¿Cómo seguir adelante cuando solo quieres rendirte?

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¿De dónde sacar fuerzas cuando parecen estar agotadas?, ¿Que hago cuando estoy de bajón? 

¿No os pasa que en determinadas ocasiones llegáis a no encontrarle el sentido a mucho de lo que hacéis y queréis tirar la toalla? A mí sí y bastante a menudo.

En su momento conseguí que mi discapacidad no fuera el centro de todo. Es algo a lo que le he dado normalidad y apenas me condiciona. Intento empezar el día con la actitud adecuada y la mejor de mis sonrisas. Hago un esfuerzo por adaptarme a las circunstancias y asumo que muchas de las que me rodean no se pueden cambiar. Creo que pongo todo mi empeño en responder a lo que me enfrento en mi día a día sacando muchas veces fuerzas de no sé dónde para seguir adelante. Sin embargo, no dejan de llegar momentos en que siento que esas fuerzas parecen desaparecer y las ilusiones se apagan. Parece como si hubiese perdido el rumbo y una ola de desgana muy desagradable se adueña de mí. Qué casualidad que siempre me pasa en momentos en los que me encuentro solo y sin energía, es en esas ocasiones en las que motivarme se me hace complicado. Lo llamaría una sensación de tristeza cotidiana. En esas situaciones en las que necesito un impulso,me pregunto ¿qué es lo que me hace recobrar las fuerzas?

El primer factor fundamental para mí lo compone la gente. El tener a alguien cerca con quien compartir esos momentos de desaliento, en los que te repita que no quiere que te rindas y te anima a seguir, es esencial. Y yo tengo suerte en este sentido. Sin ser la persona más social del mundo, tengo gente a mi alrededor que me da ese aliento tan necesario de vez en cuando. Siento que de verdad le importo a mucha gente.

En los últimos años mi mayor mérito ha sido cultivar una relación de pareja que me ha llevado a rodearme de un entorno en el que me encuentro muy a gusto. Por ahora tengo que seguir gestionándolo en la distancia con muchos más momentos en soledad de los que desearía, pero, aun así, merece la pena. Y no solo con mi pareja y su entorno, este blog sin ir más lejos me está haciendo abrirme al mundo y socializar muchísimo más. El compartir mi vida con tanta gente hace que todo cobre más sentido y el enfoque ante todo sea distinto. Escribir este blog está consiguiendo que potencie mis habilidades sociales, mantener de alguna manera un compromiso con los lectores publicando periódicamente contenidos y sobretodo leyendo los comentarios y las cartas que me llegan hacen que aprenda mucho de los demás y que sea imposible abandonar un proyecto que tantísimas cosas buenas está aportando a mi vida. Así que mimitadalcuadrado es una excusa perfecta para no decaer.

Es importante para mi también focalizarme en mis proyectos y objetivos personales. Estos consiguen generarme una gran dosis de energía. He de reconocer que mi vida en este momento me es insuficiente. Y esto es en parte positivo porqué me hace imaginar los escenarios mejorables y dar pasos en esa dirección. Pero al mismo tiempo estoy viviendo una vida imaginándome viviendo otra y eso me produce frustración. Me imagino a mí mismo dentro de unos años en la misma situación que tengo ahora y hace que se dispare mi ansiedad. Soy consciente de que está en mi mano cambiar lo que no me gusta y de que tengo que pasar a la acción en el presente para que se produzcan los deseados cambios. De ahí nace gran parte de mi motivación. Tengo que dejar de plantear muchos aspectos de mi vida de forma reactiva limitándome a conformarme y verlas venir.

Otro aspecto clave para no decaer es tratar de no forzar mi cuerpo. Tengo comprobado que no puedo actuar sin energía y por eso sé que en un estado de agotamiento para mi es muy difícil plantearme retos y conseguir superarme. En el momento en que noto cansancio soy consciente de que mi rendimiento no es el mismo y veo mi capacidad para tomar decisiones y mi fuerza de voluntad muy mermadas. Por eso, cuando llego a ese punto se que lo mejor que puedo hacer es parar y tomarme un respiro, para descansar o realizar otra actividad distinta para desconectar o mejor dicho para «reconectar». Al enfrentarme a los retos con energías renovadas, todo se encara de otra manera.

