cabo de unos minutos (que seguramente no fuesen muchos pero a mi me parecieron una eternidad) le dio la vuelta al portátil para mostrarnos todo lo que había conseguido escribir. Allí, en la inmensidad de una pagina en blanco, se leía solo una palabra: ‘PROBLEMA’.

Derrotado, frustrado y con el corazón partido en mil pedazos hice un ‘pelotas fuera’ y dije algo así como – Bueno no te preocupes, lo intentamos mas tarde.  Agarré el ordenador y me fui. Si no os importa me guardo para mi como mis siguientes 20-30 minutos pasaron.

Lo que es de admirar es que después de éste y muchos otros momentos así creo que el único que nunca tiro la toalla fue Sergio. Aunque los de alrededor tuviésemos momentos de flaqueza el nunca se rindió. Supongo que nunca se es demasiado mayor para que tu ‘big brother’ te enseñe una lección. Así que:

Tete, lección aprendida. Ni siquiera se como describir la inmensa admiración que tengo por ti en estos momentos. Tu espíritu de superación y tus ganas de recuperarte han logrado que llegues hasta donde estas ahora. Ha sido un camino largo y duro pero deberías estar orgulloso de ti. Yo no podía estarlo mas.

Raul Macule

Transforma tu realidad, la historia de Miriam Fernández

portada historias

Desde hace tiempo que sigo el formato de charlas que hablan de historias de superación y resiliencia. Y la verdad es que una vez vistas muchas, sin dejar de ser interesantes, se te llegan a hacer inevitablemente algo repetitivas. Pero en esta ocasión me he encontrado esta maravilla de exposición llamada Que tu origen no marque tu destino de Miriam Fernández. Es como si me hubiera vuelto a tocar la fibra sensible de golpe.

Alguien que hace lo que muchos, contar su testimonio y experiencia de vida pero que te cautiva de una forma especial por su sencillez, naturalidad, delicadeza y su gran dosis de humor. Parece que se estuviera burlando de sí misma en todo momento. Por qué será que es un patrón que tienen en común la mayoría de gente que no deja de superarse y demostrar que las barreras están en nuestra cabeza.

Hija biológica de padres adolescentes, al nacer los médicos le diagnosticaron una parálisis cerebral que le impediría andar. Fue adoptada por una familia numerosa. Su fuerza de voluntad, su optimismo y el apoyo de su familia han hecho que hoy camine con la ayuda de un andador y no deje de conseguir lo que se proponga.

Se replanteó su vida y dejó de preguntarse «los por qué» y los transformó en «para qué». Dejó de amargarse y de amargar a los que la rodeaban y pasó a disfrutar y sacar partido a lo que la vida le había dado. Después de años de bullying, cambió de colegio y consiguió aceptarse a sí misma y tirar a delante con ello. Y sobre todo empezó a sonreír. Eso hizo que la gente se le empezara a acercar. A partir de ese instante cuenta que ya no ha habido nada imposible para ella. Llegó el reto de la natación que paso de ser su rehabilitación a llegar a competir a alto nivel. Inició su carrera en la música que sigue a día de hoy. Fue la ganadora de la segunda edición del concurso Tu sí que vales.

En las letras de sus canciones expresa lo que siente. El objetivo de su música, aunque es movida, es hacer reflexionar y transmitir un mensaje. Según ella, a veces se infravalora la música, sacan a la cantante con menos ropa y buscan llegar a los jóvenes sin decir nada.

Pero esto no es todo, a destacar también su trabajo con la fundación «Lo que de verdad importa». En 2010 participó en el primer congreso dando conferencias delante de dos mil personas para contar su historia y desde entonces no ha parado. Muy enfocada en regenerar de ilusión a la gente joven. Porque no es lo mismo que se lo cuente cualquiera, que alguien de su misma edad y que además lo vive cada día. Me salía decir que lo sufre cada día, pero Miriam le da la vuelta para decir que lo disfruta cada día.

Simplemente con el relato de su historia y cómo ha afrontado las múltiples dificultades y momentos duros que la vida le ha puesto delante, Miriam nos convence que siempre hay algo mejor por llegar por lo que hay que seguir creyendo.

Con una filosofía idéntica a la del gran Asier De La Iglesia. La vida no es esperar a que pase la tormenta, sino aprender a bailar bajo la lluvia. Afirma que problemas y dificultades van a llegar siempre, en nuestra mano está el cómo afrontarlos. Podemos utilizar ese sufrimiento para hundirnos o para crecer.

