Cuando algunos héroes no llevan capa

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En el post anterior del fin es mi principio hice un comentario acerca de la gente con la que he tenido la suerte de coincidir a lo largo de mi proceso de recuperación, me preguntaba cómo manejaban su dolor e incomodidad y que han sido los que de verdad me han dado verdaderas lecciones.

Todos tenemos héroes a nuestro alrededor. Ellos son mis héroes. Nunca dejarán de serlo y no puedo dejar de hacer referencia a ellos en este blog. Mis héroes son las personas que han luchado incansablemente a mi lado contra sus largas enfermedades, llegando incluso algunas a ser degenerativas. Esas personas que con valentía y sentido del humor no han dejado de poner su mejor sonrisa en los momentos que hemos compartido a pesar de la adversidad.

Mi larga temporada de múltiples tratamientos, incluida la dichosa quimio, la quise pasar muy en soledad. Rodeado de los más allegados. Inmediatamente después del primer signo de recuperación, empecé la rehabilitación en un centro de día. Se convirtió en mi nueva rutina después de muchos meses. Una rutina distinta, no deseada pero necesaria. En vez de ponerme pantalones y camisa para ir a la oficina, significaba vestirte de deporte para pasar todo el día haciendo multitud de ejercicios. También significó el interactuar con gente que no conocía antes en un momento que era muy delicado para todos. Tenía que empezar a crecer de nuevo y allí estaban.

Con muchos de ellos, se estableció un vínculo inicial al vernos en el mismo sitio por el mismo motivo. La vida nos hizo coincidir. Cada uno con sus particularidades, pero idéntico objetivo. A medida que pasa el tiempo y muchas horas compartidas, estas relaciones se van afianzando. Se termina cogiendo confianza y se acaban convirtiendo en un nuevo aliciente de tu día a día. La enfermedad ya es demasiada carga. Necesitas compañía y apoyo, compartir emociones y poner en valor los esfuerzos. A veces se limitaba a una labor de escuchar y estar cerca. Sobre todo, por mi parte que no estaba para dar discursos. Era la mejor ayuda mutua que nos podíamos ofrecer. Me ayudaron a empezar a reconstruirme, a volver a desarrollar mi empatía muy dañada y a volverme a sentir parte de un grupo.

Cada uno ellos, estaba viviendo esa situación cómo podía. Todos necesitábamos nuestro espacio para sacar la rabia, el cansancio o el sufrimiento. Estábamos pasando a nuestra manera por todas y cada una de las etapas de nuestra enfermedad. Nos diferenciaba el cómo. El cómo lo afrontas importa. Al final es lo que te hace salir más reforzado. Considero que el azar jugó a mi favor porqué de mi grupo de héroes más allegado no recuerdo momentos de tristeza. De ellos aprendí que todo puede ser distinto según la manera de verlo y el cómo lo afrontas.

Ya no guardo relación con apenas ninguno, pero cada uno de ellos me ha dejado algo de huella. Y es que me vienen a la cabeza de repente muchos de los momentos que he compartido con ellos. Y qué casualidad que suele ser en ocasiones que me hace falta. La vida está llena de circunstancias que a veces nos entrelazan con determinadas personas y que nos conducen a lo que justamente necesitábamos en ese momento. Han sido muchos y no me gusta personalizar, pero es que la semana pasada tuve un instante especial de esos que me conectó con uno de ellos.

Fue una de esas cosas que suceden cuando han de suceder. Llamarle casualidad o cómo queráis. En uno de esos días de estar un poco de vuelta de todo. De los que parece que llegas a tus límites. Lo que te rodea te harta y no ves el rumbo a donde se dirigen muchos aspectos de tu vida. Sólo tenía ganas de quejarme. No os voy a descubrir nada, es algo habitual con lo que solemos lidiar a menudo, pero parece que hay momentos en los que llegas a un punto de cansancio en el que crees que no vas a poder más.

Esa misma mañana, en mi trayecto habitual a la oficina en el autobús, sonó un aviso en mi móvil. Y no fue un aviso de cumpleaños del Facebook cualquiera. Era la fecha de cumpleaños de Paco G. D. Qué recuerdos! Alguien con el que compartí cantidad de momentos en mi periplo por la Clínica Guttman. Paco sabía traer alegría a la clínica cada mañana. Siempre positivo y animando al grupo. Era alguien que sabía disfrutar de lo que tenía, de su familia y amigos. Que parecía aceptar su accidente de moto cómo un simple hecho más de su vida. Seguro que la procesión iba por dentro porqué se le había privado de una de muchas de sus grandes pasiones.

Paco nos dejó en el 2011. Su perfil en las redes sociales no se ha borrado y me alegra que su fecha de cumpleaños siga sonando al menos para mí. Y si no es el aviso en el móvil seguro que será otro hecho cualquiera. Es cómo un aviso que llega para darte un toque de atención, ponerte en situación y hacerte ver lo que realmente importa. Ese simple hecho hizo cambiar mi percepción de la situación y cómo encarar ese día.

Lo avisos de mis héroes me dicen que me estoy preocupando y agobiando demasiado sin necesidad por cosas tremendamente banales. Funcionan como un resorte automático que me hace ver todo de forma distinta.

De este tipo de gente maravillosa que te marca, he tenido el placer de conocer mucha en mi camino. Pero los hay que han sido especiales. Este es mi pequeño homenaje a mis héroes.

Intentar rodearnos de gente positiva que llene nuestras vidas de luz es la mejor forma de ir recorriendo el camino.

Sergio Elucam

¿Que esconde el misterio de la vida?

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UN PADRE, UN HIJO Y EL GRAN VIAJE DE LA VIDA

Esta vez es una película «El fin es mi principio» la que me ha hecho reflexionar y he querido compartir con vosotros lo que me ha transmitido. Por encima de todo me quedo con sus profundos mensajes y la cercanía y el calor humano de los personajes.

La historia gira en torno a Tiziano Terzani. Un hombre extraordinario que renunció a sus orígenes humildes de una familia florentina y pasó más de 30 años como corresponsal de prensa por todo el mundo y en especial en Asia, cubriendo las principales guerras y revoluciones del siglo XX. Fue periodista, escritor y, por encima de todo, un buscador de lo que se esconde en el misterio de la vida.

