Irene Maculé: Lo recuerdo como si fuese ayer

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Hola lectores/as de mimitadalcuadrado, soy la hermana pequeña de Sergio. Me ha pedido que escriba este post para “cerrar el círculo”, ya que todos se han animado a escribir, así que aquí estoy. 

Sabía que este momento llegaría y, a decir verdad, lo temía un poco, no porque no tenga ganas de escribirlo, sino porque no se muy bien cómo explicarlo ni por dónde empezar. Quizás porque lo viví de pequeña, todavía iba al colegio cuando todo pasó, y hay muchas cosas que no entendí en su momento.

Recuerdo como si fuese ayer cuando hicimos una escapada a la casa del pueblo, en Valencia, y un día al mediodía mientras comíamos en un restaurante, mis padres hablaban con Sergio sobre los primeros síntomas que tuvo (los cuales nadie imaginaba, ni de lejos, que iban a provocar lo que vino después). Comentaban que Sergio había perdido un poco de fuerza en la pierna derecha, parecía que era algo relacionado con la columna vertebral…no lo tenían nada claro así que iban a hacerle algunas pruebas al volver a Barcelona.

Al volver a Barcelona, una mañana en la que Sergio tenía que ir a trabajar y estaba vistiéndose, mi madre le preguntó por qué usaba para ponerse los zapatos la mano izquierda, y no la derecha. Sergio le respondió que le era más cómodo, que notaba un poco de “flojera” en la mano derecha. A partir de ahí, todo empeoró muy rápido. Ahora que tengo que parar a pensar en cómo lo vivi, me doy cuenta de que sólo recuerdo momentos, un poco borroso, pero los momentos que recuerdo, puedo revivir a la perfección cómo me sentí. Lo que explicó Raúl en su post, por ejemplo, ha sido algo que no pude olvidar por la frustración de no poder ayudar a Sergio de ninguna manera, y esa frustración la he tenido en muchas más ocasiones, por el hecho de ser la pequeña de la casa, que poco puede hacer o aportar, sólo mirar y preguntarse ¿Por qué está ocurriendo esto? ¿Cuando dejará “eso” que Sergio empiece a mejorar?

Como habréis leído en los otros posts del blog, Sergio estuvo muy mal, pero creo que sólo los más cercanos sabemos exactamente cómo de mal. Y, a pesar de lo duro que ha sido, sobretodo para él, me alegro infinitamente de verle feliz ahora y me alegra escuchar como gente que acaba de conocerle, a quienes les explicas por encima qué ocurrió, responden con un “¡Ah, pues apenas había notado nada!”. Y esto se debe, a parte de que la enfermedad por suerte paró, a todo el trabajo que Sergio ha hecho desde entonces, a todas las ganas y la fuerza que ha puesto en mejorar. Y por supuesto también, a mis padres y mi hermano, quienes estuvieron a su lado en todo momento buscando una solución para todo.

No me cansaré de repetir lo orgullosa que estoy de Sergio, de lo fuerte que es y de lo que ha conseguido. Cómo decíroslo…mi hermano es un superhéroe. 

Irene Maculé

«Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia» entrevista a Carlos Owono.

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Estoy en una época en que parece que gente de mi pasado vuelve y lo estoy disfrutando. Ya tuve el placer de entrevistar a mi amigo Simón y en esta ocasión se trata de otro compañero de la EGB.

A través de una red social, hace un tiempo se empezó a crear un grupo de antiguos alumnos del colegio. Empiezas a intentar reconocer a la gente después de tantos años. Un montón de recuerdos de esa época que vuelven. Te preguntas que habrá sido de sus vidas.

El animador del cotarro no podía ser otro que el Charly. Si, aquel golfillo sin vergüenza que se dedicaba a todo menos estudiar. Menuda pieza de museo. Mi sorpresa fue cuando al cabo de un tiempo colgó un mensaje diciendo que esa noche iba a estar en un conocido programa de televisión. ¿Cómo? ¿El Charly en la tele? Se le veía de fondo. Lo reconocí enseguida porqué tiene la misma cara de pillo de siempre. Estaba coordinando el show televisivo Nitro Circus que consiste literalmente en llevar el motociclismo freestyle hasta límites insospechados. En esta ocasión se trataba del famoso Travis Pastrana realizando uno de sus saltos imposibles.