Recomiendo encarecidamente esta charla. Os dejo con Miriam.

¿Conocemos la increíble capacidad del cerebro para transformarse y adaptarse?

cerebro.jpg

Esta semana ha llegado a mis manos un documental sobre la neuroplasticidad que ilustra la increíble capacidad del cerebro para transformarse y adaptarse a sus pensamientos, emociones, experiencias y lesiones. No podía dejar pasar la oportunidad de incluirlo en el blog.

En 2008, precisamente el año donde empezó mi tsunami, el psiquiatra e investigador Norman Doidge publicó el libro «The Brain That Changes Itself» (el cerebro que se cambia a si mismo) en el que compartió sus estudios acerca del campo de la neuroplasticidad. Y lo hizo dando visibilidad a los grandes científicos que lo aplicaban y a sus pacientes. El resultado es una emocionante colección de casos clínicos reales, llenos de ternura y superación, donde se relatan los asombrosos progresos de pacientes con daños neurológicos en su momento diagnosticados como irreparables. Doidge hizo un ejercicio de acercar al gran público a las teorías más innovadoras y revolucionarias de la neuro ciencia que rompen con el dogma de que el cerebro humano tiene una estructura fija e inmutable y describir un nuevo cerebro que evoluciona y se cambia a sí mismo.

De este recurrente tema de la neuroplasticidad, seguro que todos habréis oído hablar en alguna ocasión. A los que nos ha tocado muy de cerca, quizás hemos intentado indagar más sobre el tema. Se trata de las teorías que conciben el cerebro cómo algo plástico, capaz de adaptarse a diversas formas, y que está en continuo cambio.

Hacía ya tiempo que no había vuelto a oír nada al respecto y la verdad que, al ver este documental, aunque esté basado en un libro de hace años, me han vuelto a despertar ilusiones. Si esa era la situación de 2008, ¿cuánto se habrá avanzado al respecto hasta el día de hoy? ¿hay realmente esperanza para gente que ha sufrido un daño cerebral?

Todo nace de las investigaciones de Paul Bach y Rita, primer científico visionario que dedicó su vida a tratar de demostrar la capacidad del cerebro para rehabilitarse a sí mismo y ponerlo al servicio de la gente. Fue el primero en presentar la substitución sensorial como herramienta para tratar a los pacientes que padecían trastornos neurológicos. Tenía la creencia que el cerebro podía reorganizarse a sí mismo desenmascarando vías neuronales alternativas o creando vías nuevas. En sus estudios corroboró que tan sólo con proporcionar señales al cerebro, este descubría por sí mismo la forma de utilizarlas para rehabilitarse y enviar estímulos al resto del cuerpo para realizar acciones. Le llevó cerca de 40 años para demostrarlo. Plantó así las primeras semillas para que otros especialistas hoy en día sigan desarrollando sus ideas y las empiecen a poner en práctica.

A partir de entonces se están llevando a cabo muchas investigaciones que prueban que la neuro rehabilitación existe. Este documental nos muestra algunas.

Y no he podido dejar de verme reflejado en uno de los pacientes. Se trata de un hombre que a sus 54 años sufrió un infarto discapacitante que le provocó la pérdida de movilidad en la mitad de su cuerpo. La mano, el brazo y la pierna paralizados. Me suena de algo. Un caso muy similar al mío. Los terapeutas no le dieron muchas esperanzas de mejora. En el documental hace referencia a un tratamiento llamado terapia de movimiento inducido por restricción de la clínica del Dr. Taub en Birmingham, Alabama, en Estados Unidos. Un método del que ya había oído hablar incluso a practicar durante mi primera etapa de rehabilitación en la Clínica Guttman. Esta técnica que trata de mantener tu lado “bueno” inactivo para que sean las extremidades dañadas las que se desarrollen. No hubo continuidad en tratamiento posterior. No se si porqué en su momento no estaba extendido o porqué los especialistas que me trataron no creían mucho en él. Supongo que ya pasado una primera época de centrarme en la rehabilitación, ese tipo de tratamiento requería de una constancia y exigencia tal que preferí pasar a vivir con lo que tenía. Sin dejar la rehabilitación, pero ya de una forma que implicara menos horas a la semana.

Hay otro momento en el que otro reconocido especialista de Harvard utiliza una máquina para simular los efectos en todo el cuerpo de impactos en diferentes zonas del cerebro, movimiento de extremidades, dificultad en el habla, etc. Resulta interesante ver la reacción del Norman Doidge al sentir lo que los afectados de diferentes patologías sufren. Por un instante le hace ponerse en lugar del paciente y experimentarlo en sus propias carnes.

