¿Que esconde el misterio de la vida?

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UN PADRE, UN HIJO Y EL GRAN VIAJE DE LA VIDA

Esta vez es una película «El fin es mi principio» la que me ha hecho reflexionar y he querido compartir con vosotros lo que me ha transmitido. Por encima de todo me quedo con sus profundos mensajes y la cercanía y el calor humano de los personajes.

La historia gira en torno a Tiziano Terzani. Un hombre extraordinario que renunció a sus orígenes humildes de una familia florentina y pasó más de 30 años como corresponsal de prensa por todo el mundo y en especial en Asia, cubriendo las principales guerras y revoluciones del siglo XX. Fue periodista, escritor y, por encima de todo, un buscador de lo que se esconde en el misterio de la vida.

Cuando le diagnosticaron un cáncer se fue a vivir en soledad al Himalaya, un retiro que le marcó profundamente y le preparó para afrontar su último viaje: el de la muerte. Para pasar sus últimos días, volvió a su pequeña casa en la Toscana junto a su mujer para “abandonar su cuerpo”, que es cómo los hindúes conciben la muerte y cómo a él le gustaba describirlo. En aquellos últimos meses reclama la presencia de su hijo para narrarle partes de su vida que no le había contado. De ese reencuentro salieron multitud de conversaciones profundas e intensas entre un hombre viejo y sabio que sabe que se acerca su fin y uno joven e inquieto. Unos días donde por fin se quitaron todas las máscaras para hablar cara a cara de lo qué es la vida, el mundo y la muerte. De la grabación de aquellas conversaciones se publicó su último libro: “El fin es mi principio”, del que se hizo también esta película.

Como os he dicho, de esta película se pueden extraer infinitos temas sobre los que debatir y comentar. A mí en particular ha habido varios que me han hecho reflexionar.

En primer lugar el ver a un hombre que debido a la fase terminal de su enfermedad sufre dolores intensos y gran incomodidad, todos estamos rodeados de casos parecidos a éste. Me llama la atención que a pesar de estos condicionantes físicos, el protagonista es capaz de seguir riéndose con su mujer y su hijo y disfrutando de todo lo que le rodea, del maravilloso paisaje de la Toscana, del sonido de los pájaros… hasta el último momento. Ese es el punto diferencial, conseguir disfrutar aun en los momentos mas difíciles. Y no necesariamente se sufre en las fases terminales, hay gente que convive con el sufrimiento cada día y por muy diferentes motivos.

Y es que, durante estos años he tenido la suerte de coincidir con gente que aún estando mucho peor que yo conseguían ver el lado positivo de la vida. Gente que sufre por dolores crónicos muy intensos o porque su cuerpo está mucho más paralizado que el mío. Cuántas veces me habré preguntado cómo eran capaces de sobrellevarlo, cómo afrontaban el levantarse por las mañanas y llegar al centro de rehabilitación con la mejor cara y haciendo bromas. Esta gente sí que me daba lecciones cada día.

Muchos creen que tiene que ver con el poder de la mente. Yo lo resumiría en la importancia de tener la cabeza sana, aunque el cuerpo no te responda cómo quieres.

Otro aspecto que me ha llamado la atención es cómo Tiziano se propone cerrar su ciclo de vida de forma adecuada. Simplemente quiere despedirse y hacer balance. Y lo quiere hacer dejándole un legado a su hijo. El legado de su intensa vida, repasando cada una de las vivencias que han formado parte de ese proceso. Esa forma de gestionar su final implica también un nuevo comienzo para él. Y considero que es una manera muy sana de afrontar este momento. A mí me gustaría hacerlo así. Lo veo cómo un ejercicio recomendable a realizar con mis padres. El poder reunirnos en un lugar lo más aislado posible sólo con la compañía de la naturaleza para tener la oportunidad de repasar sus vidas. Sólo padres e hijos, un entorno tranquilo y tiempo, mucho tiempo para hablar. Que me contaran lo que quisieran. Tener momentos de silencios en los que las miradas hablaran. Destapar esas cajas llenas de recuerdos. Su infancia, sus padres, cómo se conocieron, su vida en común, su profesión, la llegada de sus hijos, mil temas. Evidentemente emanarían reproches en ambas direcciones, como sucede en la película. Pues que salgan. Hay muchas cosas que no siempre son como nos gustarían y hemos tenido que aceptar. Forman parte del camino.

