¿Sabes lo que transmites con tu mirada?

miradas

Es increíble el poder que posee una simple mirada. En un instante te puede provocar una sensación de aceptación o rechazo. La gente ante algo que le resulta poco común o que no entiende reacciona de manera distinta.

Quizás ésto que estoy diciendo pueda dar a entender que vivimos en una sociedad poco avanzada y poco acostumbrada a convivir con la discapacidad o simpletente con lo que es diferente, yo sigo sintiendo miradas analíticas a mi diferencia física. Y me planteo, cómo lo llevaría si fuera aún más evidente. En mi caso, muchas veces llega a pasar desapercibido a primera vista, es al fijarse con más detalle cuando notan algo distinto de lo habitual. Te miran raro porqué tu cuerpo no se mueve bien o no pueden apartar la mirada de tu mano que como de costumbre no se abre.

Te genera una sensación incómoda con la que tienes que aprender a convivir y a la que necesitas adaptarte. Es como si con tan sólo una mirada se te encasillara y marcan una diferencia. En muchos casos es muy sutil pero se siente. He intentado tratar de interpretar esas miradas y es complicadísimo.

La gente que te conoce de cerca quiero entender que lo asume desde el primer momento y al convivir contigo, se acostumbra. Este grupo te mira como lo hacía antes y te hacen sentir como si fueras el mismo de siempre. Hay otro grupo que son los que tratan contigo de forma menos cercana, aunque pueda ser a diario, los hay que siempre te miran a la cara y no se fijan en nada más. Lo bueno es que al mismo tiempo son plenamente conscientes de que en algún momento te pueden echar un cable porqué saben que tienes alguna dificultad con determinadas cosas. Hay otros, que, aunque te vean muy a menudo, noto que se siguen sintiendo impactados por algo y no pueden evitar mirarte la mano fijamente. A uno le gustaría que fueran menos pero tampoco se puede evitar. Seguro que no lo hacen con mala intención, pero la sensación que te dejan es que algo en ti no es normal. Y, por último, está la gente que no te conoce de nada y te ven por primera vez. Las miradas y actitudes también son de todo tipo. Puede ocurrir que de entrada no se den cuenta, pero a medida que perciben que no muevo bien el brazo ni la mano, es cuando se desencadenan las miradas. Si me paro a pensar qué les estará pasando por la cabeza a cada una de las personas con las que interactúo, me volvería loco.

¿La gente puede aprender a mirar y no juzgar? Eso es prácticamente imposible porqué como seres humanos necesitamos encasillar lo desconocido, luego ya lo vamos asimilando y la mayor parte de las veces tomándolo como algo normal. ¿Cómo se debería mirar a alguien que notas que tiene algo diferente? La verdad es que creo que no existen pautas, cada uno reacciona como le sale, muchas veces la diferencia la marca la educación.

Me gustaría destacar la diferencia entre las miradas de los niños y las de los adultos. Es conmovedor ver cómo los más pequeños te miran sin ninguna carga social y sin referencias de lo que se sale o no de la normalidad. Les da verdaderamente igual y te hacen sentir cómodo.

Conclusión, ¿de verdad tenemos que estar a expensas de cómo se nos mira? Si lo analizamos,es más problema del que recibe las miradas. ¿No será entonces que la clave está en sentirse bien con uno mismo?

Yo he estado mucho peor fisicamente, con muchas mas dificultades de movilidad y he pasado por fases de mi vida en las que solo quería esconderme. Hoy, con todo lo que he avanzado tanto física como psíquicamente, aunque pueda parecer absurdo, de vez en cuando sigo sintiendo la necesidad de que no se me note, de pasar desapercibido. ¿Alguna vez llegamos a aceptarnos del todo? Cuando somos jovenes porque todos queremos ser aceptados por el grupo e intentamos ser iguales a los demás, cuando crecemos un poco mas porque queremos tener nuestra propia personalidad y no parecernos a nadie y cuando envejecemos porque no nos adaptamos a los cambios por los que todos tendremos que pasar.

Trabajar la aceptación es una asignatura pendiente en la que hay que esforzarse toda la vida.