Cuando le diagnosticaron un cáncer se fue a vivir en soledad al Himalaya, un retiro que le marcó profundamente y le preparó para afrontar su último viaje: el de la muerte. Para pasar sus últimos días, volvió a su pequeña casa en la Toscana junto a su mujer para “abandonar su cuerpo”, que es cómo los hindúes conciben la muerte y cómo a él le gustaba describirlo. En aquellos últimos meses reclama la presencia de su hijo para narrarle partes de su vida que no le había contado. De ese reencuentro salieron multitud de conversaciones profundas e intensas entre un hombre viejo y sabio que sabe que se acerca su fin y uno joven e inquieto. Unos días donde por fin se quitaron todas las máscaras para hablar cara a cara de lo qué es la vida, el mundo y la muerte. De la grabación de aquellas conversaciones se publicó su último libro: “El fin es mi principio”, del que se hizo también esta película.

Como os he dicho, de esta película se pueden extraer infinitos temas sobre los que debatir y comentar. A mí en particular ha habido varios que me han hecho reflexionar.

En primer lugar el ver a un hombre que debido a la fase terminal de su enfermedad sufre dolores intensos y gran incomodidad, todos estamos rodeados de casos parecidos a éste. Me llama la atención que a pesar de estos condicionantes físicos, el protagonista es capaz de seguir riéndose con su mujer y su hijo y disfrutando de todo lo que le rodea, del maravilloso paisaje de la Toscana, del sonido de los pájaros… hasta el último momento. Ese es el punto diferencial, conseguir disfrutar aun en los momentos mas difíciles. Y no necesariamente se sufre en las fases terminales, hay gente que convive con el sufrimiento cada día y por muy diferentes motivos.

Y es que, durante estos años he tenido la suerte de coincidir con gente que aún estando mucho peor que yo conseguían ver el lado positivo de la vida. Gente que sufre por dolores crónicos muy intensos o porque su cuerpo está mucho más paralizado que el mío. Cuántas veces me habré preguntado cómo eran capaces de sobrellevarlo, cómo afrontaban el levantarse por las mañanas y llegar al centro de rehabilitación con la mejor cara y haciendo bromas. Esta gente sí que me daba lecciones cada día.

Muchos creen que tiene que ver con el poder de la mente. Yo lo resumiría en la importancia de tener la cabeza sana, aunque el cuerpo no te responda cómo quieres.

Otro aspecto que me ha llamado la atención es cómo Tiziano se propone cerrar su ciclo de vida de forma adecuada. Simplemente quiere despedirse y hacer balance. Y lo quiere hacer dejándole un legado a su hijo. El legado de su intensa vida, repasando cada una de las vivencias que han formado parte de ese proceso. Esa forma de gestionar su final implica también un nuevo comienzo para él. Y considero que es una manera muy sana de afrontar este momento. A mí me gustaría hacerlo así. Lo veo cómo un ejercicio recomendable a realizar con mis padres. El poder reunirnos en un lugar lo más aislado posible sólo con la compañía de la naturaleza para tener la oportunidad de repasar sus vidas. Sólo padres e hijos, un entorno tranquilo y tiempo, mucho tiempo para hablar. Que me contaran lo que quisieran. Tener momentos de silencios en los que las miradas hablaran. Destapar esas cajas llenas de recuerdos. Su infancia, sus padres, cómo se conocieron, su vida en común, su profesión, la llegada de sus hijos, mil temas. Evidentemente emanarían reproches en ambas direcciones, como sucede en la película. Pues que salgan. Hay muchas cosas que no siempre son como nos gustarían y hemos tenido que aceptar. Forman parte del camino.

En mi caso particular seguro que uno de los temas candentes sería cómo han vivido realmente lo que me ha pasado, cómo ha afectado mi enfermedad en sus vidas y todo lo que se ha desencadenado a posteriori. Obviamente sé que ha sido uno de los episodios que desearían no haber vivido. Pero aquí seguro también pondríamos en valor cómo hemos conseguido salir de esta juntos y cómo he sido capaz de rehacer mi vida.

A veces creo que no llegamos a conocer bien a nuestros padres. Seguro que desconocemos muchos episodios de sus vidas que les han marcado y que nos pueden hacer entender muchas cosas. Ese es para mí el verdadero legado que nos dejan. El que entiendo que Tiziano le quiso dejar a su hijo Folco.

Aunque sé que mañana volveré a mi monotonía, otro de los aspectos significativos de esta película es el cómo coger las riendas de nuestra vida. Conseguir dejar de ser espectador y colocarte al mando de tu existencia. Tiziano lo resume como la trampa de ahí afuera de la que todos somos ratones. Intenta hacer ver a su hijo que, aunque nos parezca que gocemos de una libertad sin límites, nunca hemos tenido tan poco margen de acción cómo ahora. Ya no existe la libertad de ser quien realmente se es. Para no caer en esa trampa varias son las recetas que me llevo y que ya veré cómo pongo en práctica y cuando.

La primera es que hay que revelarse. Esa es la revolución pacífica a la que el protagonista no deja de hacer referencia y en la que ha creído siempre. Después de vivir varias revoluciones con triunfo del comunismo, ha sido testigo de la cantidad de sacrificios y todo para llegar a nefastos resultados para la sociedad. Todo sigue girando en torno al dinero como en todas partes. Mientras el hombre se deje de guiar por intereses personales, nada cambiará. Por eso se decidió a creer en la única revolución que le aporta algo, la de uno mismo. La de ser lo que uno quiera, vivir una vida propia que solo te pertenezca a ti. Una vida en la que te reconozcas.

Y la siguiente es la de exprimir la vida al máximo que no te quede nada por intentar, probar o arriesgar. El hecho que haya vivido su vida con tanta intensidad le lleva a tener una visión de la muerte cómo parte de la vida. Ya no le tiene miedo porqué es prácticamente lo único nuevo que le queda por afrontar. Así se considera realmente preparado para cuando llegue.

La película nos insta a vivir el ahora y disfrutar de cada pequeño instante. La vida sucede en este momento y es entonces cuando uno tiene que saber disfrutar de ella. El pasado es simplemente un recuerdo, ya no existe. Son sus recuerdos acumulados, ordenados y falseados. En el ahora, en cambio, no se falsea nada.