En mi caso particular seguro que uno de los temas candentes sería cómo han vivido realmente lo que me ha pasado, cómo ha afectado mi enfermedad en sus vidas y todo lo que se ha desencadenado a posteriori. Obviamente sé que ha sido uno de los episodios que desearían no haber vivido. Pero aquí seguro también pondríamos en valor cómo hemos conseguido salir de esta juntos y cómo he sido capaz de rehacer mi vida.

A veces creo que no llegamos a conocer bien a nuestros padres. Seguro que desconocemos muchos episodios de sus vidas que les han marcado y que nos pueden hacer entender muchas cosas. Ese es para mí el verdadero legado que nos dejan. El que entiendo que Tiziano le quiso dejar a su hijo Folco.

Aunque sé que mañana volveré a mi monotonía, otro de los aspectos significativos de esta película es el cómo coger las riendas de nuestra vida. Conseguir dejar de ser espectador y colocarte al mando de tu existencia. Tiziano lo resume como la trampa de ahí afuera de la que todos somos ratones. Intenta hacer ver a su hijo que, aunque nos parezca que gocemos de una libertad sin límites, nunca hemos tenido tan poco margen de acción cómo ahora. Ya no existe la libertad de ser quien realmente se es. Para no caer en esa trampa varias son las recetas que me llevo y que ya veré cómo pongo en práctica y cuando.

La primera es que hay que revelarse. Esa es la revolución pacífica a la que el protagonista no deja de hacer referencia y en la que ha creído siempre. Después de vivir varias revoluciones con triunfo del comunismo, ha sido testigo de la cantidad de sacrificios y todo para llegar a nefastos resultados para la sociedad. Todo sigue girando en torno al dinero como en todas partes. Mientras el hombre se deje de guiar por intereses personales, nada cambiará. Por eso se decidió a creer en la única revolución que le aporta algo, la de uno mismo. La de ser lo que uno quiera, vivir una vida propia que solo te pertenezca a ti. Una vida en la que te reconozcas.

Y la siguiente es la de exprimir la vida al máximo que no te quede nada por intentar, probar o arriesgar. El hecho que haya vivido su vida con tanta intensidad le lleva a tener una visión de la muerte cómo parte de la vida. Ya no le tiene miedo porqué es prácticamente lo único nuevo que le queda por afrontar. Así se considera realmente preparado para cuando llegue.

La película nos insta a vivir el ahora y disfrutar de cada pequeño instante. La vida sucede en este momento y es entonces cuando uno tiene que saber disfrutar de ella. El pasado es simplemente un recuerdo, ya no existe. Son sus recuerdos acumulados, ordenados y falseados. En el ahora, en cambio, no se falsea nada.

Inevitablemente he vuelto a replantearme por qué me sigue costando tanto disfrutar del presente y si verdaderamente estoy cogiendo las riendas de mi vida. Parece como si siguiera poniendo el piloto automático cada mañana y los días siguieran pasando. Empiezo a tener bastante clara la visión de lo que quiero que sea mi vida y ya es hora que ponga los medios para conseguirlo.

Me tomo la licencia de cerrar este post con el final de la carta de despedida que dejó Tiziano a su familia, “gracias y espero que os riáis”.

Sergio Elucam

 

«Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia» entrevista a Carlos Owono.

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Estoy en una época en que parece que gente de mi pasado vuelve y lo estoy disfrutando. Ya tuve el placer de entrevistar a mi amigo Simón y en esta ocasión se trata de otro compañero de la EGB.

A través de una red social, hace un tiempo se empezó a crear un grupo de antiguos alumnos del colegio. Empiezas a intentar reconocer a la gente después de tantos años. Un montón de recuerdos de esa época que vuelven. Te preguntas que habrá sido de sus vidas.