En una conversación reciente me comentó brevemente su periplo por el extranjero partiendo de cero y afrontando muchas dificultades. Y entonces te das cuenta que detrás de aquel chico travieso y rebelde, hay una historia de superación. Es por eso que le pedí el favor que accediera a responder a nuestro formato de entrevista.

Para mí es un fiel reflejo de gente al cuadrado que afronta la vida con valentía y lucha por no dejar de superarse para conseguir sus sueños. Alguien que, cómo muchísima gente, ha tenido que marcharse de España para labrarse su futuro.

Gracias Charly por la entrevista y por tu generosidad al abrirte y contar tu historia. Seguro que tus palabras van a contagiar de ánimo a mucha gente.

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Cuéntanos un poco acerca de ti, ¿Quién es Carlos Owono?

Una pregunta tan simple y tan difícil de contestar! En el plano, por así decirlo más físico, soy un niño de barrio de 40 años recién cumplidos que acaba de ser padre y que trabaja en algo que le encanta. He tenido la suerte de viajar mucho y también de vivir en varios países, algo que me ha enriquecido infinitamente a nivel personal. Aunque tengo estudios universitarios, todo lo que me ha servido para la vida lo he aprendido fuera de cualquier recinto, en otras palabras, en la calle. En el plano espiritual… una persona que lucha cada día por ser mejor, un mejor hijo, hermano, amigo, marido, en resumen, una mejor persona.

Dicho lo cual, siempre he pensado que la mejor manera para saber sobre uno mismo es preguntarle a la gente de su entorno. Así que esta respuesta queda incompleta a falta de reunir a unas cuantas decenas de personas y que ellas nos expliquen un poquito más acerca de mi.

En tu vida ¿De qué estás más orgulloso? ¿Te arrepientes de algo?

Lo resumiría en dos ‘atrevimientos’. El primero fue el atreverme a dar el paso de ir a vivir a Inglaterra cuando solo tenía 19 años y 160€ (25,000 pesetas) en la cuenta/bolsillo. El contexto era muy diferente al de ahora, decidir irse a otro país, significaba desaparecer. En aquella época, aunque ya se empezaba a oír hablar de internet, no mucha gente lo utilizaba, y obviamente tampoco el email, por lo que solo pude seguir en contacto con un par de amigos con los que me escribía una carta al mes y con mi familia, con la cual hablaba cada dos semanas desde una cabina a la que ellos me llamaban (dato curioso, en Inglaterra puedes llamar a las cabinas). Mi idea era ir a Inglaterra a pasar un verano, unos 3 meses, para aprender inglés y volver ‘corriendo’ para casa, pero esos 3 meses se convirtieron en 7 años. En ese tiempo hice una carrera doble – Economía internacional y Filología Alemana -, un Master y un año de Erasmus en Alemania.

Otro momento clave en mi vida del que también me siento muy orgulloso, es el haber encontrado la fuerza y voluntad de dejarlo todo (un buen trabajo, pareja, piso en el centro de BCN, etc) cuando ya tenía 31 años, e irme a vivir 2 años fuera. En este tiempo viví un año en Paris, 6 meses en Roma y 6 meses en Salvador de Bahía, donde di clases de inglés y castellano en una favela de la ciudad. Estos dos años de ‘reset’ los aproveché para aprender francés, italiano y portugués.

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¿Arrepentirme de algo…? Sí y no. Por un lado, sí, me arrepiento de cosas casi a diario. Cosas, no muy graves obviamente. Por otro lado, no, pues creo que todo lo bueno o malo que hacemos y/o experimentamos nos sirve para crecer como personas.

El momento negativo más impactante en tu vida ha sido….

¿Qué pasó? ¿Cómo te marcó?

Quizás mi respuesta sea algo inusual pero no recuerdo ningún momento negativo. Al menos no en el sentido de que dicho momento haya tenido un impacto en mi vida. Sí que es verdad que he tenido miles de experiencias, llamémosle, no muy positivas, pero realmente no me viene nada a la cabeza que me haya marcado por su negatividad.

Cómo has superado esa adversidad que te ha puesto la vida? ¿Qué papel han jugado los que te rodean?

