¿Somos capaces de transmitir adecuadamente los valores?

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Esta semana estreno el apartado dedicado a mis lecturas interesantes. Ya Llevaba tiempo con ganas de subir el primer post de este tipo. Y que mejor que hacerlo con este cuento de la escritora Isabelle Carrier para nuestros pequeños pero que por su mensaje, perfectamente se puede ampliar al público adulto.

El cazo de Lorenzo nos narra la historia de un niño al que un día le cayó un cazo encima y a partir de entonces deja de ser cómo los demás. Este cazo que ha de arrastrar representa su lado diferente con el que ha de convivir cada día.

Con ilustraciones sencillas y una redacción de fácil lectura, la autora ha conseguido transportarme por momentos a muchas situaciones que viví en primera persona. Describe muy bien esa primera etapa de torpeza, de doble esfuerzo y de no saber manejarme con “mi cazo”. El no querer que se note por verte diferente y que no puedes evitar ocultar, representado por el ruido del cazo. Sientes que desde fuera sólo te miran por tu cazo y no se plantean el resto de cualidades que posees. Todo esto hizo que me enfadara con el mundo, me hice pequeñito y me aislé dentro del cazo, cómo le pasó a mi amigo Lorenzo.

Pero por suerte, cómo le pasó a Lorenzo, me encontré con gente maravillosa a mi alrededor que me enseñaron a vivir con “mi cazo”:

  • habilitándolo para que me creara menos dificultades y poder superar obstáculos
  • no tener miedo a mostrarte cómo eres y expresar lo que sientes
  • centrándose en otros aspectos de mi para que pudiera mostrar todo mi potencial que siempre había estado ahí

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Este cuento es una verdadera muestra de cómo educar en la diversidad. Cuando señalamos las diferencias y las destacamos en negativo, ponemos barreras y no dejamos que cada persona saque lo mejor de sí mismo. Es necesario enseñar a los más pequeños la importancia de valores como la solidaridad, la paciencia o la empatía porqué todos tenemos partes distintas que deben ser aceptadas y respetadas por el resto. 

¡No dudé ni un minuto en añadirlo a mi colección de lecturas imprescindibles!

Os adjunto el link de del video cuento, os animo a verlo y a disfrutar también de su versión en papel.

¿Cómo perder el miedo a mirarte en el espejo?

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Una de las cosas más duras en mi día a día es mirarme al espejo y no gustarme. Lo natural con el paso del tiempo es verte con más kilos, menos pelo… esto va de otra cosa. Tu cuerpo cambia en otro sentido y enfrentarse a un espejo puede llegar a ser aterrador, en mi caso fue así.

El volverme a mirar en los espejos no ha sido un proceso fácil. Siempre he sido bastante cuidadoso con mi imagen, me ha gustado vestir actual, cuidarme e ir al gimnasio para estar bien físicamente pero sin embargo nunca me ha gustado verme en las fotos, siempre encontraba algo que no me gustaba. Los tratamientos me provocaron cambios. Después de la quimioterapia se me deshinchó la cara y me volvió a crecer el pelo. Pero me quedaron las secuelas de movilidad de las que he intentado rehabilitarme. Las que sé que no recuperaré.

Durante mucho tiempo no he dejado de compararme con los demás. He considerado a los otros cómo “normales” y me he llegado a sentir inferior o a no estar a la altura. He estado esperando que sean los demás los que me dieran la seguridad en mí mismo, que había terminado de perder por el camino.

No sólo ha sido necesario que pasara tiempo para que me acostumbrase a mi nuevo yo, sino que ha sido fundamental un trabajo de cuestionar mi imagen para aumentar mi autoestima. ¿La idea que tengo sobre mí mismo es real? ¿Cómo me veo en el espejo es cómo me ven los demás? Si algo he aprendido es a no dejar de buscar aspectos positivos en mí que no dejen de sumar. A conocerme más a mí mismo y ser consciente de mis virtudes y mis defectos que podrian ser como las de cualquiera. Me he llevado sorpresas al ser consciente de que la gente ve aspectos positivos en mí que yo no tenía en cuenta.

A día de hoy sigo teniendo algún episodio en el que, si me veo reflejado en un espejo, me sigue resultando difícil de digerir. Lo reconozco. ¿Quiere decir que no me he aceptado del todo? Posiblemente no. Es un ejercicio diario que probablemente tendré que hacer el resto de mi vida.

Sergio Elucam