Inevitablemente he vuelto a replantearme por qué me sigue costando tanto disfrutar del presente y si verdaderamente estoy cogiendo las riendas de mi vida. Parece como si siguiera poniendo el piloto automático cada mañana y los días siguieran pasando. Empiezo a tener bastante clara la visión de lo que quiero que sea mi vida y ya es hora que ponga los medios para conseguirlo.

Me tomo la licencia de cerrar este post con el final de la carta de despedida que dejó Tiziano a su familia, “gracias y espero que os riáis”.

Sergio Elucam

 

«Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia» entrevista a Carlos Owono.

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Estoy en una época en que parece que gente de mi pasado vuelve y lo estoy disfrutando. Ya tuve el placer de entrevistar a mi amigo Simón y en esta ocasión se trata de otro compañero de la EGB.

A través de una red social, hace un tiempo se empezó a crear un grupo de antiguos alumnos del colegio. Empiezas a intentar reconocer a la gente después de tantos años. Un montón de recuerdos de esa época que vuelven. Te preguntas que habrá sido de sus vidas.

El animador del cotarro no podía ser otro que el Charly. Si, aquel golfillo sin vergüenza que se dedicaba a todo menos estudiar. Menuda pieza de museo. Mi sorpresa fue cuando al cabo de un tiempo colgó un mensaje diciendo que esa noche iba a estar en un conocido programa de televisión. ¿Cómo? ¿El Charly en la tele? Se le veía de fondo. Lo reconocí enseguida porqué tiene la misma cara de pillo de siempre. Estaba coordinando el show televisivo Nitro Circus que consiste literalmente en llevar el motociclismo freestyle hasta límites insospechados. En esta ocasión se trataba del famoso Travis Pastrana realizando uno de sus saltos imposibles.

En una conversación reciente me comentó brevemente su periplo por el extranjero partiendo de cero y afrontando muchas dificultades. Y entonces te das cuenta que detrás de aquel chico travieso y rebelde, hay una historia de superación. Es por eso que le pedí el favor que accediera a responder a nuestro formato de entrevista.

Para mí es un fiel reflejo de gente al cuadrado que afronta la vida con valentía y lucha por no dejar de superarse para conseguir sus sueños. Alguien que, cómo muchísima gente, ha tenido que marcharse de España para labrarse su futuro.

Gracias Charly por la entrevista y por tu generosidad al abrirte y contar tu historia. Seguro que tus palabras van a contagiar de ánimo a mucha gente.

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Cuéntanos un poco acerca de ti, ¿Quién es Carlos Owono?

Una pregunta tan simple y tan difícil de contestar! En el plano, por así decirlo más físico, soy un niño de barrio de 40 años recién cumplidos que acaba de ser padre y que trabaja en algo que le encanta. He tenido la suerte de viajar mucho y también de vivir en varios países, algo que me ha enriquecido infinitamente a nivel personal. Aunque tengo estudios universitarios, todo lo que me ha servido para la vida lo he aprendido fuera de cualquier recinto, en otras palabras, en la calle. En el plano espiritual… una persona que lucha cada día por ser mejor, un mejor hijo, hermano, amigo, marido, en resumen, una mejor persona.

Dicho lo cual, siempre he pensado que la mejor manera para saber sobre uno mismo es preguntarle a la gente de su entorno. Así que esta respuesta queda incompleta a falta de reunir a unas cuantas decenas de personas y que ellas nos expliquen un poquito más acerca de mi.

En tu vida ¿De qué estás más orgulloso? ¿Te arrepientes de algo?

Lo resumiría en dos ‘atrevimientos’. El primero fue el atreverme a dar el paso de ir a vivir a Inglaterra cuando solo tenía 19 años y 160€ (25,000 pesetas) en la cuenta/bolsillo. El contexto era muy diferente al de ahora, decidir irse a otro país, significaba desaparecer. En aquella época, aunque ya se empezaba a oír hablar de internet, no mucha gente lo utilizaba, y obviamente tampoco el email, por lo que solo pude seguir en contacto con un par de amigos con los que me escribía una carta al mes y con mi familia, con la cual hablaba cada dos semanas desde una cabina a la que ellos me llamaban (dato curioso, en Inglaterra puedes llamar a las cabinas). Mi idea era ir a Inglaterra a pasar un verano, unos 3 meses, para aprender inglés y volver ‘corriendo’ para casa, pero esos 3 meses se convirtieron en 7 años. En ese tiempo hice una carrera doble – Economía internacional y Filología Alemana -, un Master y un año de Erasmus en Alemania.

Otro momento clave en mi vida del que también me siento muy orgulloso, es el haber encontrado la fuerza y voluntad de dejarlo todo (un buen trabajo, pareja, piso en el centro de BCN, etc) cuando ya tenía 31 años, e irme a vivir 2 años fuera. En este tiempo viví un año en Paris, 6 meses en Roma y 6 meses en Salvador de Bahía, donde di clases de inglés y castellano en una favela de la ciudad. Estos dos años de ‘reset’ los aproveché para aprender francés, italiano y portugués.

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¿Arrepentirme de algo…? Sí y no. Por un lado, sí, me arrepiento de cosas casi a diario. Cosas, no muy graves obviamente. Por otro lado, no, pues creo que todo lo bueno o malo que hacemos y/o experimentamos nos sirve para crecer como personas.

El momento negativo más impactante en tu vida ha sido….

¿Qué pasó? ¿Cómo te marcó?

Quizás mi respuesta sea algo inusual pero no recuerdo ningún momento negativo. Al menos no en el sentido de que dicho momento haya tenido un impacto en mi vida. Sí que es verdad que he tenido miles de experiencias, llamémosle, no muy positivas, pero realmente no me viene nada a la cabeza que me haya marcado por su negatividad.

Cómo has superado esa adversidad que te ha puesto la vida? ¿Qué papel han jugado los que te rodean?

Los años fuera han sido tan enriquecedores como duros, sobre todo el primero. Un 7 de julio estaba en Barcelona, disfrutando del sol, el verano, mi familia y mis amigos y un 8 de julio aterrizaba en un país gris, frío, donde no conocía a nadie y lo peor de todo, no hablaba la lengua. Hay un dicho inglés que me gusta mucho y que en cierto modo siempre he aplicado a mi vida, when the going gets tough the tough get going, que viene a decir algo así como, cuando las cosas se ponen duras, los duros le plantan cara. Y supongo que siguiendo esa filosofía fui capaz de conseguir un trabajo de pinche de cocina, que a día de hoy aún no sé como pude conservar, pues durante los 3 primeros meses nunca supe lo que me pedían o querían que hiciera (mucho lenguaje de signos!), aprendí inglés a marchas forzadas y sin habérmelo planteado, desperté una mañana en una universidad inglesa listo para empezar una carrera que me tendría ‘atado’ a Inglaterra por unos añitos más.