El animador del cotarro no podía ser otro que el Charly. Si, aquel golfillo sin vergüenza que se dedicaba a todo menos estudiar. Menuda pieza de museo. Mi sorpresa fue cuando al cabo de un tiempo colgó un mensaje diciendo que esa noche iba a estar en un conocido programa de televisión. ¿Cómo? ¿El Charly en la tele? Se le veía de fondo. Lo reconocí enseguida porqué tiene la misma cara de pillo de siempre. Estaba coordinando el show televisivo Nitro Circus que consiste literalmente en llevar el motociclismo freestyle hasta límites insospechados. En esta ocasión se trataba del famoso Travis Pastrana realizando uno de sus saltos imposibles.

En una conversación reciente me comentó brevemente su periplo por el extranjero partiendo de cero y afrontando muchas dificultades. Y entonces te das cuenta que detrás de aquel chico travieso y rebelde, hay una historia de superación. Es por eso que le pedí el favor que accediera a responder a nuestro formato de entrevista.

Para mí es un fiel reflejo de gente al cuadrado que afronta la vida con valentía y lucha por no dejar de superarse para conseguir sus sueños. Alguien que, cómo muchísima gente, ha tenido que marcharse de España para labrarse su futuro.

Gracias Charly por la entrevista y por tu generosidad al abrirte y contar tu historia. Seguro que tus palabras van a contagiar de ánimo a mucha gente.

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Cuéntanos un poco acerca de ti, ¿Quién es Carlos Owono?

Una pregunta tan simple y tan difícil de contestar! En el plano, por así decirlo más físico, soy un niño de barrio de 40 años recién cumplidos que acaba de ser padre y que trabaja en algo que le encanta. He tenido la suerte de viajar mucho y también de vivir en varios países, algo que me ha enriquecido infinitamente a nivel personal. Aunque tengo estudios universitarios, todo lo que me ha servido para la vida lo he aprendido fuera de cualquier recinto, en otras palabras, en la calle. En el plano espiritual… una persona que lucha cada día por ser mejor, un mejor hijo, hermano, amigo, marido, en resumen, una mejor persona.

Dicho lo cual, siempre he pensado que la mejor manera para saber sobre uno mismo es preguntarle a la gente de su entorno. Así que esta respuesta queda incompleta a falta de reunir a unas cuantas decenas de personas y que ellas nos expliquen un poquito más acerca de mi.

En tu vida ¿De qué estás más orgulloso? ¿Te arrepientes de algo?

Lo resumiría en dos ‘atrevimientos’. El primero fue el atreverme a dar el paso de ir a vivir a Inglaterra cuando solo tenía 19 años y 160€ (25,000 pesetas) en la cuenta/bolsillo. El contexto era muy diferente al de ahora, decidir irse a otro país, significaba desaparecer. En aquella época, aunque ya se empezaba a oír hablar de internet, no mucha gente lo utilizaba, y obviamente tampoco el email, por lo que solo pude seguir en contacto con un par de amigos con los que me escribía una carta al mes y con mi familia, con la cual hablaba cada dos semanas desde una cabina a la que ellos me llamaban (dato curioso, en Inglaterra puedes llamar a las cabinas). Mi idea era ir a Inglaterra a pasar un verano, unos 3 meses, para aprender inglés y volver ‘corriendo’ para casa, pero esos 3 meses se convirtieron en 7 años. En ese tiempo hice una carrera doble – Economía internacional y Filología Alemana -, un Master y un año de Erasmus en Alemania.

Otro momento clave en mi vida del que también me siento muy orgulloso, es el haber encontrado la fuerza y voluntad de dejarlo todo (un buen trabajo, pareja, piso en el centro de BCN, etc) cuando ya tenía 31 años, e irme a vivir 2 años fuera. En este tiempo viví un año en Paris, 6 meses en Roma y 6 meses en Salvador de Bahía, donde di clases de inglés y castellano en una favela de la ciudad. Estos dos años de ‘reset’ los aproveché para aprender francés, italiano y portugués.