Pero el documental también nos muestra que los efectos de la neuroplasticidad no siempre son positivos. Una anormal o excesiva plasticidad pueden estar detrás de casos de autismo o similares. Un cerebro excesivamente conectado por así decirlo, no funciona del todo bien. Las últimas técnicas se están centrando en estimular el cerebro para modular su actividad para suprimir la tendencia a la plasticidad y aliviar así los síntomas de esos desordenes. Lo increíble de algunos experimentos que se relatan es que no hace falta realizar la acción determinada para desarrollar determinadas partes del cerebro, tan sólo con imaginar dicha acción, el efecto es el mismo. Se ha demostrado que con el uso exclusivo del pensamiento podemos cambiar nuestro cerebro.

Ves a los pacientes que se tratan tan reales y creíbles que no puedes evitar preguntarte, ¿por qué no? Sé que mi día a día seguirá cómo siempre y no tengo que esperar nada. No sé si vale la pena que me lo plantee. Con certeza no dejarán de producirse avances, pero, ¿llegaré algún día a beneficiarme de algo de eso?

No descubro nada si digo que el cerebro humano, a pesar de los largos estudios durante siglos, a día de hoy sigue siendo un misterio. Desde el principio de mi recuperación, recuerdo que se planteaba la duda de si la mielina del cerebro se regenera o no. En mi caso si hubo efecto plástico de regeneración evidente durante una primera fase y de forma mucho más lenta y costosa lentamente en los años posteriores. Quiero creer que mi cerebro de algún modo no para de regenerarse o que sigue conservando esta capacidad. No tengo duda que el cerebro cambia con todas nuestras experiencias. Dejando aparte las mejoras en el aspecto físico, definitivamente no soy la misma persona que a mis treinta años tuvo que empezar desde un nuevo punto de partida.

Estamos en una nueva era de la investigación de la plasticidad del cerebro y sus aplicaciones clínicas que debe llenar de esperanza para gente que padece trastornos psicológicos y cerebrales. Los especialistas que aparecen en este documental son parte la primera generación de profesionales que están apenas empezando a sobrepasar los límites establecidos de la plasticidad cerebral. Hay un largo y apasionante camino por recorrer.

Un nuevo punto de partida para conseguir recuperar tu vida

la soledad.jpg

Después de haber pasado por todas las fases de la enfermedad, enfrentándome a incertidumbres, esperas, miedos, tratamientos, etc. ya no era la misma persona. De alguna forma simulé seguir siéndolo y entiendo que hubo matices de mi forma de ser que no se borraron, lo que posiblemente hizo que desde fuera no se percibiera de manera tan exagerada. Lo más evidente fueron los cambios físicos, pero en el aspecto mental el impacto fue mayor.

De entrada, el objetivo apenas sin planteármelo fue volver a mi vida donde se detuvo. Si lo pienso ahora posiblemente fuera un iluso. Pero esa ilusión me llenó de fuerzas en mis primeros meses de recuperación para acelerar la rehabilitación en lo posible. Te dicen en estos casos que el primer año es clave y así me lo tomé. Mi auto exigencia con mi cuerpo y el deporte me impulsaron en este sentido. Ese primer año me focalicé en recuperar la movilidad de mi cuerpo e ignoré otros aspectos. Algo que a la larga me pasó factura. Y me refiero al gran reto de mi vuelta a la vida social siendo diferente. La esencia de Sergio seguía ahí, pero todo lo construido y asentado durante los últimos años se había derrumbado como una baraja de naipes.

Fue un proceso costoso porqué supuso un shock emocional muy fuerte y para personas que no son muy lanzadas y tampoco demasiado extrovertidas, cómo es mi caso, quiero creer que resulta aún más complejo. Desde ese nuevo punto de partida tienes que conseguir recuperar tu vida. Sin querer reconocerlo sabía que ya no iba a ser la misma, básicamente porqué yo no era el mismo. Durante el doloroso proceso de aceptar mis secuelas físicas y vivir con ellas, me tocó afrontar las relaciones con los demás en diferentes ámbitos. Puedo decir que tuve suerte porqué con respecto a mi familia y personas más allegadas prácticamente no se vieron afectadas. El tener ese círculo de gente cerca tan bien asentado me convirtieron en un verdadero afortunado. Distinto fue a la hora de retomar y normalizar el resto de vida social. A mí me resultó y  aun me sigue resultando más difícil de lo que esperaba. Y es que cómo os vengo repitiendo, es algo que actualmente aún me afecta. En menor medida y lo llevo mucho mejor porqué he aprendido a gestionarlo, pero os mentiría si os digo que no me genera sensaciones no agradables y tengo que poner mucho de mi parte para contrarrestarlas.