En otras ocasiones me limito a recordar los momentos de mi pasado en los que me he sentido de la misma manera y cómo he conseguido superarlos. Son momentos en los que me he angustiado y ha sido difícil tener un solo pensamiento positivo. Pero siempre he conseguido superar esas situaciones de una forma u otra, ¿por qué ahora no voy a conseguirlo de nuevo?

Y un claro ejemplo es este blog. Cuando escribes un blog hay muchos momentos en los que  cuesta verle el sentido a tanto esfuerzo, ocasiones en las que no te vienen ideas para el contenido, en las que te preguntas si a alguien le servirá de algo lo que cuento y no puedo evitar desanimarme, en esos momentos lo más fácil sería dejarlo. Pero entonces llega cualquier hecho puntual, un detalle que no esperaba, alguien que no conoces te para y te dice que le gusta mucho lo que publicas, que sigue todos tus post y que te anima a seguir, y eso lo cambia todo de forma radical en un instante. Entonces es cuando me planteo ¿Cómo es que mis fuerzas se habían consumido, así como si nada? No será que la monotonía y la rutina me hacen poner el piloto automático y no me deja girar la cabeza para verlo todo desde otra perspectiva, mirar a tras y ver todo el camino recorrido. Entonces me doy cuenta de que tengo mucha más resistencia de la que creía.

Y todos estos factores son los que consiguen darme el impulso que necesito para recobrar mis fuerzas de nuevo. Para sentir que hay menos obstáculos o problemas de los que aveces creemos ver, y que los podemos afrontar y salir victoriosos. Para ello hay que levantarse cada día y no rendirse. Nuestro objetivo es encontrar día a día la manera de seguir adelante.

Sergio Elucam

¿Qué supondría ser padre?

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La verdad es que antes del tsunami nunca me había planteado seriamente la idea de ser padre. Estaba tan centrado en disfrutar intensamente del día a día que ni se me pasaba por la cabeza. Bien, pues de eso hace ya diez años. Es curioso que empieces a pensar en la paternidad después que te suceda algo así. Y que lo tengas que hacer con unos condicionantes añadidos con los que antes no contabas. ¿Por qué ahora? Esta sociedad lo vende como el único y siguiente paso hacia tu felicidad, puede ser el factor de la edad el que provoque que me diga a mí mismo que si me lo planteo ha de ser ahora o simplemente será porqué tengo ganas de lanzarme a vivir una nueva experiencia.

Dicen que ser padre te cambia la vida, que cambian tus prioridades. Eso al menos es lo que me llega de los padres de mi entorno. Siempre se ha dicho que ser madre o padre no es una tarea fácil, la pregunta que me hago es: ¿cuánto más se complica teniendo una discapacidad?.

Durante estos últimos años se ha ido produciendo una lucha interna cada vez que este tema ha aflorado en mi cabeza, ganaban más las voces negativas. Esas que me formulaban preguntas que parecían aterradoras. ¿Cómo vas a tener un hijo si no le podrás coger en brazos? ¿Cómo te las apañarías para cambiarle el pañal, bañarle o vestirle? ¿Cómo saldrías corriendo detrás suyo? ¿Cómo se lo vas a contar cuando crezca y note algo diferente en ti? Etc. He pasado por épocas de llegar a infravalorarme y cuestionarme tanto a mí mismo que posiblemente he estado descartando algo que me apetecía vivir. Me parece que esas voces no se van a callar y siempre van a estar ahí.