Los años fuera han sido tan enriquecedores como duros, sobre todo el primero. Un 7 de julio estaba en Barcelona, disfrutando del sol, el verano, mi familia y mis amigos y un 8 de julio aterrizaba en un país gris, frío, donde no conocía a nadie y lo peor de todo, no hablaba la lengua. Hay un dicho inglés que me gusta mucho y que en cierto modo siempre he aplicado a mi vida, when the going gets tough the tough get going, que viene a decir algo así como, cuando las cosas se ponen duras, los duros le plantan cara. Y supongo que siguiendo esa filosofía fui capaz de conseguir un trabajo de pinche de cocina, que a día de hoy aún no sé como pude conservar, pues durante los 3 primeros meses nunca supe lo que me pedían o querían que hiciera (mucho lenguaje de signos!), aprendí inglés a marchas forzadas y sin habérmelo planteado, desperté una mañana en una universidad inglesa listo para empezar una carrera que me tendría ‘atado’ a Inglaterra por unos añitos más.

Los años de universidad tampoco fueron un camino de rosas. Gracias a una beca pude pagar la matrícula y asignaturas, pero los gastos del día a día, incluida la estancia, me los tuve que pagar yo de mi bolsillo y, como todos sabemos, Inglaterra no es un país precisamente barato. Eso significaba trabajar casi todas las tardes de la semana en un teatro como camarero y todos los fines de semana en una empresa de catering. Eso sí, el lugar de trabajo no podía ser mejor, al menos para un futbolero empedernido como yo. Trabajaba en una empresa de catering que tenía la concesión de todos los campos de futbol de Londres, entre ellos el del Arsenal (mi equipo favorito inglés), Chelsea, Tottenham y el mítico Wembley, el antiguo! Los recuerdo como años en los que no paré ni un segundo, no hubo día en que no tuviera que estudiar, trabajar o verme obligado a salir de fiesta 😉

El como he superado las adversidades, se podría resumir en que lo he hecho con una gran constancia, una fuerza de voluntad inquebrantable y con el convencimiento de que al final del camino hay una gran recompensa.

Ni que decir tiene que, aunque en la distancia, la familia siempre está ahí y te ayudan de la mejor forma que saben y/o pueden, pero lo que más me ha ayudado en los años que he estado fuera, es la gente que estaba en una situación similar a la mía y con la que he forjado una amistad muy especial. Esa ha sido la gente que mejor ha entendido por lo que estaba pasando, esa profunda soledad, esa nostálgia de casa y de los tuyos. Y esa gente son los que en esos momentos, se acaban convirtiendo en los ‘tuyos’.

Te sigue afectando a día de hoy? ¿Cómo?

Ya estoy de vuelta en casa, Barcelona, así que puedo decir con una gran sonrisa en los labios que la prueba de haber pasado años lejos de mi ciudad, familia y amigos ya está superada.

Qué crees que les hace falta a muchas personas para encarar la vida con más optimismo? ¿Qué consejo nos darías?

Hace falta conocerse mejor, controlar las expectativas, ser feliz con lo que se tiene y sobre todo ser conscientes y disfrutar del ahora. Como todo, esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero hay que intentarlo. Algo que me ha ayudado mucho es la meditación. Empecé a practicar meditación hace un par de años y la verdad es que me siento mucho mejor conmigo mismo, lo que a su vez me hace sentirme mejor con todo lo que me rodea. Y cuando se cumplen las dos premisas anteriores, todo y todos a tu alrededor se contagian de esa positividad y buen rollo. Hay una frase de Marcel Proust que ilustra muy bien esto que acabo de explicar – Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia.

Te has sentido alguna vez discriminado? ¿Cómo reaccionaste?

Ya que soy mulato (mi padre es de Guinea Ecuatorial y mi madre de Salamanca), la respuesta podría parecer obvia y más aún habiendo crecido en una España recién salida de una dictadura. Pero, por suerte, nunca me he sentido discriminado por mi raza, ni en España ni en ninguno de los otros países en los que he vivido. Tampoco he sentido ningún otro tipo discriminación, ya sea por mi nacionalidad, forma de pensar o valores.

Qué te hubiera gustado hacer y sabes que ya no podrás?

Te doy una respuesta fácil y frívola… jugador de Barça! Jaja.

Y una respuesta más meditada… tenía una lista muy simple de cosas que quería hacer en la vida y que poco a poco he ido consiguiendo. Las cosas que siempre quise hacer son; tener carnet de moto y una moto de gran cilindrada, hecho, aprender a surfear la nieve – Snowboard, hecho, ser padre, hecho y la que más me está costando, pero ya llevo tres años dedicándole muchas horas, tocar el piano. Esta última, creí que nunca la conseguiría, pero quien lo iba a decir, ahora hasta puedo tocar alguna que otra nota escrita por el maestro Bach.