Los años de universidad tampoco fueron un camino de rosas. Gracias a una beca pude pagar la matrícula y asignaturas, pero los gastos del día a día, incluida la estancia, me los tuve que pagar yo de mi bolsillo y, como todos sabemos, Inglaterra no es un país precisamente barato. Eso significaba trabajar casi todas las tardes de la semana en un teatro como camarero y todos los fines de semana en una empresa de catering. Eso sí, el lugar de trabajo no podía ser mejor, al menos para un futbolero empedernido como yo. Trabajaba en una empresa de catering que tenía la concesión de todos los campos de futbol de Londres, entre ellos el del Arsenal (mi equipo favorito inglés), Chelsea, Tottenham y el mítico Wembley, el antiguo! Los recuerdo como años en los que no paré ni un segundo, no hubo día en que no tuviera que estudiar, trabajar o verme obligado a salir de fiesta 😉

El como he superado las adversidades, se podría resumir en que lo he hecho con una gran constancia, una fuerza de voluntad inquebrantable y con el convencimiento de que al final del camino hay una gran recompensa.

Ni que decir tiene que, aunque en la distancia, la familia siempre está ahí y te ayudan de la mejor forma que saben y/o pueden, pero lo que más me ha ayudado en los años que he estado fuera, es la gente que estaba en una situación similar a la mía y con la que he forjado una amistad muy especial. Esa ha sido la gente que mejor ha entendido por lo que estaba pasando, esa profunda soledad, esa nostálgia de casa y de los tuyos. Y esa gente son los que en esos momentos, se acaban convirtiendo en los ‘tuyos’.

Te sigue afectando a día de hoy? ¿Cómo?

Ya estoy de vuelta en casa, Barcelona, así que puedo decir con una gran sonrisa en los labios que la prueba de haber pasado años lejos de mi ciudad, familia y amigos ya está superada.

Qué crees que les hace falta a muchas personas para encarar la vida con más optimismo? ¿Qué consejo nos darías?

Hace falta conocerse mejor, controlar las expectativas, ser feliz con lo que se tiene y sobre todo ser conscientes y disfrutar del ahora. Como todo, esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero hay que intentarlo. Algo que me ha ayudado mucho es la meditación. Empecé a practicar meditación hace un par de años y la verdad es que me siento mucho mejor conmigo mismo, lo que a su vez me hace sentirme mejor con todo lo que me rodea. Y cuando se cumplen las dos premisas anteriores, todo y todos a tu alrededor se contagian de esa positividad y buen rollo. Hay una frase de Marcel Proust que ilustra muy bien esto que acabo de explicar – Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia.

Te has sentido alguna vez discriminado? ¿Cómo reaccionaste?

Ya que soy mulato (mi padre es de Guinea Ecuatorial y mi madre de Salamanca), la respuesta podría parecer obvia y más aún habiendo crecido en una España recién salida de una dictadura. Pero, por suerte, nunca me he sentido discriminado por mi raza, ni en España ni en ninguno de los otros países en los que he vivido. Tampoco he sentido ningún otro tipo discriminación, ya sea por mi nacionalidad, forma de pensar o valores.

Qué te hubiera gustado hacer y sabes que ya no podrás?

Te doy una respuesta fácil y frívola… jugador de Barça! Jaja.

Y una respuesta más meditada… tenía una lista muy simple de cosas que quería hacer en la vida y que poco a poco he ido consiguiendo. Las cosas que siempre quise hacer son; tener carnet de moto y una moto de gran cilindrada, hecho, aprender a surfear la nieve – Snowboard, hecho, ser padre, hecho y la que más me está costando, pero ya llevo tres años dedicándole muchas horas, tocar el piano. Esta última, creí que nunca la conseguiría, pero quien lo iba a decir, ahora hasta puedo tocar alguna que otra nota escrita por el maestro Bach.

Qué te genera ansiedad? ¿Cómo lo afrontas?

Por suerte no hay nada concreto que me genere ansiedad. Supongo que mi manera de ser, tranquilo y pragmático ayudan mucho.

Cómo valoras a la sociedad en la que vivimos? ¿Qué nos falta para que la consideres mejor?

Considero que como sociedad somos mucho mejores y estamos más avanzados de lo que creemos. Hay gente muy crítica, que dejándose llevar por ciertos hechos puntuales de la actualidad, dicen que vamos a peor, que estamos dormidos, etc. Yo creo que si miramos la historia de una forma analítica, nos daremos cuenta de que nunca hemos tenido una sociedad tan crítica, consciente y responsable. Eso no quiere decir que quede muchísimo por mejorar, de hecho siempre quedará algo por mejorar, pues no creo que una sociedad pueda llegar a la perfección (sería aburrido!). Lo bueno es que la evolución, aunque muchos se empeñen en ir contra ella, siempre nos lleva hacía adelante. Soy de los que piensa que hoy estamos mejor que ayer y mañana estaremos mejor que hoy.

Entre otras cosas, lo que creo que le falta a esta sociedad para ser mejor es la empatía. Tendríamos que hacer más a menudo el ejercicio de ponernos en la piel del otro, dicho de otra manera, ponernos sus zapatos y caminar con ellos. Las cosas son y las cosas pasan, no son necesariamente ni buenas ni malas, simplemente hay diferentes maneras de verlas.

Si supieras que mañana es tu último día de vida, ¿Qué harías? ¿Cómo lo pasarías?