Al fin y al cabo, no son más que los miedos a los que me sigo enfrentando cada día. Miedos a no poder desempeñar ciertas actividades o sentirme vulnerable. Son ese tipo de mensajes que estoy aprendiendo a ignorar. Pero supongo que estos monstruos se hacen mucho más grandes porque el plantearte ser padre son palabras mayores. Es una gran responsabilidad. Si se diese el caso, ya no importarían los obstáculos y no habría más opción que hacerlo bien. ¿Pero qué es hacerlo bien? Cada persona lo afrontará a su manera, esto depende de mil circunstancias. Si das todo lo que tienes, ¿qué puede salir mal? Y entonces me pregunto si mis miedos son realmente tan distintos a los de los demás.

Lo fácil sería plantearlo desde los múltiples inconvenientes añadidos y acabar descartándolo, pero quiero hacerlo de una forma diferente y poner por delante todo lo bueno que me traería esta nueva etapa en mi vida. Si quiero ser honesto conmigo y con todo el camino que llevo recorrido, lo tengo que enfocar desde la normalidad y no desde la discapacidad.

Es en estos momentos cuando te cuestionas acerca de la paternidad que, inevitablemente, haces un recorrido visualizando la figura de los padres que he ido conociendo. Empezando por el mío que tanto me ha aportado. Alguien tan distinto a mí que me llenó de cariño pero que no dejaba de ponerme las pilas cada vez que hacía falta. Y en paralelo el papel más comprensivo que jugaba mi abuelo. ¿Hubiera cambiado algo si ellos hubieran tenido algún tipo de discapacidad? La verdad es que estoy seguro de que no.

Y entonces cuando tenía quince años llegó un bebé a casa que llenó aún más si cabe nuestras vidas. Mi hermana pequeña fue un subidón para toda la familia. Esos años pude experimentar muy de cerca lo que representa cuidar de un bebé y también lo puedo tener como referencia.

Otro momento muy significativo de mi vida está también vinculado con la llegada al mundo de otro niño. Fue cuando me propusieron ser padrino, a los años de pasar el tsunami. En el momento que te dicen que te escogen a ti para jugar el rol de padre si a ellos les pasará algo me llenó de emoción. ¿Qué habrían visto en mi?

En estos últimos años, lo que me ha tocado más de cerca ha sido el goteo incesante de bebés que han llegado a los hogares de las parejas que me rodean. Cada vez te fijas más en todos los detalles y la forma de actuar de los padres. Me intento imaginar en esas situaciones ¿Cómo sería yo jugando ese papel?

Quizás tenga dificultades para hacer ciertas cosas que ‘tradicionalmente’ hacen otros padres sin pensar. Quiero creer que, como en tantos otros aspectos, con paciencia, imaginación y ayuda de mi pareja me iría adaptando y llegaría el momento en que podría con todo lo que viniese.

Para mi representaría un nuevo gran salto al vacío. Representaría aprender más que nunca. Seguro que me encontraría con cosas que no esperaba. Seguro que la vida se reduciría a instantes de los que disfrutar. Con certeza, todo superaría mis expectativas. Y es que seguramente ser padre implica mucho más que tener un hijo, es algo que te transforma como persona y define un nuevo punto de partida.

Lo que tengo claro es que ahora si me doy la licencia de imaginar con ilusión cómo encajaría este cambio en mi vida. Sin duda sería positivo.

Aquí os dejo un video que demuestra que todos los miedos, incertidumbres e indecisiones tienen que desaparecer cuando hay alguien que te necesita.

 

¿Cómo recuperamos la ilusión en los momentos difíciles?

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La práctica del deporte y en especial el fútbol estuvo presente durante toda mi infancia, no me despegaba de mi balón, de forma más sería y continuada en mi adolescencia y como hobby en adelante. Puedo decir que ha sido una de mis pasiones, a la que a la fuerza tuve que renunciar cuando me puse enfermo. Durante estos años, mi manera de afrontarlo ha sido mirar hacia otro lado. La solución fácil y a su vez mas dolorosa. Me he limitado a ver el deporte en la televisión, a través de una pantalla. Voy al gimnasio para mantenerme en forma, pero me aburre soberanamente. A mí lo que me va es competir en equipo.