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¿Arrepentirme de algo…? Sí y no. Por un lado, sí, me arrepiento de cosas casi a diario. Cosas, no muy graves obviamente. Por otro lado, no, pues creo que todo lo bueno o malo que hacemos y/o experimentamos nos sirve para crecer como personas.

El momento negativo más impactante en tu vida ha sido….

¿Qué pasó? ¿Cómo te marcó?

Quizás mi respuesta sea algo inusual pero no recuerdo ningún momento negativo. Al menos no en el sentido de que dicho momento haya tenido un impacto en mi vida. Sí que es verdad que he tenido miles de experiencias, llamémosle, no muy positivas, pero realmente no me viene nada a la cabeza que me haya marcado por su negatividad.

Cómo has superado esa adversidad que te ha puesto la vida? ¿Qué papel han jugado los que te rodean?

Los años fuera han sido tan enriquecedores como duros, sobre todo el primero. Un 7 de julio estaba en Barcelona, disfrutando del sol, el verano, mi familia y mis amigos y un 8 de julio aterrizaba en un país gris, frío, donde no conocía a nadie y lo peor de todo, no hablaba la lengua. Hay un dicho inglés que me gusta mucho y que en cierto modo siempre he aplicado a mi vida, when the going gets tough the tough get going, que viene a decir algo así como, cuando las cosas se ponen duras, los duros le plantan cara. Y supongo que siguiendo esa filosofía fui capaz de conseguir un trabajo de pinche de cocina, que a día de hoy aún no sé como pude conservar, pues durante los 3 primeros meses nunca supe lo que me pedían o querían que hiciera (mucho lenguaje de signos!), aprendí inglés a marchas forzadas y sin habérmelo planteado, desperté una mañana en una universidad inglesa listo para empezar una carrera que me tendría ‘atado’ a Inglaterra por unos añitos más.

Los años de universidad tampoco fueron un camino de rosas. Gracias a una beca pude pagar la matrícula y asignaturas, pero los gastos del día a día, incluida la estancia, me los tuve que pagar yo de mi bolsillo y, como todos sabemos, Inglaterra no es un país precisamente barato. Eso significaba trabajar casi todas las tardes de la semana en un teatro como camarero y todos los fines de semana en una empresa de catering. Eso sí, el lugar de trabajo no podía ser mejor, al menos para un futbolero empedernido como yo. Trabajaba en una empresa de catering que tenía la concesión de todos los campos de futbol de Londres, entre ellos el del Arsenal (mi equipo favorito inglés), Chelsea, Tottenham y el mítico Wembley, el antiguo! Los recuerdo como años en los que no paré ni un segundo, no hubo día en que no tuviera que estudiar, trabajar o verme obligado a salir de fiesta 😉

El como he superado las adversidades, se podría resumir en que lo he hecho con una gran constancia, una fuerza de voluntad inquebrantable y con el convencimiento de que al final del camino hay una gran recompensa.

Ni que decir tiene que, aunque en la distancia, la familia siempre está ahí y te ayudan de la mejor forma que saben y/o pueden, pero lo que más me ha ayudado en los años que he estado fuera, es la gente que estaba en una situación similar a la mía y con la que he forjado una amistad muy especial. Esa ha sido la gente que mejor ha entendido por lo que estaba pasando, esa profunda soledad, esa nostálgia de casa y de los tuyos. Y esa gente son los que en esos momentos, se acaban convirtiendo en los ‘tuyos’.

Te sigue afectando a día de hoy? ¿Cómo?

Ya estoy de vuelta en casa, Barcelona, así que puedo decir con una gran sonrisa en los labios que la prueba de haber pasado años lejos de mi ciudad, familia y amigos ya está superada.

Qué crees que les hace falta a muchas personas para encarar la vida con más optimismo? ¿Qué consejo nos darías?