Ya estaba avisado incluso antes de enfrentarme a mis fobias sociales multiplicadas por todo lo que había pasado. Y es que otra de mis héroes, en este caso mis heroínas, Carmen R. J. también de la Clínica Guttmann me dio un consejo al respecto. “Acostúmbrate a decir si a todo lo que te propongan o te irán dejando de lado”. Tengo que reconocer que no lo cumplí ni de lejos y cuando lea esto, me regañará y con razón.

No sé si es lo normal o si hay un periodo estipulado pero lo cierto es que me aparté y me dediqué a vivir más en soledad. Es lo que me apetecía en el estado en el que me encontraba en aquel momento. Te haces tus ideas de lo que deben pensar los demás y realmente te ves como una carga. Tu falta de movilidad y fluidez en el habla funcionan como losas que te impiden actuar. Te bloqueas y tu automatismo es no animarte a hacer cosas con gente. Ya no te sale. El verte cada vez más sólo te deprime y entras en una espiral peligrosa. Sensaciones nada placenteras la verdad. El principal problema es vencer esa idea que me había forjado de cómo les encajaban a los demás mis imperfecciones.

¿Cómo se cambia esta tendencia?

Hace falta tiempo, cada persona el suyo y es algo a lo que te vas a seguir enfrentando siempre. Tienes que ser capaz de poner mucho de tu parte porque el verdadero y único problema lo tienes tú. Obviamente también necesitas ayuda, pero nos hemos de dejar. Así de entrada, me gustaría agradecer todo ese cúmulo de votos de confianza y de gestos de complicidad de gente que me lo ha puesto más fácil.

Hay muchos aspectos sobre los que trabajar y reflexionar que guiados por un especialista tienen más probabilidades de llegar a mejor puerto. Te tienen que hacer ver lo absurdo de tus razonamientos y cuestionar el grado de realidad en que se basan. Facilita mucho la tarea que lo haga alguien alejado de tu vida personal que lleva muchos años tratando casos cortados por el mismo patrón. Fue a partir de aquí donde conseguí empezar a entender ciertas cosas que intento grabarme a fuego o por lo menos tener muy presentes a la hora de decidir.

La gente escoge lo que hace cuando quiere y como quiere. Yo no les obligo a acompañarme, ni a preocuparse, ni a ayudarme en caso de que me haga falta. Lo hacen por qué me quieren, porque están a gusto conmigo. No significa que me tengan lástima, ni que lo hagan porque sino se sienten mal. Es importante que nos liberemos del peso de sentir que lo hacen por obligación o por que no les queda otra. Por eso precisamente es tan importante reforzarte desde dentro. Que quieran pasar tiempo contigo porque les aportas algo.

A mí me cuesta mucho pedir ayuda. Hasta que no puedo más intento hacerlo todo por mí mismo. Siempre he sido muy independiente. Hay que cambiar la creencia de que pedir ayuda es de débiles. Somos humanos y de vez en cuando necesitamos ayuda, cómo todos y en todos los ámbitos. Siempre he estado ahí para lo que me necesiten y sigo estándolo. Porque me deje ayudar un poco no pasa nada, no?

Al mismo tiempo me gustaría recalcar que lo que acabo de decir no significa que no intente espabilarme y ver que puedo hacer muchas cosas por mí mismo. En mi caso me reconforta. Es importante saber que puedo manejarme y que puedo darme la oportunidad de no pedir ayuda de entrada. Me lo he demostrado todos estos años viviendo solo, en una ciudad nueva, en la que todo para mi era un reto.

Y tampoco quiere decir que no me siga apeteciendo hacer cosas solo y declinar propuestas, simplemente porque no quiero. Lo esencial es ser el que maneja mi propia vida. Yo soy responsable y consciente de cómo y en qué invierto mi tiempo y sobretodo con quién. También me ocupo de mí en los momentos en los que me siento mal. Está claro que a la hora de interactuar con los demás o en soledad, no vamos a dejar de vivir emociones. Tanto buenas como malas, con las que es complicado muchas veces lidiar.