Me levantaría muy pronto, sobre las 5 de la mañana. Dedicaría unos minutos a agradecerle a la vida el haberme dado un asiento de primera clase en este viaje. Saldría a la calle e iría a los bunkers del Carmelo a ver amanecer, a ver salir el sol por última vez sobre Barcelona. Luego volvería a bajar a casa, despertaría a mi mujer y a mi hijo y nos iríamos a desayunar unos Eggs Benedict y unos Pancakes en Ciutat Bella. Después aprovecharía para ir a dar un paseo por la Barceloneta y la playa. Llegada la hora de la comida reuniría a todos mis amigos y familia en Gracia, mi barrio de siempre. Comeríamos y departiríamos hasta bien entrada la tarde. Seguidamente, me gustaría que todos fuéramos a pasear por las calles del barrio parando en alguna que otra terracita de las bonitas plazas de Gracia (seguro que me encontraría a Simon Bianco en la terraza del Canigó). Para acabar el día, le preguntaría a mi mujer si cenamos en casa o fuera (seguramente me diría fuera), al volver a casa me sentaría en el sofá con ella para recordar nuestros mejores momentos (nos conocemos desde los 14 años, así que tenemos unos cuantos), daría no menos de 100 mil besos a mi hijo, le arrullaría hasta que se durmiera y finalmente me iría con mi él y mi mujer a la cama, donde me quedaría dormido abrazado a los dos.

 

Un libro, una película, un sitio, un plato, alguien a quien admiras? Un momento perfecto y con quien compartirlo?

Libro…Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Es el libro que marcó la frontera entre leer por obligación y leer por placer.

Película…Der bewegte Mann. No diría que es mi película favorita pero sí como una película que tuvo un gran impacto en mi. Gracias a ésta descubrí el cine europeo y en versión original. Desde ese día he sido un asiduo a los cines Verdi y rara vez he vuelto a ver una película doblada. Y aunque nunca lo había pensado hasta ahora, tengo la sensación que despertó mi curiosidad por otras culturas y lenguas.

Sitio… La cima de una montaña en un soleado día de Febrero, con la tabla de Snow en mi pies, listo para el descenso.

Plato… Tapas varias, ensaladilla rusa, croquetas, patatas bravas, etc…

Alguien a quien admiro… de mi entorno, a dos personas, a mi mujer por su fuerza y a mi amigo Florenci por su tenacidad. Y de una manera más genérica a muchos de los entrevistados de La Contra de La Vanguardia, gente con historias encomiables.

Momento perfecto… viernes tarde en un bar con los amigos, charlando de cómo ha ido la semana y recordando las mismas historias de siempre.

 

 

Pequeños grandes retos

Uno de mis retos ha sido desde pequeño enfrentarme a las cámaras de fotos y claro está de video también, supongo que mi auto exigencia tiene algo que ver en ello, pero la ocasión merecía la pena y es que este blog hoy cumple 5 meses, cinco meses cargados de esfuerzo, búsqueda interior, algún que otro quebradero de cabeza pero sobretodo un montón de alegrías, de buenas sensaciones, de comentarios enriquecedores y de muchos proyectos y es todo gracias a vosotros a las mas de 20.000 visitas que me habéis regalado y que han contribuido a hacerme mas fuerte, a seguir ilusionándome al cuadrado y sobretodo a visibilizar que hay otra forma de afrontar las limitaciones.

Este video es mi pequeño homenaje. GRACIAS

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Por favor, dime ven

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Me recomendaron el libro SI TU ME DICES VEN LO DEJO TODO…PERO DIME VEN para el blog. Estaba seguro de que no me decepcionaría y nos podría aportar muchas cosas interesantes. Y lo cierto es que ha superado todas mis expectativas. Gracias Alberto Santos, te aprecio un montón.

Este libro con título de bolero es una de las primeras novelas de Albert Espinosa dentro de su dilatada carrera cómo autor teatral, guionista, escritor y director de cine y televisión. Se dio a conocer al gran público por la serie Pulseras Rojas. Siempre me gusta indagar un poco acerca del autor una vez que me he leído su libro. Y en el caso de Albert, me ha servido para entender mucho mejor su identificación con el personaje. Albert sobrevivió a tres cánceres, perdió una pierna y en esta novela vuelca todo lo que ha ido recogiendo en su mochila vital. De hecho, muchas de las vivencias proceden de los hospitales en los que pasó largas temporadas. Recopilando ideas para el título del libro, empezó barajando una frase que le dijo una persona de ochenta años que conoció en el hospital, Amar siempre se conjuga en Pasado. Según él, se quiere a alguien en presente y se ama cuando la has perdido. Pero finalmente se inclinó por un regalo de una señora de noventa años con la que se cruzó en la panadería. La vida de esta mujer hubiera cambiado mucho según ella, si la gente le hubiera dicho ven, si le hubieran dicho lo que sentían.

Es un libro que se lee de un tirón. Simplemente los títulos de sus capítulos ya te hacen reflexionar. El contenido es breve, pero al mismo tiempo, muy intenso.

Dani, el protagonista, con una infancia complicada por haber nacido diferente y por la pérdida de sus padres, acabó encontrando refugio en su profesión, buscar niños desaparecidos. Recién abandonado por su pareja y sin rumbo, recibe la llamada de teléfono de un padre que, desesperado, le pide ayuda. Precisamente ese último caso le lleva a Capri, la ciudad donde él se perdió y se encontró. Un lugar especial en el que aflorarán recuerdos de su niñez y de los dos personajes que marcaron su vida: el señor Martin y George. Estas dos perlas han existido en la vida de Albert y se recrea poniéndolas en el camino de Dani. Personajes entrañables que le enseñan infinidad de cosas a Dani y le dan consejos de vida para ser feliz. El reencuentro con el pasado llevará a Dani a reflexionar sobre su vida, sobre la historia de amor con su pareja y sobre las cosas que realmente importan. Le hace darse cuenta de la necesidad de dar pasos hacia adelante con valentía.

La verdad es que, en muchos momentos, yo también me he visto identificado con el protagonista. Creo que todo el mundo se podría ver reflejado en Dani en alguna ocasión. Quién no se ha encontrado perdido alguna vez y con la necesidad de parar el mundo durante un tiempo. Parar el mundo, significa decidir conscientemente que vas a salir a él para mejorarte y mejorarlo. Luego el mundo te premia porqué el universo conspira a favor de los que lo mueven. Pero cómo George le enseña a Dani, no se puede parar el mundo sólo, hace falta la energía de una persona más. Siempre que te pierdes, encuentras a alguien. O no es verdad que alguna vez hemos parado el mundo y lo hemos compartido con alguien. Son personas que se cruzan en tu vida y le dan sentido.