Hace falta conocerse mejor, controlar las expectativas, ser feliz con lo que se tiene y sobre todo ser conscientes y disfrutar del ahora. Como todo, esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero hay que intentarlo. Algo que me ha ayudado mucho es la meditación. Empecé a practicar meditación hace un par de años y la verdad es que me siento mucho mejor conmigo mismo, lo que a su vez me hace sentirme mejor con todo lo que me rodea. Y cuando se cumplen las dos premisas anteriores, todo y todos a tu alrededor se contagian de esa positividad y buen rollo. Hay una frase de Marcel Proust que ilustra muy bien esto que acabo de explicar – Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia.

Te has sentido alguna vez discriminado? ¿Cómo reaccionaste?

Ya que soy mulato (mi padre es de Guinea Ecuatorial y mi madre de Salamanca), la respuesta podría parecer obvia y más aún habiendo crecido en una España recién salida de una dictadura. Pero, por suerte, nunca me he sentido discriminado por mi raza, ni en España ni en ninguno de los otros países en los que he vivido. Tampoco he sentido ningún otro tipo discriminación, ya sea por mi nacionalidad, forma de pensar o valores.

Qué te hubiera gustado hacer y sabes que ya no podrás?

Te doy una respuesta fácil y frívola… jugador de Barça! Jaja.

Y una respuesta más meditada… tenía una lista muy simple de cosas que quería hacer en la vida y que poco a poco he ido consiguiendo. Las cosas que siempre quise hacer son; tener carnet de moto y una moto de gran cilindrada, hecho, aprender a surfear la nieve – Snowboard, hecho, ser padre, hecho y la que más me está costando, pero ya llevo tres años dedicándole muchas horas, tocar el piano. Esta última, creí que nunca la conseguiría, pero quien lo iba a decir, ahora hasta puedo tocar alguna que otra nota escrita por el maestro Bach.

Qué te genera ansiedad? ¿Cómo lo afrontas?

Por suerte no hay nada concreto que me genere ansiedad. Supongo que mi manera de ser, tranquilo y pragmático ayudan mucho.

Cómo valoras a la sociedad en la que vivimos? ¿Qué nos falta para que la consideres mejor?

Considero que como sociedad somos mucho mejores y estamos más avanzados de lo que creemos. Hay gente muy crítica, que dejándose llevar por ciertos hechos puntuales de la actualidad, dicen que vamos a peor, que estamos dormidos, etc. Yo creo que si miramos la historia de una forma analítica, nos daremos cuenta de que nunca hemos tenido una sociedad tan crítica, consciente y responsable. Eso no quiere decir que quede muchísimo por mejorar, de hecho siempre quedará algo por mejorar, pues no creo que una sociedad pueda llegar a la perfección (sería aburrido!). Lo bueno es que la evolución, aunque muchos se empeñen en ir contra ella, siempre nos lleva hacía adelante. Soy de los que piensa que hoy estamos mejor que ayer y mañana estaremos mejor que hoy.

Entre otras cosas, lo que creo que le falta a esta sociedad para ser mejor es la empatía. Tendríamos que hacer más a menudo el ejercicio de ponernos en la piel del otro, dicho de otra manera, ponernos sus zapatos y caminar con ellos. Las cosas son y las cosas pasan, no son necesariamente ni buenas ni malas, simplemente hay diferentes maneras de verlas.

Si supieras que mañana es tu último día de vida, ¿Qué harías? ¿Cómo lo pasarías?

Me levantaría muy pronto, sobre las 5 de la mañana. Dedicaría unos minutos a agradecerle a la vida el haberme dado un asiento de primera clase en este viaje. Saldría a la calle e iría a los bunkers del Carmelo a ver amanecer, a ver salir el sol por última vez sobre Barcelona. Luego volvería a bajar a casa, despertaría a mi mujer y a mi hijo y nos iríamos a desayunar unos Eggs Benedict y unos Pancakes en Ciutat Bella. Después aprovecharía para ir a dar un paseo por la Barceloneta y la playa. Llegada la hora de la comida reuniría a todos mis amigos y familia en Gracia, mi barrio de siempre. Comeríamos y departiríamos hasta bien entrada la tarde. Seguidamente, me gustaría que todos fuéramos a pasear por las calles del barrio parando en alguna que otra terracita de las bonitas plazas de Gracia (seguro que me encontraría a Simon Bianco en la terraza del Canigó). Para acabar el día, le preguntaría a mi mujer si cenamos en casa o fuera (seguramente me diría fuera), al volver a casa me sentaría en el sofá con ella para recordar nuestros mejores momentos (nos conocemos desde los 14 años, así que tenemos unos cuantos), daría no menos de 100 mil besos a mi hijo, le arrullaría hasta que se durmiera y finalmente me iría con mi él y mi mujer a la cama, donde me quedaría dormido abrazado a los dos.