Esas cargas emocionales van a estar siempre ahí. Lo importante es tener las herramientas para que no sean un lastre. Al final es tan sencillo y tan complejo como aprender a vivir con ellas y eso implica un proceso de autoconocimiento y crecimiento personal. Sólo así conseguiremos llegar a estados de confianza que se irán acumulando y para así sacar fuerza de voluntad en los momentos complicados. Una de las sensaciones más placenteras es llegar a esos estados en los que te sientes ligero, con equilibrio interior y sin miedo a exponerte de nuevo.

No sé en qué medida estas palabras podrán hacer despertar algo a alguien que esté pasando por algo parecido. Si por un instante alguien se replantea que todo esto se puede llevar de una forma distinta y con una leve ilusión, me doy con un canto en los dientes.

Creo que estas reflexiones pueden ser importante también para la gente que por circunstancias de la vida les toca vivirlo de cerca porque lo está sufriendo una persona allegada o aquellos que por diferentes circunstancias se crucen en su camino.

Sergio Elucam

Cómo amar a alguien mas que a nosotros mismos

por que

Ese es el primer pensamiento que me invadió cuando llegó el tsunami y sigue acompañándome, porque no hay mayor dolor para una madre que cualquier cosa negativa, en cualquier sentido, que les pueda suceder a los hijos.

Creo que solo dejas de ser egoísta cuando tienes hijos y te das cuenta de cuanto se puede querer a alguien.

Fue una época dura sobre todo para Sergio yo no voy a quejarme, no tengo derecho.

En esa primera etapa yo no actué como médico, esa carga se la echó a la espalda su padre que lidiaba con las informaciones médicas incomprensibles y durante mucho tiempo sin justificación científica clara. Con una delicadeza y un mimo especial me las transmitía a mi y entre los dos intentábamos explicarle a Sergio lo inexplicable dándole siempre un aspecto positivo, difícil de encontrar a veces por lo que teníamos que ponerle mucha imaginación.

Así que yo solo tuve que ejercer de madre, solo tuve que amar y no hay mayor demostración de amor que entregarle a alguien lo mas preciado que tenemos » dedicarle todo tu tiempo»

Mi misión era que Sergio se sintiera seguro y protegido, eso es siempre una madre : refugio y retaguardia

Lo difícil era intentar ocultar toda la preocupación, la tristeza y la incertidumbre por la evolución de «eso» que estaba pasando. ahora leyendo el blog de Sergio me doy mas cuenta de todo el cariño que había en nuestra familia, nosotros disimulábamos por él y él que era consciente de ello  a su vez hacia lo mismo.

Un día paró aquel monstruo que crecía en la cabeza de Sergio, no sabemos  muy bien porqué, pero bien venida aquella resonancia magnética que demostraba que el tsunami se retiraba.

Entonces empezó otra etapa, darle naturalidad al absurdo de tener que ayudar a tu hijo de 29 años a reaprender las cosas sencillas que ya le habías enseñado en la infancia como vestirse solo, hablar, atarse los zapatos con una mano, abrir y cerrar objetos…en definitiva ponerte muy pesada (como solo sabemos hacer las madres) en todo lo relacionado con su rehabilitación, en como ayudarlo en su aceptación de la situación, la difícil reincorporación laboral y aprender tu misma a dejarle volar solo de nuevo.

Todo esto es muy largo y si Sergio me lo permite se merece un capítulo a parte en el que me gustaría también incluir a todas las personas que estuvieron siempre ahi ayudando, cada uno a su manera, con paciencia y respetando un cierto aislamiento familiar intimo, necesario y al que nos auto sometimos durante un tiempo.

Que sencillo me resultó ejercer de madre, Sergio me lo puso muy fácil es una persona de 10!

Igual que mis otros dos hijos y su padre, que quizás tuvieron sensación de un cierto abandono, pero que sin ellos todo hubiera sido mucho mas difícil. Ojalá los 4 se sientan tan orgullosos de mí como yo me sentí de ellos.

Sergio sigue así y no hagas planes pequeños, no tienen magia !!!

Quisiera concluir, por hoy, compartiendo la definición que hace José Saramago de lo que es un hijo, no hay nada que añadir:

«Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de como amar a alguien mas que a nosotros mismos, de como cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros,aprender a tener coraje. Si, ¡Eso es! Ser padre o madres el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado

¿perder? ¿como? No es nuestro, fue apenas un préstamo….el mas preciado y maravilloso préstamo ya que son nuestros solo mientras no pueden valerse por si mismos, luego le pertenecen a la vida, al destino y a sus propias familias. Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros YA NOS BENDIJO CON ELLOS»

Montse González