Me veo reflejado en el personaje por su curiosidad y manera de indagar acerca de las personas que no conoce. Vamos que estoy hecho un cotilla en toda regla. Soy de los que disfruta sentándose en un banco de una terminal de aeropuerto viendo la gente pasar y fabulando acerca de sus vidas.

Tiene una exagerada fijación en lo que simbolizan determinados los objetos. Hasta el punto de considerarlos con vida. Algo qué te da vida, está vivo. Lo que para Dani representa un faro, un maniquí o unos anillos, para nosotros pueden ser muchos otros objetos. Mis objetos también me suelen tele transportar al pasado. Y esto es exagerado cuando paso unos días en la casa familiar del pueblo. Tantos objetos cargados de recuerdos y que te hacen recordar tanto de lo vivido entre esas paredes. Una de las frases que más me ha gustado es en la que afirma que “lo mejor de recordar es que puedes regresar cuando lo deseas, nadie te puede robar o impedir eso”.

Algo que considero una gran verdad, “Si dominas tu cuerpo, quizá dejarás de huir”. En mi caso lo interpreto no sólo cómo dominar o conocer mi cuerpo, sino cómo aceptarlo. Perder de una vez ese miedo a verme y que me pueda hacer daño. Creo que estoy en el camino. Cuando lo consiga por completo, si consideraré que dejaré de huir. El fin de semana pasado me volví a sentir pequeño, cómo si mucho de lo que he avanzado no fuera cierto. Espero sea sólo una sensación y que este blog siga teniendo sentido.

Lo que ha aprendido Dani a lo largo de su vida es que “Olvidarse de reír, es un olvido imperdonable a cualquier edad. Un pecado mortal en la infancia”. Si hay algo que de verdad me ha ayudado a afrontar los momentos complicados todos estos años, ha sido sonreír. Buscar cualquier resquicio divertido para evadirme de la cruda realidad. El afrontarlos con buena actitud si es una opción personal, pero todo es más fácil si te rodeas de gente al cuadrado. En este punto tengo que volver a agradecer a la gente que ha estado conmigo durante estos años y a los que siguen estando por darme la oportunidad de seguir riéndonos.

Podría estar comentando y comentado y daría para varios post. Seguro que rescato a menudo instantes de este libro. No quiero hacer spoiler, de verdad os animo a leerlo. ¡Y me decís que tal!

Albert Espinosa consigue hacernos reflexionar sobre qué es verdaderamente la felicidad y el valor de las personas que pasan por nuestra vida, que a veces nos resulta tan corriente, que no somos conscientes del tremendo valor que tienen. Recalca la importancia de ser diferente en este mundo y cómo hay que enfrentarse a los demonios internos.

¿Somos capaces de reaccionar en las situaciones mas críticas?

exponerse

Este fin de semana tenía pensado publicar un post acerca de un maravilloso libro que me han recomendado. Todo lo que transmite merece mucho la pena y no quiero dejar de compartirlo con vosotros. Pero lo voy a dejar para la semana que viene. Y es que este blog es un blog vivo que se nutre en cada instante de momentos y sensaciones y precisamente ayer viví una experiencia que considero os tengo que contar.

Tiene que ver con el recurrente tema de mi imagen. Si, otra vez a la carga. Con el espejo muy dominado, últimamente incluso me estoy acostumbrado a dejar que me hagan fotos y eso lo estaba llevando razonablemente bien. Pero es que esta vez ha sido un paso más, aparecer en un vídeo. Una “encerrona inesperada” que trataba de dar cercanía a los lectores del blog. Algo a lo que no estoy acostumbrado y que me ha sacado drásticamente de mi zona de confort.

Hacía tiempo que no me veía en un video. Y es que en un vídeo crees que puedes palpar la realidad de forma más exacta. Y eso a mí me acojona. Ayer fue un día duro para mí por este motivo. Y no tiene nada que ver con las pocas tablas que tiene uno delante del objetivo, que también influye y en cierto modo, con el paso de las horas eres incluso capaz de ir soltándote, cosa que hace que la grabación vaya quedando algo más decente. Qué vergüenza. Sabía que el verme no me iba a gustar, las sensaciones han ido más allá y me han afectado más de lo que esperaba. Al verme, automáticamente me he preguntado si realmente se me ve así desde fuera. Que bajón. No me ha gustado lo que he visto y no he sido capaz de digerirlo bien. Uno se va generando la mejor imagen posible en su cabeza y este golpe de realidad me la ha desmontado en un momento.

El malestar y la angustia se han instalado durante más tiempo de lo que lo venían haciendo últimamente. Por un momento crees que las puedes controlar, pero esta vez me ha superado. Durante todo el día, he estado un punto más distante de lo normal intentando recolocarme después de este golpe. Te asaltan las dudas de todo el trabajo de aceptación que has hecho durante estos años.

Lo peor fue que me lo fui quedando dentro y no lo compartí. Por la noche todo eso explotó. Estaba acelerado, no me podía concentrar en nada, los músculos de mi cuerpo estaban tensos, con respiración acelerada y me empecé a encontrar mal de verdad. Parecía un ataque de ansiedad. ¿Cómo puede ser qué me pase ésto a estas alturas de la película? Hacía tiempo que no me sentía así. Necesitaba salir a dar una vuelta y que me diera el aire. Buscaba una forma de huir. Eso sería sin duda lo que hubiera hecho si hubiera estado sólo. No se cómo me habría ido, ni si hubiera conseguido calmarme. Posiblemente sí, pero eludiendo los motivos reales que me habían llevado a esa situación y no aceptándolo. Pero no, tuve la suerte de tener a alguien cerca. Alguien que te obliga a parar, a calmarte, que te habla y te hace ver las cosas de forma distinta a las que te empecinas en creer, a rebobinar y pensar en todo lo que has avanzado en estos años y en todo el camino recorrido, a darle valor a las cosas que realmente importan. También consigue que te distraigas hablándote de otras cosas o haciéndote reír.

El hecho de no estar sólo para mí ha sido clave esta vez. Gracias a esta persona al cuadrado que ha estado a mi lado.

Dicen que la ansiedad en dosis normales te ayuda a moldearte en tu vida cotidiana. Después de la agitación, reflexiono y llego incluso a considerar que el enfrentarme a esto me ha venido hasta bien. Me ha hecho ser consciente de que esto me puede seguir pasando pero que tendré mecanismos para controlarlo mejor.