Qué te genera ansiedad? ¿Cómo lo afrontas?

Por suerte no hay nada concreto que me genere ansiedad. Supongo que mi manera de ser, tranquilo y pragmático ayudan mucho.

Cómo valoras a la sociedad en la que vivimos? ¿Qué nos falta para que la consideres mejor?

Considero que como sociedad somos mucho mejores y estamos más avanzados de lo que creemos. Hay gente muy crítica, que dejándose llevar por ciertos hechos puntuales de la actualidad, dicen que vamos a peor, que estamos dormidos, etc. Yo creo que si miramos la historia de una forma analítica, nos daremos cuenta de que nunca hemos tenido una sociedad tan crítica, consciente y responsable. Eso no quiere decir que quede muchísimo por mejorar, de hecho siempre quedará algo por mejorar, pues no creo que una sociedad pueda llegar a la perfección (sería aburrido!). Lo bueno es que la evolución, aunque muchos se empeñen en ir contra ella, siempre nos lleva hacía adelante. Soy de los que piensa que hoy estamos mejor que ayer y mañana estaremos mejor que hoy.

Entre otras cosas, lo que creo que le falta a esta sociedad para ser mejor es la empatía. Tendríamos que hacer más a menudo el ejercicio de ponernos en la piel del otro, dicho de otra manera, ponernos sus zapatos y caminar con ellos. Las cosas son y las cosas pasan, no son necesariamente ni buenas ni malas, simplemente hay diferentes maneras de verlas.

Si supieras que mañana es tu último día de vida, ¿Qué harías? ¿Cómo lo pasarías?

Me levantaría muy pronto, sobre las 5 de la mañana. Dedicaría unos minutos a agradecerle a la vida el haberme dado un asiento de primera clase en este viaje. Saldría a la calle e iría a los bunkers del Carmelo a ver amanecer, a ver salir el sol por última vez sobre Barcelona. Luego volvería a bajar a casa, despertaría a mi mujer y a mi hijo y nos iríamos a desayunar unos Eggs Benedict y unos Pancakes en Ciutat Bella. Después aprovecharía para ir a dar un paseo por la Barceloneta y la playa. Llegada la hora de la comida reuniría a todos mis amigos y familia en Gracia, mi barrio de siempre. Comeríamos y departiríamos hasta bien entrada la tarde. Seguidamente, me gustaría que todos fuéramos a pasear por las calles del barrio parando en alguna que otra terracita de las bonitas plazas de Gracia (seguro que me encontraría a Simon Bianco en la terraza del Canigó). Para acabar el día, le preguntaría a mi mujer si cenamos en casa o fuera (seguramente me diría fuera), al volver a casa me sentaría en el sofá con ella para recordar nuestros mejores momentos (nos conocemos desde los 14 años, así que tenemos unos cuantos), daría no menos de 100 mil besos a mi hijo, le arrullaría hasta que se durmiera y finalmente me iría con mi él y mi mujer a la cama, donde me quedaría dormido abrazado a los dos.

 

Un libro, una película, un sitio, un plato, alguien a quien admiras? Un momento perfecto y con quien compartirlo?

Libro…Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Es el libro que marcó la frontera entre leer por obligación y leer por placer.

Película…Der bewegte Mann. No diría que es mi película favorita pero sí como una película que tuvo un gran impacto en mi. Gracias a ésta descubrí el cine europeo y en versión original. Desde ese día he sido un asiduo a los cines Verdi y rara vez he vuelto a ver una película doblada. Y aunque nunca lo había pensado hasta ahora, tengo la sensación que despertó mi curiosidad por otras culturas y lenguas.

Sitio… La cima de una montaña en un soleado día de Febrero, con la tabla de Snow en mi pies, listo para el descenso.

Plato… Tapas varias, ensaladilla rusa, croquetas, patatas bravas, etc…

Alguien a quien admiro… de mi entorno, a dos personas, a mi mujer por su fuerza y a mi amigo Florenci por su tenacidad. Y de una manera más genérica a muchos de los entrevistados de La Contra de La Vanguardia, gente con historias encomiables.

Momento perfecto… viernes tarde en un bar con los amigos, charlando de cómo ha ido la semana y recordando las mismas historias de siempre.

 

 

¿Sabes lo que transmites con tu mirada?