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En el plano psicológico he trabajado cómo convivir con la pérdida de este y muchos otros temas, pero para nada quiere decir que no sigan apareciendo pensamientos y llegando mensajes que te manda tu cerebro. Ya no duran demasiado, se cómo manejarlos y consigo volverme a recolocar. ¿Cómo lo consigo? Ya lo tengo bastante automatizado. Entiendo que, con el tiempo, hay mucho de aceptación y también de ser capaz de detener esos pensamientos negativos que solo aportan ansiedad y malestar para que no vayan a más. Por lo general ya tengo reconocido el pensamiento cuando va llegando y o bien trato de suplantarlo por un recuerdo agradable de ese mismo tema o me pongo enseguida con otra cosa que no tenga nada que ver.

Es algo que no vale la pena que te plantees ni le des vueltas, porqué nunca nada va ser igual. Podrá ser de muchas otras maneras. ¿no es cierto que los jugadores amateurs, llegado a un punto ya ni se plantean llegar a jugar en primera división? Sería el deseo de muchos, pero con los años, lo interiorizan porqué ven que no es posible. Pues es parecido, pero a otro nivel.

No me he lanzado nunca a intentar de nuevo la práctica del deporte con discapacidad. Con el paso del tiempo te vas atreviendo y planteando la posibilidad de seguir disfrutando de una de tus pasiones desde otro punto de vista. ¿Por qué no? de entrenador o ayudante…

En pocos días se han producido dos acontecimientos que vuelven a remover esos sentimientos relacionados con el deporte.

El pasado fin de semana tuve el placer de asistir a un partido de basket en el colegio de la hija de mi prima. La verdad es que no esperaba volver a disfrutar tanto siguiendo un partido de niños en directo. Yo no soy de vivir el deporte de forma pasiva. ¡Me alteré, grité, animé… me lo pasé pipa! No lo puedo controlar, enseguida me sulfuro, vamos que casi me como al árbitro en un momento de exaltación.

Es como si hubiera despertado el gusanillo de algo que no te estabas planteando, que habías dejado de lado. Te vuelves a ilusionar por el deporte desde otra perspectiva. Aunque podrías, sabes que ya no vas a poder practicarlo de la misma manera y te planteas como volver al mundo del deporte. Todas estas sensaciones hacen que piense en la posibilidad de entrenar a un grupo de niños y poder transmitirles todo lo que viví en mi etapa deportiva, aparte de muchas cosas más que les sirvan para enfocar su vida.

Ayer fui a ver la película “Campeones”, del director Javier Fesser y protagonizada por Javier Gutiérrez. Narra la historia de un entrenador de baloncesto con muy mala leche que atraviesa por una mala racha tanto en lo profesional como en lo personal. Por culpa de una infracción de tráfico, se ve obligado a realizar servicios a la comunidad entrenando a un equipo de barrio con discapacidad. Una película que te despierta tu lado más humano mientras, de una forma muy natural y cercana, aborda el tema de la convivencia con personas con discapacidad intelectual. El desconocimiento inicial, los prejuicios y las etiquetas que en general tenemos todos. Las historias que tienen detrás cada una de esas personas y cómo es su día a día. La sencillez a la hora de enfrentarse a la vida que tiene ese colectivo y que no entienden cómo nos la llegamos a complicar los demás. Este grupo de personas diferentes encuentran en el deporte y el compañerismo un motivo de ilusión que les saca de su rutina.

La oportunidad del protagonista de compartir vivencias con ellos, le enriquece y hace que se replantee su vida de otra manera. Te hace ver que estas personas, de tontas no tienen un pelo y se dan cuenta de todo lo que les rodea y son capaces de vivir una vida mas centrada en las cosas que de verdad importan. Y, sobre todo, el afrontar todo con mucho humor. Salí cargado de buen rollo y emocionado por la empatía que desarrollé en menos de dos horas con gente que no conocía.

Quiero volver al deporte, estoy ilusionado y no hay mejor aliciente que hacer las cosas con ilusión, ahora que lo tengo claro voy a luchar por conseguirlo.

Sergio Elucam