Quizás el ponerme delante de una cámara sea un ejercicio que debería hacer más habitualmente, exponernos a nuestro miedos es luchar contra ellos y en la mayoría de casos es vencerlos.

Gracias al cámara S. G. por su paciencia, empatía y apoyo.

Sergio Elucam

¿Por qué nos da miedo estar solos?

soledad

A una buena oportunidad laboral deseada y buscada, se sumaba el cambio de ciudad. Suponía empezar una nueva etapa sólo en Madrid. En el fondo sabía que era lo que necesitaba en ese momento de mi vida y no lo dudé. A muchos les parecía arriesgado, incluso a mis propios padres en un primer momento, pero me veía con fuerzas y tenía que intentarlo. Sabía que significaría enfrentarte a una cantidad de pequeños retos, obstáculos, incomodidades y demás que en ese momento ni me imaginaba. Muchos de ellos, no son distintos a los que afronta la gente cuando empieza de nuevo en otro lugar lejos de lo que ha sido su casa. Ya había pasado en mi vida por momentos así cuando por un tiempo había vivido fuera, pero esta vez tenía un componente añadido. De algún modo significaba dar un salto al vacío y apañármelas por mí mismo en un entorno nuevo con mi discapacidad a cuestas.

Mi madre me acompaño los primeros días en Madrid para buscar piso y ayudar a que me instalase. Que no haría la santa de mi madre. Cuando ella cogió el tren de vuelta, es cuando realmente me di cuenta de que mi nueva aventura empezaba de verdad. La verdadera sensación de soledad empezó en ese momento.

Acepté la soledad como vino. Es más, la busqué. Necesitaba ver que podía. Mi nueva vida con mi mitad sin que aún fuera al cuadrado comenzó. No sé qué fue más duro si esos primeros momentos de manejarte prácticamente con una mano o disponerme a encajar las interacciones con los demás en todos los ámbitos en mi nuevo estado.

Saludar siempre con la izquierda de forma forzada y ver el rostro cambiante de la persona, no poder aplaudir, no ser capaz de cortarte un filete en un restaurante, ir al supermercado y no poder meter la compra en bolsas, no poderte poner unos pantalones en un probador porque no hay una silla que te habilite, bajar por unas escaleras con una maleta porqué se han estropeado las mecánicas o el ascensor, ¿sigo? No hace falta. Un sinfín de inconvenientes que que no te planteas hasta que no los vives.

La cabeza te puede jugar muy malas pasadas. Recuerdo un episodio en el que, noté unas pequeñas molestias en mi hombro izquierdo, mi paranoia me llegó a hacer pensar que me empezaba a pasar lo mismo en mi lado izquierdo. Estaba tan angustiado que ese mismo fin de semana mis padres me dijeron que fuera a Barcelona para que estuviera acompañado y me distrajese. Mis miedos seguían muy latentes y en parte, van a seguir estando ahí.

Ha sido un proceso de años llenos de estancamientos, desánimos, melancolías de tiempos pasados, desalientos, tristezas y caídas que han hecho que no fuera un proceso fácil y ni mucho menos lineal. Afortunadamente en la mayoría de los casos intentas no venirte abajo y eso es lo que te hace crecer. En muchas fases he necesitado reconocer que yo sólo no podía y no he tenido más remedio que pedir ayuda. He sido bastante reacio a admitir que me hacía falta que me echaran un cable. Ahora mirando atrás, quizás debería haberme dejado ayudar más. Habituarme a poner mis problemas más a menudo encima de la mesa y no tratar siempre de pasarlos por alto.

Esa etapa en soledad tuvo también su parte positiva. Por qué se relaciona siempre la soledad cómo algo triste. Es un buen momento para estar con uno mismo y hacer lo que te apetezca sin dar explicaciones. Madrid me ha dado la oportunidad de conocerme mejor. Hoy cuando veo gente comiendo sola en un restaurante, me veo a mí en la misma situación. Ir a comer a un restaurante sólo, puede ser que se dé la circunstancia, pero no suele ser lo normal. Me quedo mirándolos y trato de imaginar que les ha llevado a ese momento de soledad. Suelo fijarme a menudo y observar las historias de vida de la gente.

No me plantee de entrada conocer gente. Y eso fue un error. Estaba mucho más enfrascado en que mi día a día se pareciera a algo que se considerara “normal” y no se notaran mis taras. Luego cuesta mucho más reengancharte a la vida en sociedad. La soledad excesiva no es buena. Somos animales sociales y nuestra gasolina es interactuar con los demás. Todo es más gratificante si lo puedes compartir. Por eso, un pequeño esfuerzo para quedar con gente y romper esos momentos en lo que más deseas es estar sólo tienen mucho más valor del que podamos imaginar. Sin darte cuenta son las piedrecitas que vas poniendo para asentar tus nuevos cimientos. Y solo los puedes poner tú.

En esa primera etapa, las relaciones eran bastante “superficiales”. No me refiero a relaciones de postureo o falsedad. Si no que interactúas, pero sin profundizar, sin intención de abrirte en exceso. Y era yo el que primero ponía una barrera. Ese excesivo miedo al rechazo me bloqueó demasiado e impidió que me abriese a los demás.

Sergio Elucam

 

¿Cómo recuperamos la ilusión en los momentos difíciles?

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La práctica del deporte y en especial el fútbol estuvo presente durante toda mi infancia, no me despegaba de mi balón, de forma más sería y continuada en mi adolescencia y como hobby en adelante. Puedo decir que ha sido una de mis pasiones, a la que a la fuerza tuve que renunciar cuando me puse enfermo. Durante estos años, mi manera de afrontarlo ha sido mirar hacia otro lado. La solución fácil y a su vez mas dolorosa. Me he limitado a ver el deporte en la televisión, a través de una pantalla. Voy al gimnasio para mantenerme en forma, pero me aburre soberanamente. A mí lo que me va es competir en equipo.

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En el plano psicológico he trabajado cómo convivir con la pérdida de este y muchos otros temas, pero para nada quiere decir que no sigan apareciendo pensamientos y llegando mensajes que te manda tu cerebro. Ya no duran demasiado, se cómo manejarlos y consigo volverme a recolocar. ¿Cómo lo consigo? Ya lo tengo bastante automatizado. Entiendo que, con el tiempo, hay mucho de aceptación y también de ser capaz de detener esos pensamientos negativos que solo aportan ansiedad y malestar para que no vayan a más. Por lo general ya tengo reconocido el pensamiento cuando va llegando y o bien trato de suplantarlo por un recuerdo agradable de ese mismo tema o me pongo enseguida con otra cosa que no tenga nada que ver.