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Es increíble el poder que posee una simple mirada. En un instante te puede provocar una sensación de aceptación o rechazo. La gente ante algo que le resulta poco común o que no entiende reacciona de manera distinta.

Quizás ésto que estoy diciendo pueda dar a entender que vivimos en una sociedad poco avanzada y poco acostumbrada a convivir con la discapacidad o simpletente con lo que es diferente, yo sigo sintiendo miradas analíticas a mi diferencia física. Y me planteo, cómo lo llevaría si fuera aún más evidente. En mi caso, muchas veces llega a pasar desapercibido a primera vista, es al fijarse con más detalle cuando notan algo distinto de lo habitual. Te miran raro porqué tu cuerpo no se mueve bien o no pueden apartar la mirada de tu mano que como de costumbre no se abre.

Te genera una sensación incómoda con la que tienes que aprender a convivir y a la que necesitas adaptarte. Es como si con tan sólo una mirada se te encasillara y marcan una diferencia. En muchos casos es muy sutil pero se siente. He intentado tratar de interpretar esas miradas y es complicadísimo.

La gente que te conoce de cerca quiero entender que lo asume desde el primer momento y al convivir contigo, se acostumbra. Este grupo te mira como lo hacía antes y te hacen sentir como si fueras el mismo de siempre. Hay otro grupo que son los que tratan contigo de forma menos cercana, aunque pueda ser a diario, los hay que siempre te miran a la cara y no se fijan en nada más. Lo bueno es que al mismo tiempo son plenamente conscientes de que en algún momento te pueden echar un cable porqué saben que tienes alguna dificultad con determinadas cosas. Hay otros, que, aunque te vean muy a menudo, noto que se siguen sintiendo impactados por algo y no pueden evitar mirarte la mano fijamente. A uno le gustaría que fueran menos pero tampoco se puede evitar. Seguro que no lo hacen con mala intención, pero la sensación que te dejan es que algo en ti no es normal. Y, por último, está la gente que no te conoce de nada y te ven por primera vez. Las miradas y actitudes también son de todo tipo. Puede ocurrir que de entrada no se den cuenta, pero a medida que perciben que no muevo bien el brazo ni la mano, es cuando se desencadenan las miradas. Si me paro a pensar qué les estará pasando por la cabeza a cada una de las personas con las que interactúo, me volvería loco.

¿La gente puede aprender a mirar y no juzgar? Eso es prácticamente imposible porqué como seres humanos necesitamos encasillar lo desconocido, luego ya lo vamos asimilando y la mayor parte de las veces tomándolo como algo normal. ¿Cómo se debería mirar a alguien que notas que tiene algo diferente? La verdad es que creo que no existen pautas, cada uno reacciona como le sale, muchas veces la diferencia la marca la educación.

Me gustaría destacar la diferencia entre las miradas de los niños y las de los adultos. Es conmovedor ver cómo los más pequeños te miran sin ninguna carga social y sin referencias de lo que se sale o no de la normalidad. Les da verdaderamente igual y te hacen sentir cómodo.

Conclusión, ¿de verdad tenemos que estar a expensas de cómo se nos mira? Si lo analizamos,es más problema del que recibe las miradas. ¿No será entonces que la clave está en sentirse bien con uno mismo?

Yo he estado mucho peor fisicamente, con muchas mas dificultades de movilidad y he pasado por fases de mi vida en las que solo quería esconderme. Hoy, con todo lo que he avanzado tanto física como psíquicamente, aunque pueda parecer absurdo, de vez en cuando sigo sintiendo la necesidad de que no se me note, de pasar desapercibido. ¿Alguna vez llegamos a aceptarnos del todo? Cuando somos jovenes porque todos queremos ser aceptados por el grupo e intentamos ser iguales a los demás, cuando crecemos un poco mas porque queremos tener nuestra propia personalidad y no parecernos a nadie y cuando envejecemos porque no nos adaptamos a los cambios por los que todos tendremos que pasar.

Trabajar la aceptación es una asignatura pendiente en la que hay que esforzarse toda la vida.

Sergio Elucam

¿Cómo recuperamos la ilusión en los momentos difíciles?