Sergio Elucam

¿Cómo recuperamos la ilusión en los momentos difíciles?

portada

La práctica del deporte y en especial el fútbol estuvo presente durante toda mi infancia, no me despegaba de mi balón, de forma más sería y continuada en mi adolescencia y como hobby en adelante. Puedo decir que ha sido una de mis pasiones, a la que a la fuerza tuve que renunciar cuando me puse enfermo. Durante estos años, mi manera de afrontarlo ha sido mirar hacia otro lado. La solución fácil y a su vez mas dolorosa. Me he limitado a ver el deporte en la televisión, a través de una pantalla. Voy al gimnasio para mantenerme en forma, pero me aburre soberanamente. A mí lo que me va es competir en equipo.

img1

En el plano psicológico he trabajado cómo convivir con la pérdida de este y muchos otros temas, pero para nada quiere decir que no sigan apareciendo pensamientos y llegando mensajes que te manda tu cerebro. Ya no duran demasiado, se cómo manejarlos y consigo volverme a recolocar. ¿Cómo lo consigo? Ya lo tengo bastante automatizado. Entiendo que, con el tiempo, hay mucho de aceptación y también de ser capaz de detener esos pensamientos negativos que solo aportan ansiedad y malestar para que no vayan a más. Por lo general ya tengo reconocido el pensamiento cuando va llegando y o bien trato de suplantarlo por un recuerdo agradable de ese mismo tema o me pongo enseguida con otra cosa que no tenga nada que ver.

Es algo que no vale la pena que te plantees ni le des vueltas, porqué nunca nada va ser igual. Podrá ser de muchas otras maneras. ¿no es cierto que los jugadores amateurs, llegado a un punto ya ni se plantean llegar a jugar en primera división? Sería el deseo de muchos, pero con los años, lo interiorizan porqué ven que no es posible. Pues es parecido, pero a otro nivel.

No me he lanzado nunca a intentar de nuevo la práctica del deporte con discapacidad. Con el paso del tiempo te vas atreviendo y planteando la posibilidad de seguir disfrutando de una de tus pasiones desde otro punto de vista. ¿Por qué no? de entrenador o ayudante…

En pocos días se han producido dos acontecimientos que vuelven a remover esos sentimientos relacionados con el deporte.

El pasado fin de semana tuve el placer de asistir a un partido de basket en el colegio de la hija de mi prima. La verdad es que no esperaba volver a disfrutar tanto siguiendo un partido de niños en directo. Yo no soy de vivir el deporte de forma pasiva. ¡Me alteré, grité, animé… me lo pasé pipa! No lo puedo controlar, enseguida me sulfuro, vamos que casi me como al árbitro en un momento de exaltación.

Es como si hubiera despertado el gusanillo de algo que no te estabas planteando, que habías dejado de lado. Te vuelves a ilusionar por el deporte desde otra perspectiva. Aunque podrías, sabes que ya no vas a poder practicarlo de la misma manera y te planteas como volver al mundo del deporte. Todas estas sensaciones hacen que piense en la posibilidad de entrenar a un grupo de niños y poder transmitirles todo lo que viví en mi etapa deportiva, aparte de muchas cosas más que les sirvan para enfocar su vida.

Ayer fui a ver la película “Campeones”, del director Javier Fesser y protagonizada por Javier Gutiérrez. Narra la historia de un entrenador de baloncesto con muy mala leche que atraviesa por una mala racha tanto en lo profesional como en lo personal. Por culpa de una infracción de tráfico, se ve obligado a realizar servicios a la comunidad entrenando a un equipo de barrio con discapacidad. Una película que te despierta tu lado más humano mientras, de una forma muy natural y cercana, aborda el tema de la convivencia con personas con discapacidad intelectual. El desconocimiento inicial, los prejuicios y las etiquetas que en general tenemos todos. Las historias que tienen detrás cada una de esas personas y cómo es su día a día. La sencillez a la hora de enfrentarse a la vida que tiene ese colectivo y que no entienden cómo nos la llegamos a complicar los demás. Este grupo de personas diferentes encuentran en el deporte y el compañerismo un motivo de ilusión que les saca de su rutina.

La oportunidad del protagonista de compartir vivencias con ellos, le enriquece y hace que se replantee su vida de otra manera. Te hace ver que estas personas, de tontas no tienen un pelo y se dan cuenta de todo lo que les rodea y son capaces de vivir una vida mas centrada en las cosas que de verdad importan. Y, sobre todo, el afrontar todo con mucho humor. Salí cargado de buen rollo y emocionado por la empatía que desarrollé en menos de dos horas con gente que no conocía.

Quiero volver al deporte, estoy ilusionado y no hay mejor aliciente que hacer las cosas con ilusión, ahora que lo tengo claro voy a luchar por conseguirlo.

Sergio Elucam