Es algo que no vale la pena que te plantees ni le des vueltas, porqué nunca nada va ser igual. Podrá ser de muchas otras maneras. ¿no es cierto que los jugadores amateurs, llegado a un punto ya ni se plantean llegar a jugar en primera división? Sería el deseo de muchos, pero con los años, lo interiorizan porqué ven que no es posible. Pues es parecido, pero a otro nivel.

No me he lanzado nunca a intentar de nuevo la práctica del deporte con discapacidad. Con el paso del tiempo te vas atreviendo y planteando la posibilidad de seguir disfrutando de una de tus pasiones desde otro punto de vista. ¿Por qué no? de entrenador o ayudante…

En pocos días se han producido dos acontecimientos que vuelven a remover esos sentimientos relacionados con el deporte.

El pasado fin de semana tuve el placer de asistir a un partido de basket en el colegio de la hija de mi prima. La verdad es que no esperaba volver a disfrutar tanto siguiendo un partido de niños en directo. Yo no soy de vivir el deporte de forma pasiva. ¡Me alteré, grité, animé… me lo pasé pipa! No lo puedo controlar, enseguida me sulfuro, vamos que casi me como al árbitro en un momento de exaltación.

Es como si hubiera despertado el gusanillo de algo que no te estabas planteando, que habías dejado de lado. Te vuelves a ilusionar por el deporte desde otra perspectiva. Aunque podrías, sabes que ya no vas a poder practicarlo de la misma manera y te planteas como volver al mundo del deporte. Todas estas sensaciones hacen que piense en la posibilidad de entrenar a un grupo de niños y poder transmitirles todo lo que viví en mi etapa deportiva, aparte de muchas cosas más que les sirvan para enfocar su vida.

Ayer fui a ver la película “Campeones”, del director Javier Fesser y protagonizada por Javier Gutiérrez. Narra la historia de un entrenador de baloncesto con muy mala leche que atraviesa por una mala racha tanto en lo profesional como en lo personal. Por culpa de una infracción de tráfico, se ve obligado a realizar servicios a la comunidad entrenando a un equipo de barrio con discapacidad. Una película que te despierta tu lado más humano mientras, de una forma muy natural y cercana, aborda el tema de la convivencia con personas con discapacidad intelectual. El desconocimiento inicial, los prejuicios y las etiquetas que en general tenemos todos. Las historias que tienen detrás cada una de esas personas y cómo es su día a día. La sencillez a la hora de enfrentarse a la vida que tiene ese colectivo y que no entienden cómo nos la llegamos a complicar los demás. Este grupo de personas diferentes encuentran en el deporte y el compañerismo un motivo de ilusión que les saca de su rutina.

La oportunidad del protagonista de compartir vivencias con ellos, le enriquece y hace que se replantee su vida de otra manera. Te hace ver que estas personas, de tontas no tienen un pelo y se dan cuenta de todo lo que les rodea y son capaces de vivir una vida mas centrada en las cosas que de verdad importan. Y, sobre todo, el afrontar todo con mucho humor. Salí cargado de buen rollo y emocionado por la empatía que desarrollé en menos de dos horas con gente que no conocía.

Quiero volver al deporte, estoy ilusionado y no hay mejor aliciente que hacer las cosas con ilusión, ahora que lo tengo claro voy a luchar por conseguirlo.

Sergio Elucam

 

Carta para un hijo al cuadrado

padre

No es fácil para mi situarme en aquella Semana Santa de Marzo del 2008. Ni como médico, ni como padre.

Para el médico todo empezó con un traspiés, un mal paso. “¿Qué te pasa?” “No sé, me ha fallado el pie”. Para el padre el sinsentido comenzó al día siguiente. La Resonancia Magnética vomitaba con una lentitud cruel, imagen tras imagen; iba dibujando algo que no debía de estar en el hemisferio izquierdo del cerebro de mi hijo.

A partir de aquí, el médico hizo de interlecutor con otros grandes profesionales de mi hospital y el padre te lo tuvo que explicar una y mil veces, aunque tampoco supiera exactamente qué estaba pasando. Luego, afortunadamente, todo paró y empezó la lenta mejoría.

Hoy, de aquello hace ya mucho tiempo y no me atrevo a decir que hubiera algo bueno en aquellos momentos pero sí que me permitió estar a tu lado cuando ibas reaprendiendo a hablar, a caminar, a ser el nuevo Sergio.

Estoy enormemente orgulloso de tí, eres un campeón. No me imagino a mí mismo capaz de conseguir lo que tú has alcanzado. Poder acompañarte en ese aprendizaje ha sido un camino agridulce.

Recuerdo las horas que, juntos, practicamos en las escaleras mecánicas de la estación del metro cercana a casa, cómo subir y bajar arrastrando una maleta con tu dificultad de movimiento, con tu inseguridad y sobre todo la mía.

Durante estos diez años he visto cómo te crecías ante tanta dificultad. Me has dado la oportunidad de verte avanzar, de conocerte mejor, de ser tolerante ante la diferencia entre tu y yo, de aprender a respetar tu ritmo, la oportunidad de acercarme a tí.

Para mí, eres un ejemplo de superación, de supervivencia. En muchas ocasiones me has transmitido la seguridad que yo no tenía. Te he visto hacer cosas increibles y verte sonreir es para mi la mayor satisfacción que puedo compartir contigo.

You’ll never walk alone

F. Maculé

 

Queremos llegar muy lejos, mi blog seleccionado para los Premios 20BLOGS 2018

publicidad premios20minutos lleva a cabo la duodécima edición de su concurso internacional de blogs bajo el título «Premios 20Blogs».
Premios 20Blogs es un concurso organizado por 20 Minutos Editora, S.L. y podéis votar para que mimitadalcuadrado.com llegue muy lejos y podamos cambiar la forma de afrontar las limitaciones y dar mas visibilidad a las dificultades con las que todos podemos encontrarnos en algún momento de nuestras vidas. El plazo es de el 26 de marzo al 11 de abril.

Si estáis interesados en participar os iremos informando en los próximos días de como efectuar las votaciones.