Sería repetirme si os digo que la práctica del deporte siempre formó parte de mi vida y cuanto lo echo de menos. No es mi intención porque de hecho ya escribí un post al respecto. ->Link al post. Tan sólo unas pinceladas para volvernos a poner en situación. Sigue siendo una de mis pasiones. Era casi una necesidad vital que me aportaba mucho porque, aparte de hacerme disfrutar, conseguía que desconectara y lo utilizara como una herramienta para liberar muchas tensiones. La enfermedad me hizo dejarlo. En los años siguientes no me he atrevido a lanzarme a practicar ningún deporte que no sea ir en soledad al gimnasio. Mucha culpa la tiene ese largo proceso de aceptación que ha hecho que no lo haya querido realizar de forma adaptada. Quiero creer que he tenido paciencia y me he dado el tiempo para volver a estar listo.
Lo cierto es que a día de hoy consigo no dilapidarme a mí mismo por no practicar ningún deporte, excepto en un gimnasio acompañado de una elíptica. Digamos que lo llevo razonablemente bien. Pero no puedo negar que la necesidad sigue estando ahí muy latente.
En el post de hoy quiero contaros un paso más. Recientemente me he atrevido a vestirme de corto y no ha sido para ir a la aburrida monotonía del gimnasio sino a entrar en una pista después de tantos años. Si, a probar como me desenvolvía con el pádel. Un deporte que había practicado puntualmente, pero con el que no estoy muy familiarizado la verdad. Supongo que mi base de tenis de toda la vida hace que mantenga la pegada, aunque ahora tenga que ser con la izquierda. Como en los últimos atrevimientos, fue en un ambiente muy controlado y con la persona de mayor confianza enfrente. Un simple peloteo en el que me lanzaba bolas fáciles para ver cómo me hacía a la raqueta, al golpe, a los movimientos, etc. Y a sus ojos no lo hice tan mal. En algunos momentos tuvo que decirme que me relajara y es que el espíritu competitivo se ve que si lo conservo intacto. Me cuesta entender el deporte de forma completamente amistosa. Que le voy a hacer.
Ese rato fue de esos que se te pasa volando. No pudimos estar más porque se puso a llover a cántaros y volvimos a casa empapados. Enseguida nos pusimos a pensar en puntos de mejora. Los hay y muchos. La manera de poner la raqueta. Como con la práctica podría agilizar más mis movimientos hacia la derecha. Todo forma parte de esa nube en la que me subí y de la que no me quería bajar.
Para mi resultó ser otro subidón. Otro cúmulo de buenas sensaciones por volver a jugar. Y la más importante es el ser consciente de que algo ha cambiado en la forma de afrontar lo que viene. Estando mucho más dispuesto a probar y con menos miedos.
Me ha hecho recuperar la ilusión de nuevo por la práctica de un deporte. Es una sensación de ilusión conectada sólo a emociones positivas. De las que me hacen sentir bien, sentirme pleno y motivado, cargado de energía. Estoy seguro que mi mirada cambió cuando entré en esa pista. Cualquiera que me conozca se habría dado cuenta. La sensación más placentera es ver cómo volvía a manejar la raqueta por mi cuenta ante ese momento de exigencia. La de volver a sentir que formas parte del juego por ti mismo. Sientes realmente que el deporte, en cierta manera, te aleja de la discapacidad.
Y creo que mucha parte de esa ilusión la está generando esta nueva ventana de posibilidades que se me abre. Es increíble como simplemente atreviéndome a dar un paso y probar, se han desencadenado en cascada todo un flujo de sensaciones de querer más y más. Si algo me ha quedado claro es que tengo que ser yo el que de los pasos para generarme estas ilusiones.
A día de hoy desconozco cuál será mi nivel en las diferentes modalidades de pádel adaptado. Tengo que investigar más acerca de clubs deportivos y escuelas que contemplen este deporte de forma adaptada.
Será necesario que persevere y no abandone en el empeño y, sobre todo, que siga pasando a la acción. Quizás me dé por ir probando otros deportes, quién sabe. Lo que si que de verdad espero es que me sirva de pauta para no rendirme y darme aliento para conseguir mis objetivos.
Al mismo tiempo, la práctica de un nuevo deporte considero que me puede resultar beneficioso en muchos otros aspectos de mi vida. De entrada me va a exigir disciplina. Me va a ayudar a mantener la constancia, el esfuerzo, la dedicación y el orden que me hagan ver que en muchos aspectos vuelvo a ser yo el que conduce mi vida.
Ese componente mental de competición sin duda me ha ayudado mucho a lo largo de estos años. Han hecho falta grandes dosis de concentración, sacrificio y tolerancia a la frustración para enfrentarme a cada reto diario. Y cuando digo reto, no os lo imaginéis solo en el plano físico, esforzándome con los fisios o en el gimnasio, me refiero a las cosas más banales y rutinarias. Por eso los factores psicológicos que rodean el deporte siguen siendo muy importantes para mí. En cierta medida compito cada día contra mi mismo, contra esos ¨NO¨ internos que no van a dejar de estar ahí y no dejaré de tener mis desafíos rutinarios que superar.
Me va a hacer darme cuenta que, a base de entrenamiento, puedo mejorar en ciertas habilidades que ni me había planteado desde hace tiempo. Esto ha de significar más dosis de estímulo y afán de superación para no renunciar y plantearme alcanzar otros muchos objetivos personales.
Obviamente, y no creo que haga falta resaltarlo, el lanzarme a practicar otro deporte no dejará de ofrecerme ventajas físicas. Mis músculos estarán más fuertes, mejoraré en equilibrio, flexibilidad y tendré mejor coordinación de movimientos. Y seguro que me aporta ese plus de energía en mi día a día. Además, me ayudará a obligarme a ocupar mi tiempo libre con otro tipo de actividad que me haga salir de la rutina. No va a haber mejor medicamento para romper con la monotonía.
Esta ventana que se me abre con el deporte también puede ser beneficiosa en lo social. El simple hecho de jugar con y contra otros ya hace que tengas que interactuar con gente. De estas relaciones pueden salir interacciones sociales muy constructivas que me sigan haciendo crecer. Posiblemente me facilite el acceso a nuevos grupos con los que pueda compartir buenos momentos y aprender mucho.
En relación al tema del post de hoy, desde mimitadalcuadrado tenemos el gusto de compartir la historia de Enzo Amadei. Este chico chileno con hemiparesia desde pequeño a causa de un tumor cerebral que no ha dejado de superarse hasta alcanzar su sueño en el tenis. Empezó a reclutar gente y creó un torneo llamado TAP World Tour (Tenís Adaptado de Pié) para que gente de todo el mundo pudieran participar. Hoy cuenta con más de cuarenta países inscritos. Enzo, eres un verdadero ejemplo de superación.
Conoce en este link la historia de Enzo Amadei: https://www.youtube.com/watch?v=Tfe8TsEwU2A