 

Un libro, una película, un sitio, un plato, alguien a quien admiras? Un momento perfecto y con quien compartirlo?

Libro…Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Es el libro que marcó la frontera entre leer por obligación y leer por placer.

Película…Der bewegte Mann. No diría que es mi película favorita pero sí como una película que tuvo un gran impacto en mi. Gracias a ésta descubrí el cine europeo y en versión original. Desde ese día he sido un asiduo a los cines Verdi y rara vez he vuelto a ver una película doblada. Y aunque nunca lo había pensado hasta ahora, tengo la sensación que despertó mi curiosidad por otras culturas y lenguas.

Sitio… La cima de una montaña en un soleado día de Febrero, con la tabla de Snow en mi pies, listo para el descenso.

Plato… Tapas varias, ensaladilla rusa, croquetas, patatas bravas, etc…

Alguien a quien admiro… de mi entorno, a dos personas, a mi mujer por su fuerza y a mi amigo Florenci por su tenacidad. Y de una manera más genérica a muchos de los entrevistados de La Contra de La Vanguardia, gente con historias encomiables.

Momento perfecto… viernes tarde en un bar con los amigos, charlando de cómo ha ido la semana y recordando las mismas historias de siempre.

 

 

¿Por qué no me salen las palabras?

palabrasRealmente no sé qué es peor, si las limitaciones de movilidad o no poder decir lo que quieres cuándo y cómo quieres. Cuantas veces me habré preguntado, ¿por qué no me salen las palabras? ¿Por qué no controlo la fluidez en el habla? Es algo que me ha afectado mucho y me ha hecho pasarlo muy mal durante años. Y a lo que aún me sigo enfrentando en ocasiones a día de hoy.

Se estaba convirtiendo en un lastre sobre todo en el plano profesional. Es dónde tengo que interactuar con un montón de gente cara a cara, en reuniones o al teléfono. De siempre tenía interiorizado que, en este ámbito, hablar con seguridad hace que los demás sientan confianza en ti y te perciban como una persona más inteligente. Por tanto, esta podía ser una de las claves de tu proyección. Imaginaros entonces la losa que era el preguntarse, y tú que a veces no puedes hilar una frase seguida, ¿a dónde vas? Realmente tengo que reconocer que sentía envidia de la gente que no se trababa al hablar, sin fijarme en si sus palabras eran coherentes o no.

Tampoco es que mi habla fuera demasiado fluida antes pero después de la enfermedad, la cosa se vio agravada de forma exagerada. Me quedé literalmente sin poder hablar y tuve que aprender de nuevo.

En la primera fase de recuperación, al mismo tiempo que hacía mi intensivo de rehabilitación, me puse en manos de varios logopedas para tratar el problema del habla que había dejado mi lesión. En esa primera fase se realizó una gran labor que vino acompañada por la mejora progresiva de todo mi cuerpo por sí sólo. En lo que respecta al habla se mejoró mucho y no se dio demasiada importancia lo que faltaba. No lo recuerdo con exactitud, supongo que creyendo que no se podía hacer más o que ya iría volviendo.

Pasados los años me quise dar una oportunidad porqué, aunque había mejorado mucho en mi fluidez, aún tenía que enfrentarme a momentos muy críticos en mi día a día. El llegar a pasarlo mal por cualquier interacción con la gente no es agradable y te va hundiendo. Me acababa infra valorando y eso desencadenaba la multitud de latigazos que te frenan en muchos momentos que deberías atreverte a dar pasos adelante.