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La práctica del deporte y en especial el fútbol estuvo presente durante toda mi infancia, no me despegaba de mi balón, de forma más sería y continuada en mi adolescencia y como hobby en adelante. Puedo decir que ha sido una de mis pasiones, a la que a la fuerza tuve que renunciar cuando me puse enfermo. Durante estos años, mi manera de afrontarlo ha sido mirar hacia otro lado. La solución fácil y a su vez mas dolorosa. Me he limitado a ver el deporte en la televisión, a través de una pantalla. Voy al gimnasio para mantenerme en forma, pero me aburre soberanamente. A mí lo que me va es competir en equipo.

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En el plano psicológico he trabajado cómo convivir con la pérdida de este y muchos otros temas, pero para nada quiere decir que no sigan apareciendo pensamientos y llegando mensajes que te manda tu cerebro. Ya no duran demasiado, se cómo manejarlos y consigo volverme a recolocar. ¿Cómo lo consigo? Ya lo tengo bastante automatizado. Entiendo que, con el tiempo, hay mucho de aceptación y también de ser capaz de detener esos pensamientos negativos que solo aportan ansiedad y malestar para que no vayan a más. Por lo general ya tengo reconocido el pensamiento cuando va llegando y o bien trato de suplantarlo por un recuerdo agradable de ese mismo tema o me pongo enseguida con otra cosa que no tenga nada que ver.

Es algo que no vale la pena que te plantees ni le des vueltas, porqué nunca nada va ser igual. Podrá ser de muchas otras maneras. ¿no es cierto que los jugadores amateurs, llegado a un punto ya ni se plantean llegar a jugar en primera división? Sería el deseo de muchos, pero con los años, lo interiorizan porqué ven que no es posible. Pues es parecido, pero a otro nivel.

No me he lanzado nunca a intentar de nuevo la práctica del deporte con discapacidad. Con el paso del tiempo te vas atreviendo y planteando la posibilidad de seguir disfrutando de una de tus pasiones desde otro punto de vista. ¿Por qué no? de entrenador o ayudante…

En pocos días se han producido dos acontecimientos que vuelven a remover esos sentimientos relacionados con el deporte.

El pasado fin de semana tuve el placer de asistir a un partido de basket en el colegio de la hija de mi prima. La verdad es que no esperaba volver a disfrutar tanto siguiendo un partido de niños en directo. Yo no soy de vivir el deporte de forma pasiva. ¡Me alteré, grité, animé… me lo pasé pipa! No lo puedo controlar, enseguida me sulfuro, vamos que casi me como al árbitro en un momento de exaltación.

Es como si hubiera despertado el gusanillo de algo que no te estabas planteando, que habías dejado de lado. Te vuelves a ilusionar por el deporte desde otra perspectiva. Aunque podrías, sabes que ya no vas a poder practicarlo de la misma manera y te planteas como volver al mundo del deporte. Todas estas sensaciones hacen que piense en la posibilidad de entrenar a un grupo de niños y poder transmitirles todo lo que viví en mi etapa deportiva, aparte de muchas cosas más que les sirvan para enfocar su vida.

Ayer fui a ver la película “Campeones”, del director Javier Fesser y protagonizada por Javier Gutiérrez. Narra la historia de un entrenador de baloncesto con muy mala leche que atraviesa por una mala racha tanto en lo profesional como en lo personal. Por culpa de una infracción de tráfico, se ve obligado a realizar servicios a la comunidad entrenando a un equipo de barrio con discapacidad. Una película que te despierta tu lado más humano mientras, de una forma muy natural y cercana, aborda el tema de la convivencia con personas con discapacidad intelectual. El desconocimiento inicial, los prejuicios y las etiquetas que en general tenemos todos. Las historias que tienen detrás cada una de esas personas y cómo es su día a día. La sencillez a la hora de enfrentarse a la vida que tiene ese colectivo y que no entienden cómo nos la llegamos a complicar los demás. Este grupo de personas diferentes encuentran en el deporte y el compañerismo un motivo de ilusión que les saca de su rutina.

La oportunidad del protagonista de compartir vivencias con ellos, le enriquece y hace que se replantee su vida de otra manera. Te hace ver que estas personas, de tontas no tienen un pelo y se dan cuenta de todo lo que les rodea y son capaces de vivir una vida mas centrada en las cosas que de verdad importan. Y, sobre todo, el afrontar todo con mucho humor. Salí cargado de buen rollo y emocionado por la empatía que desarrollé en menos de dos horas con gente que no conocía.

Quiero volver al deporte, estoy ilusionado y no hay mejor aliciente que hacer las cosas con ilusión, ahora que lo tengo claro voy a luchar por conseguirlo.

Sergio Elucam