En uno de esos clásicos momentos en que no puedes más, me decidí a ir al psicólogo. La intención inicial era tratar mi problema del habla, pero ya desde la primera sesión se vio que el enfoque tenía que ser más amplio. Un enfoque de vida. Por debajo del trastorno del habla, se seguían encontrando heridas no curadas y miedos a tratar a fondo. Por eso mi estancia en el psicólogo duró mucho más de lo esperado. Trabajamos en muchos otros aspectos para ganar en auto estima y confianza en mí mismo. Ya tendré la ocasión de contaros más momentos de los compartidos con mi psicóloga. Con respecto al habla, tan sólo decir que ese trabajo no dirigido acabó provocando una clara mejoría. Mis dificultades seguían apareciendo, pero ya no me importaba tanto. La forma de llevarlo era distinta y ese estado de ánimo me hacía entrar en la espiral positiva de no pensar tanto en ello y automáticamente provocaba que las palabras me salieran de forma más fluida.

En una etapa más reciente. Me quise dar una nueva oportunidad. Consultándolo con mi psicóloga anterior, le plantee la posibilidad de hacer un tratamiento de logopedia para que me dieran herramientas para superar momentos de bloqueo más puntuales en determinadas situaciones. A ella también le pareció bien. Cómo podéis ver, a pesar de llevarlo mucho mejor, mi lucha interior continuaba y seguía empecinado en lograr la “fluidez perfecta “.

 

Bien, pues al poco tiempo, allí estaba yo. En una sala de espera preparada con juguetes para que los pequeños se entretuvieran. Y es que los centros de logopeda están muy enfocados a los niños. Una situación un pelín extraña pero divertida a veces. Muy a menudo las logopedas que no me trataban me confundían con un padre que estaba esperando a que su hijo saliera. Y me encasquetaban a uno así por las buenas.

Allí me enseñaron técnicas que efectivamente si te hacen hablar más fluido, pero que cuestan mucho de interiorizar y llevarlas a tu vida cotidiana, dónde haces las cosas casi sin pensar. Sentía que eran más de laboratorio. Entre esas paredes alcanzaba una fluidez asombrosa pero que en cuanto salía a la calle, los factores externos seguían ganando. El problema principal volvía a estar ahí. Había que replantearse de nuevo el enfoque. Y no era otro que el psicológico. ¿Otra vez? Si, otra vez. Por eso, en el mismo centro me derivaron a otra especialista para trabajarlo de nuevo desde una perspectiva más amplia. Seguían habiendo factores que afectaban y me devolvían a esas espirales de malestar y nerviosismo que hacen que todo mi cuerpo se tense y ya no controlo nada, y menos el habla. Fue cómo una vuelta a la consulta del psicólogo para reforzar y valorar todo lo evolucionado. Una inyección de realidad para combatir mi auto exigencia desmesurada. Uno de los ejercicios que recuerdo, es que me fijara con más detalle en cómo la gente se expresaba para poder darme cuenta de que eso que estaba en mi cabeza de la “fluidez perfecta” no existía.

En mi caso, considero que mucha de la mejoría se ha centrado en aumentar la confianza en mí mismo que desemboca en la actitud para afrontar cada momento en el que tienes que hablar. Ese es el plus que me hace superar ese obstáculo. Y lo aplico del mismo modo tanto para hablar con un grupo de gente en una reunión de trabajo como para pedir un café en un bar. La situación y la gente con la que interactúas por supuesto también me influye mucho. Tener mas confianza con la gente, saber de lo que hablas, el contacto visual y un buen ambiente, hacen que me desenvuelva mucho mejor.

Y sobre todo concienciarme de que esos momentos de atascarme o falta de fluidez forman parte de mí. Me pueden pasar cómo a cualquier otro. Es algo que me fastidia, pero lo voy aceptando. Cada vez que se producen episodios de este tipo en los que no me siento bien, trato de no darle vueltas y no amargarme. No sirve de nada y cuanto antes consigues centrarte en las cosas que realmente importan antes vuelve todo a su sitio.